El 30 de abril se estrena 'Iron Man', la adaptación del cómic que tanto tiempo se lleva esperando. Jon Favreau dirige, mientras Robert Downey Jr., Jeff Bridges, Terrence Howard y Gwyneth Paltrow protagonizan.
Cuando Iron Man fue creado por Stan Lee en los años '60, se trataba de un héroe anticomunista de una pieza –bueno, de muchas piezas, en realidad—. Pero el propio Lee se arrepentía del enfoque inicial de la serie y éste se fue corrigiendo con el paso de los años hasta crear la figura de un antiheroíco Tony Stark aquejado de graves problemas con el alcoholismo. 'Iron Man', la película, es un nuevo e interesante capítulo en esa particular rehabilitación ideológica de Tony Stark.
Robert Downey Jr. es una perfecta opción para interpretar a Tony Stark. Tal vez porque él mismo, en su vida plagada de excesos, es Tony Stark. El caso es que, mientras ejerce de playboy sin conciencia que se dedica a acostarse con izquierdistas militantes para enseñarles lo buena que es la defensa "que no se tiene que usar más que una vez" la película es una apoteosis del cinismo que no tiene desperdicio, con mansión de Malibú y coches deportivos – tuneados, por supuesto – incluidos. El arranque es toda una fiesta, pues en él, tanto el tono como la realización son brillantes y ágiles, con diálogos realmente conseguidos. Pero en seguida nos damos cuenta de que el films se está eternizando para comenzar. Se quejaba mucha gente de 'Superman Returns' porque sólo tenía tres escenas de acción. Pues ésta no tiene ni eso. Cuando, pasada una hora, Tony Stark regresa a América tras la experiencia que ha cambiado su vida en Afganistán, la película aún no empieza: lo que arranca entonces es la fabricación del verdadero traje, que no está listo hasta más allá de la hora y cuarto de película.
Por ello, es demasiado evidente que esto no es una película, sino la preparación de una posible franquicia. Y podría ser más o menos lógico cuando el material del que parte son los cómic-books que conforman una serie de muchos números. Cada uno de ellos normalmente tiene su arco argumental propio y su aportación – o, a veces, ni eso – a un arco argumental mayor. Si la adaptación se hace tan fiel a esta estructura y se intenta contar lo mismo que los cómics originales, nos encontramos ante un primer acto eterno en el que hay que explicarlo absolutamente todo del personaje y en el que se presentan muchos elementos que no van a jugar todavía. Uno de ellos es el personaje de Terrence Howard: un pringao que se nota mucho que, como otras cosas, está esperando a alguna de las secuelas para tener su momento. Quizá esta eterna presentación sirva a los fans del cómic original, pero para un público más general puede hacerse un tanto cuesta arriba.
El film tiene numerosos guiños para fans: el cameo de Stan Lee, que es confundido con Hugh Hefner, se puede definir con una palabra: "Excelsior!" Y ese colofón musical tan adecuado con el 'Iron Man' de Black Sabbath. El traje conserva los colores tan españoles aunque haya habido una época en la que se trataba de desaturar a los superhéroes. Pero hoy en día, con la cultura del tuning, se vuelven a llevar las brillanteces. De hecho, el propio Stark se basa en un coche que él ha tuneado para dar el visto bueno a su armadura.
Lo que peor resulta de 'Iron Man' es el personaje de la talavereña de adopción, Gwyneth Paltrow: Pepper Potts, que sólo es bueno en su presentación. El resto del tiempo es tan ñoña que Stark tiene conversaciones más interesantes con su ordenador que con ella. Más aún: esta máquina tiene mucha mayor iniciativa que la mujer, que sólo es capaz de hacer algo si Stark se lo explica de cabo a rabo. Por si fuera poco, ella encarna la posibilidad de reconversión del Don Juan, pero sin que la parte romántica funcione en absoluto.
No es que me apetezca hablar de política, pero los propios responsables de la película llaman la atención sobre que hoy en día, en la época de 'Bowling for Columbine' o 'Fahrenheit 911', resulta prácticamente imposible contar la historia de un fabricante de armas sin tener en cuenta todas las implicaciones morales y políticas que ello supone. Ni siquiera los propios norteamericanos están dispuestos a ser tan poco críticos a golpe de patriotismo. Cámbiese Vietnam por el actual caos y desastre en el que vive el Afganistán post-invasión y tendremos, sin duda, la película de superhéroes más "concienciada" jamás rodada. Como muestra, el vídeo (en inglés) de Terrence Howard del final de esta crítica.
Pero darle la vuelta al mensaje no era tan fácil y todo queda un tanto contradictorio. Hasta en los diálogos se incluye un comentario sobre la ironía –no sé si además buscan el juego de palabras— que supone que la armadura de Iron Man sea "el arma definitiva". Tanto que al final la conclusión es un poco peliaguda: sí que está bien construir armas siempre que quien las use sea una persona ilustrada al servicio de los intereses del bondadoso ejército americano (o SHIELD, pero esa ya es otra historia para la segunda parte).
En definitiva, hay historias a las que el tiempo maltrata e historias que, con los años, cobran un valor superior al que tenían al nacer. O, simplemente, un valor distinto. 'Iron Man' pertenece a este último grupo. La película es un tanto un delirante discurso político pretendidamente antibélico, como toda una exhibición de un Robert Downey Jr. en estado de gracia, como una historia que nunca llega a empezar, como un documental de dos horas sobre tuning como... En realidad, como la preparación para una saga que promete ser muy interesante.
Más información en Blogdecine sobre 'Iron Man', Robert Downey Jr.
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