'Lluvia de albóndigas' ('Cloudy with a chance of Meatballs', 2009), 'Infiltrados en clase' ('21 Jump Street', 2012) y 'La LEGO película' ('The Lego Movie', 2014) son las tres películas que han estrenado hasta la fecha Phil Lord y Chris Miller. Todas ellas me gustan, pero también soy consciente de que funcionan mejor como entretenimiento que como comedias, ya que demostraron un ingenio fuera de toda duda, pero siempre les ha faltado algo para terminar de redondear la faena.
Eso es algo que empezaron a superar con el excelente desenlace de 'La LEGO película' -título que también tenía algunos grandes gags, pero menos de los que esperaba-, pero no tenía muchas esperanzas en que pudieran lograrlo con 'Infiltrados en la Universidad' ('22 Jump Street', 2014), ya que a priori parecía una secuela hecha únicamente por el gran éxito que tuvo 'Infiltrados en clase'. Pues bien, no ha sido así, ya que es la película de Lord y Miller con la que más me he reído y también mi trabajo favorito suyo hasta la fecha.
'Infiltrados en la Universidad', desternillante secuela
Justo es reconocer que Lord y Miller no habían demostrado hasta ahora un marcado interés en la importancia de los gags dentro de una comedia, pero eso ha cambiado para intentar conseguir que 'Infiltrados en la Universidad' sea algo más que un refrito de su entretenida primera entrega. La sorpresa en este punto fue tal que tuve que revisionar 'Infiltrados en clase' para comprobar si es que sencillamente recordaba mal, pero no fue así, ya que la primera era un buen pasatiempo que como comedia no era nada del otro mundo, pero perdí la cuenta de las veces que me reí con su secuela.
Si nos fijamos en el guión, comprobaremos que los nombres de Lord y Miller no aparecen en él, por lo que quizá sea un poco injusto otorgarles tanto mérito -aunque los gags visuales también tengan su cuota de importancia- en detrimento del acertado giro de tuerca que el libreto de Jonah Hill, que también escribió el de la primera entrega junto a Joe Gazzam, Michael Bacall, Rodney Rothman y Oren Uziel dan a la franquicia. Aquí no importa tanto el ingenio de lo que se plantea -el enfoque es mucho más convencional- como la necesidad de hacer reír al espectador.
Channing Tatum es el gran beneficiado de esto, porque el rol de triunfador le pega más a su personaje y le permite desarrollar más unas habilidades cómicas que sólo funcionaban de forma muy puntual en 'Infiltrados en clase'. Además, la química con Hill, que también está más divertido aquí que en la primera, también resulta más estimulante y el juego que se plantea equiparando su amistad a una relación amorosa es de lo más efectiva, tanto desde el punto de vista argumental como por el hecho de que nos ofrece multitud de situaciones hilarantes.
Lo que está claro es que no se puede esperar que sea especialmente original, pero la película, como ya sucedía en la primera entrega a menos escala, se ríe continuamente de ello buscando una mayor complicidad con el espectador. Resulta también un acierto el aumento de importancia del personaje interpretado por Ice Cube, que protagoniza varios momentos desternillantes, y la reveladora adición de Jillian Bell en un rol que tiene como principal función humillar -con estilo- de forma constante a Jonah Hill. Esto entra en la acertada decisión general de potenciar más a los secundarios que en la primera entrega, aunque también traiga consigo alguna pequeña muestra de debilidad.
Otro aspecto que cambia de forma sustancial es el ritmo, que gana velocidad para ir en sincronía con la avalancha de chistes que nos golpea durante su visionado -como es natural, no todos funcionan igual de bien-. Lo mejor de todo es que esto se mantiene durante el tramo final sin que la amenaza a la que se enfrentan los protagonistas resulte demasiado chabacana o algo peor, el principal peligro cuando entra en escena el lado más serio en una comedia de este tipo. Aquí se mejora respecto a la primera entrega de esta puesta al día de la televisiva 'Nuevos policías' (1987-1991).
En definitiva, 'Infiltrados en la Universidad' es una película muy graciosa con la que difícilmente no pasarás un gran rato siempre y cuando no te produzca alergia su sentido del humor. Eso sí, le sucede lo mismo que a 'Locke' (Steven Knight, 2013), ya que falta ese chispazo de genialidad que la convierta en una película realmente memorable. El único momento que realmente lo consigue es durante sus magníficos títulos de crédito finales, los cuales consiguieron que me riera como pocas veces lo he hecho durante mis ya 30 años de vida.
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