'Insidious: la puerta roja' es la 'Boyhood' del cine de terror: un dilema paternofilial épico y sustos para cerrar con buen gusto la saga de James Wan

La quinta entrega de la franquicia de Blumhouse pone punto y final al conflicto de la familia Lambert

Mientras muchos estarán atentos al duelo de ‘Barbie’ y ‘Oppenheimer’, otros quizá prefieran algo más terrorífico y hay que recordar que el día 20, en el mismo fin de semana, también se estrena en cines ‘Insidious: La puerta roja’, la quinta entrega de la popular franquicia de terror que comenzó en 2010 con ‘Insidious’, aquella obra maestra dirigida por James Wan y escrita por Leigh Whannell, y ahora marca el debut como director de Patrick Wilson, quien también interpreta a Josh Lambert en la saga.

La película llega con un dato sorprendente, ya que se ha convertido en una de las películas más rentables del año y lleva recaudados 124 millones de dólares en todo el mundo frente a un presupuesto de producción de 16, logrando el número uno en su fin de semana y convirtiéndose en la segunda más taquillera de la saga. Sin embargo, este recibimiento del público no ha sido compartido por la crítica, que la ha masacrado de forma un tanto injusta, aunque en páginas de valoración popular como Imdb esta impresión se ha ido corrigiendo.

Porque es cierto, ‘Insidious: la puerta roja’ no será la mejor película de terror del año, pero sí que es un modesto pero muy digno cierre de la saga de los Lambert, que convierte la historia de Dalton y su padre en una especie de ‘Boyhood’ del terror, con la vuelta del reparto original, principalmente Ty Simpkins como Dalton Lambert, el hijo de Josh que hereda la capacidad familiar de proyectarse astralmente, y tambien Rose Byrne, Sinclair Daniel, Hiam Abbass y Lin Shaye retomando sus papeles de películas anteriores.

El pasado reprimido

Pero no es solo ver crecer al reparto infantil de la primera lo que la acerca a Linklater, también el fondo de la trama, que alberga un tratamiento de la paternidad y el trauma, la separación y el núcleo central se centra en Josh y Dalton, aquí nueve años después de los eventos de ‘Insidious: Capítulo 2’, película que hay que tener muy presente para entender sus implicaciones en el futuro. Es importante el juego entre el papel de héroe paterno de la primera parte y cuando Josh fue poseído por un espíritu malévolo y trató de matar a su familia.

En el presente, empezamos con el funeral de su madre Lorraine (Barbara Hershey). Josh ha reprimido sus recuerdos del otro lado y está divorciado de su esposa Renai (Byrne), mientras que Dalton comienza la universidad y trata de hacer frente a sus propias habilidades paranormales. Cuando Dalton accidentalmente hace un dibujo de la puerta roja en su clase de arte, desencadena una serie de apariciones que le ponen en peligro. Mientras tanto Josh, atormentado por sus experiencias en el reino oscuro, también comienza a tener visiones de su padre Ben Burton (Tom Atkins), quien creía que lo abandonó cuando era joven.

La película desarrolla con calma cómo Josh y Dalton descubren su problema y cómo afrontan su pasado, por ello Patrick Wilson parece estar más atento a los personajes que a los sustos, logrando contar una historia que atraviesa las décadas e incluso emocionar. El guion se toma su tiempo en explorar las consecuencias de un gran trauma, representando el despertar de recuerdos reprimidos como una regresión de abuso paterno real. No es difícil encontrar reminiscencias al ciclo del alcoholismo dentro de la familia y su impacto, representado como el demonio rojo escondido.

Dolor y perdón entre generaciones

No es de extrañar, puesto que la referencia de la segunda entrega fue ‘El resplandor’, que utilizaba también la posesión fantasmal para representar la difícil ambigüedad de la pérdida de control y la violencia en una persona con vínculos afectivos. Hasta cierto punto la historia de Dalton no es diferente a lo que propone ‘Doctor Sueño’, pero su relación con su padre tiene más vías de escape para la redención. Claro que la dirección de Wilson queda lejos de Wan o Whannell, pero a diferencia de otros títulos más llamativos visualmente, su corrección está al servicio de este relato de perdón intergeneracional que se traslada de abuelo a hijo y nieto en un eco de heridas escondidas en dimensiones ocultas.

Esto no significa que la película esté carente de terror, y hay una sucesión alterna entre sustos facilones y golpes de montaje muy pobres con algunas apariciones silenciosas que se meten bajo la piel, siluetas borrosas y un juego constante con la profundidad de campo muy elegante. La secuencia del TAC seguramente entrará al podio de las mejores de la franquicia. Algo que juega a favor de Wilson es que no trata de emular ni tratar de ser Wan, sino que se apoya en películas de fantasmas incluso más clásicas, con algunos momentos de fantasmas torturados que parecen más homenajes a ‘El sexto sentido’ que a la propia saga.

Pese a que no hay una puesta en escena memorable, a veces es incluso torpe, el mimo por equilibrar impacto e historia no abunda en el cine de terror reciente e ‘Insidious: la puerta roja’ redondea bien un arco épico que da valor a momentos e imaginería clave de la saga, desde el arte infantil de Dalton a su conmovedor cuadro final, confirmando al demonio carmesí como un icono sobrenatural moderno, encajando también con gracia apariciones de personajes clave de la saga en una despedida agradable, mejor de lo que la han pintado.

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