La verdad es que nunca he sentido una especial antipatía hacia Angelina Jolie, pero, por más que lo piense, me cuesta encontrar motivos para defender su trabajo como actriz, ya que ni siquiera las que están consideradas de forma más o menos unánime como sus mejores interpretaciones me dicen gran cosa. Todo ello me llevó a pensar que quizá fuera mejor que se centrase en la dirección, pero también he de reconocer que nunca sentí suficiente interés como para ver su primer largometraje de ficción.
La cosa cambió en el caso de ‘Invencible’ (‘Unbroken’, 2014), ya que es un título sobre el que siempre se ha comentado que podría ser nominado en múltiples categorías de los próximos Oscar, algo que no descarto que acabe sucediendo, pero lo cierto es que estamos ante una película que, pese al buen trabajo de su protagonista, merece mucho más “triunfar” en los Razzie que hacerlo en los premios de la Academia de Hollywood.
’Invencible’, rutinario clasicismo
Siempre recibiré con agrado el hecho de que una película apueste por un estilo más propio del cine clásico que de los excesos contemporáneos, tanto por contar con un ritmo más reposado para que la historia respire y se desarrolle a gusto de sus autores como por el hecho de que suele estar asociado a un generoso trabajo de producción que ayuda a dar un mayor empaque al título en cuestión. Un poco de todo eso hay en ‘Invencible’, pero está al servicio de un relato rutinario, repetitivo y alargado al que Jolie no consigue dar más fuerza con su convencional e intrascendente trabajo de puesta en escena.
Está claro que el hecho de leer los nombres de Joel y Ethan Coen en el guión transmite una mayor confianza en ‘Invencible’, pero yo aún recuerdo lo insatisfactorio que puede su último libreto que no rodaron ellos y me atrevería a decir que el que nos ocupa es incluso peor, aunque en este caso parte de la culpa hay que adjudicársela a Richard LaGravanese y William Nicholson. Su principal problema es que alarga demasiado la historia para lo que tiene que contar, con lo que sólo consiguen que las penurias de Zamperini nos acaben dando igual, ya que no puedes girar tantas veces sobre la misma idea cuando su mayor logro fue el mero hecho de sobrevivir.
Esa sobrecarga de sufrimiento parece únicamente motivada por la posibilidad de que la saturación emocional acabe logrando tocar la fibra sensible del espectador, ya que en ningún momento se da la suficiente profundidad a las motivaciones de un protagonista al que incluso llega a dar la sensación de querer equipararse con Jesucristo. Este último punto cobra fuerza en su tramo final, pero lo cierto es que la falta de entidad de Zamperini viene de antes, pues ‘Invencible’ nunca muestra interés alguno en dar una explicación satisfactoria a qué es lo que realmente le motiva, sino en los diferentes clímax dramáticos que surgen como consecuencia de ello.
Una buena actuación no es suficiente
La buena interpretación de Jack O’Connell es lo único que merece la pena rescatar de ‘Invencible’, ya que se apropia de un personaje muy limitado para conseguir transmitir de forma muy efectiva el maremágnum emocional por el que pasa Zamperini. Por desgracia, todo lo que le rodea está muy por debajo de su nivel y eso desluce hasta tal punto su buen hacer que lo convierte en un elemento irrelevante para valorar si es o no una buena película.
No tengo del todo claro que, pese a que eso afecte de forma notable al interés del resto de los personajes, el problema sea tanto centrar el relato de forma casi exclusiva en él como la aparente necesidad de Jolie de crear una obra importante que haga que sea merecedora de las alabanzas de la crítica y el apoyo del público. Esto se traduce en una duración desmesurada –parece que actualmente no se puede trascender con una cinta de duración ajustada-, algo que unido a su incapacidad para ir más allá de lo aparente en el dibujo emocional acaba dando como resultado mi completa desconexión hacia lo que sucede en pantalla.
Bueno, completa no, ya que la indiferencia acaba dando paso al cansancio y a la imperiosa necesidad de que todo esto llegue a su final de una vez. Es curioso que eso sería también lo que desearíamos si hubiésemos conectado con Zamperini, pero de haberse hecho bien querríamos que se impusiera a todos los obstáculos y fuera feliz, mientras que en la dura realidad simplemente queremos que aparezcan los títulos de crédito finales para abandonar la sala cuanto antes.
En definida, ‘Invencible’ es un quiero y no sé hacerlo, un intento de recuperar el tono y las formas del cine clásico al servicio de un relato mediocre y superficial que abusa del sufrimiento gratuito para justificar su mera existencia. Cierto es que su protagonista da lo mejor de sí mismo, pero tendrá que esperar a otras películas para que realmente sirva para algo más que evitar que el título en cuestión sea una completa pérdida de tiempo –lo siento mucho, pero su trabajado acabado técnico, que no de puesta en escena, tampoco me sirve para gran cosa si su contenido es el que es-.
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