A 'Iron Man 2' le ha tocado cargar con el peso de intentar rememorar el acierto de una primera entrega exitosa, como a cualquier segunda parte, pero no ha podido con ello. No ha logrado superarla. Y es que el inicio de la saga fue una equilibrada mezcla de actores acertados, puesta en escena notable, efectos especiales brillantes pero sin abusar y un guión que cumplía con cierta fidelidad y autonomía al cómic original.
‘Iron Man 2’ no posee ese factor sorpresa. Ya sabemos como se las gasta Tony Stark en la piel de Robert Downey Jr. (que sigue siendo un papel al que le tiene cogida la medida), lo mejor del film, estamos atentos a los guiños, a los cameos, a las referencias Marvel, incluso a la inclusión de una Scarlett Johansson que pone cuerpo a un nuevo personaje y a un villano con rostro desfigurado, el de Mickey Rourke. A pesar de todo ello, no consigue sorprender al nivel de la primera entrega.
Jon Favreu se esfuerza por incluir todos aquellos elementos que hicieron de ‘Iron Man’ un rotundo éxito. Pero no logra dotarlos del equilibrio suficiente, ni aprovecha muchas de las novedades. Quizás sea un lastre la entrega anterior, pero es lo que tiene aventurarse a este tipo de sagas. Por contra, es más que loable el contundente sentido del espectáculo que Favreu le impone a ‘Iron Man 2’. Es una nueva vuelta de tuerca a lo que ya era majestuoso y que ahora potencia con más y mejores ingredientes.
Sobradas dosis de puro espectáculo
El espectáculo, al fin y al cabo, es la esencia de este tipo de film. En ‘Iron Man 2’ hay sobradas dosis. Es un paso más de introducir el no va más y no se pierde ocasión en demostrar lo espectacular que resulta el superhéroe cuando se pone en acción. Una elección musical acertadísima que hará las delicias del personal, acompaña a buena parte de esas escenas bien logradas, con unos efectos visuales y sonoros realmente logrados.
Lástima que se haya sacrificado (o quizás no se ha encontrado la inspiración adecuada para ello) la química entre Tony Stark y Virginia Potts (una Paltrow calcada pero con más metraje) de la primera parte. O que el principal villano en la piel de Rourke no resulte bien aprovechado con sus temibles látigos (al igual que el otro malo de la función interpretado por Sam Rockwell). Que Nick Fury (Samuel L. Jackson) nos deje con ganas de más. Y tampoco es que Scarlett aporte demasiado (ni siquiera su personaje), más allá de un lucimiento que sobraba a todas luces. Aunque claro está, hay quien quedará encantado con su presencia estelar y algún que otro momento action woman.
Y es que aquí nos encontramos con más personajes secundarios que giran en torno a Tony Stark. Un Stark que parece pensado para Robert Downey Jr. Y se me antoja complicado pensar en algún otro actor que pudiera darle esa dimensión. Sarcástico, simpático, bebedor, socarrón, mujeriego, implacable, todo lo que define al prodigio de Stark.
El guión, menos acertado
El guión quizás sea el elemento más diferenciador de ambas entregas y la marque las diferencias más notables. En la primera había frescura, buenos diálogos y un buen equilibrio entre los momentos en los que conocemos mejor a Tony Stark con las escenas de acción, escasas incluso. En esta segunda parte encontramos diálogos alargados que aportan poco o nada, algunas escenas tediosas sin chispa, muchos más decorados, más de todo. Pero también un mayor sentido del espectáculo, de lo que la gente espera de verdad, de ver a Iron Man en acción: volando, golpeando, disparando y… aterrizando con su peculiar estilo.
‘Iron Man 2’ contiene escenas que harán casi olvidar el resto. Momentos poderosos, llenos de fuerza, especialmente cuando se enfrentan cara a cara Ivan Danko y Tony Stark. Cuyos carismas respectivos se adecuan con facilidad a sus personajes y eso se agradece. Le otorga esa proximidad, esa tensión y ese desafío que uno espera entre un superhéroe y un supervillano.
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