Por más que venga firmado por quién viene, el bajísimo nivel de expectativas que ha acompañado desde que supe de su existencia a esta 'Jack el caza gigantes' ('Jack the giant slayer', Bryan Singer, 2013) ha terminado jugando a su favor, más o menos. Sólo así se explica que, aun siendo plenamente consciente de las muchas fallas de la cinta, algunas del tamaño de la de California, la última propuesta de Bryan Singer haya terminado entreteniéndome mucho más de lo que auguraban su plúmbeo trailer y la nada positiva crítica que Mikel le dedica aquí.
Siendo honestos, tendría que afirmar que suscribo casi punto por punto lo que mi compañero va apuntando en sus líneas, cómo no, con ciertas apreciaciones que, no obstante, nada tienen que ver con lo que 'Jack el caza gigantes' es capaz de ofrecer. Mis divergencias para con lo que Mikel comenta se centran en que servidor si valora, y mucho, lo que Singer fue capaz de ofrecernos en su 'Superman returns' (id, 2006), un filme dignísimo con momentos grandiosos —la secuencia del rescate inicial y todo el clímax final con esa apoteosis imágenes/música que es el momento en que el hombre de acero se baña con la luz del sol— que hacía honor a la intención del cineasta de rendir homenaje a su mentor, el gran Richard Donner.
Tampoco concuerdo en las apreciaciones que se vierten contra 'Valkiria' ('Valkirie', 2008) en el que Singer nos dejaba momentos especialmente intensos —la secuencia de la explosión en la cabaña es antológica— logrando arrancar a Tom Cruise una de las mejores actuaciones que le hemos visto en su abultada carrera.
Pero claro está, cuando tenemos en cuenta el pasado más lejano del realizador, ese que se describe con su ópera prima, la magistral 'Sospechosos habituales' ('The usual suspects', 1995) y las dos espléndidas primeras parte de la trilogía de los mutantes, ver como la brillantez es sustituida por desgana y las ansias de contar algo de forma diferente spor el echar mano de cuantas más fórmulas manidas mejor, hace que nos duela mucho tener que afirmar que Singer haya tocado fondo con este vehículo vacío de carisma que es 'Jack el caza gigantes'.
Nada hay en esta cinta en lo que pueda apoyarme de forma sólida para defenderla desde las mismas posiciones que hace una semana usaba para atacar de forma inmisericorde la fantasía sobre Oz firmada por Sam Raimi. Comenzando por ese guión firmado a ¡ocho manos!, la producción va acumulando despropósito tras despropósito conforme avanza, uniéndose a un libreto que no es capaz de dar explicaciones sobre nada de lo que va aconteciendo, las lamentables interpretaciones del reparto en general—no sé si es peor la alarmante carencia de carisma de un Nicholas Hoult incapaz de llevar sobre sus hombros el peso de la cinta o la falsa gravedad de la que pretende engalanarse Ewan McGregor—; unos efectos visuales que, horror, llegan a "cantar" en no pocas ocasiones; la partitura de un John Ottman que hace gala de la misma fastuosa vacuidad que el conjunto al que acompaña, con un sinfonismo desaforado que ahoga con todo el peso de la orquesta la tímida concreción de algún que otro leitmotif; y, cómo no, una dirección que deja que sea la postproducción la que se encargue de arreglar las muchas carencias de su inane —inanísima, si me permitís— tarea tras el objetivo.
Y con todo esto, y alguna apreciación que me dejo hacia lo risible del carácter, exposición y motivos de los "villanos" de la función —lamentables de principio a fin—, vuelvo a reiterar aquello con lo que abría esta entrada: 'Jack el caza gigantes' me ha entretenido. Está más que comprobado —al menos por un servidor— que las expectativas juegan siempre en inversa relación a lo que un filme termina ofreciéndole al espectador y el hecho de relajar el nivel de exigencia y no esperar nada de la cinta ha provocado que en su tramo final el espectáculo orquestado por Singer haya captado mi interés borrando de forma parcial, con el enfrentamiento entre gigantes y humanos —y no me acusen de desvelar tramas, que esto se ve venir a la legua—, las agrias sensaciones que hasta entonces había dejado. Sustituidas por un momentáneo regusto agridulce, lo que queda claro y es de todo punto innegable es que este es uno de esos filmes que quedarán relegados a un justo olvido más pronto que tarde.
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