Desde principios de este mes, está a la venta en DVD y Blu-ray ‘Infiltrados en clase’ (‘21 Jump Street’, 2012), la recreación, o más bien parodia, de Phil Lord y Chris Miller, de la serie televisiva del mismo título original. Actores de entonces, como Johnny Depp, hacen aquí cameos, junto a los protagonistas, Chaning Tatum y Jonah Hill, dos agentes de policía que tienen que volver a su época de instituto para una misión.
Con ese planteamiento, sería de esperar un film catártico de segundas oportunidades, de aprender con el tiempo y la madurez a desenvolverse en situaciones que en la adolescencia no éramos capaces de superar. Sin embargo, aquí se traza algo bien distinto: lo que ha cambiado la gente joven en menos de diez años. Esto es una reflexión sobre el cine de instituto que, desde los setenta y principalmente los ochenta, viene perpetrando los mismos estereotipos. ‘Infiltrados en clase’ viene a destruirlos todos.
Michael Bacall, quien firma el guion a partir de un argumento suyo y de Jonah Hill, es muy consciente de lo que hace. Los autores parten precisamente de esos conceptos ya establecidos en las películas de instituto y también en el de policías –como la reconciliación entre los dos protagonistas, cuya amistad tiene que estar por encima de todo lo demás: el amor de las mujeres, el trabajo, etc– y de cada uno de ellos obtienen un guiño. En apariencia, nos encontramos ante una trama no solo manida, sino también ramplona. Pero en la segunda lectura descubrimos que nadie se está riendo más de esa simplicidad que quienes la han escrito adrede.
Ni un solo instante o elemento queda desaprovechado en la búsqueda de bromas, ni siquiera su propio concepto de partida: el comisario les reconoce que han aprovechado una idea antigua y que esperan que nadie se dé cuenta. Los cameos y el choque de manos, que era el signo de identidad de la cabecera de la serie sirven también para la mofa. Tanto se han divertido los creadores de ‘Infiltrados en clase’ que es muy probable que tal vez se han olvidado del público al incluir, en ocasiones, referencias algo oscuras para el público genérico. Los más jóvenes, que no viesen en su momento la serie, se pierden cualquier recuerdo de entonces. Y quienes hoy en día tampoco estén versados en la televisión de humor, puede que no reconozcan a muchos de los rostros que por allí pasan, como los actores de ’30 Rock’ y de otras series humorísticas de actualidad.
‘Glee’ tiene la culpa
A pesar de lo dicho, hay un detalle en esa primera capa, es decir, en esa trama que parece simple, que me gusta más aún que el humor auto-paródico. Se trata del cambio de los chavales del instituto que mencionaba más arriba. Ahora, todos son ecologistas y nadie oculta su homosexualidad. El insulto que insinúa una tendencia sexual está basado en la suposición de que el insultado no la comparte. Por ello, no puede tener mejor respuesta reconocer, sin problema, que sí, que se es. De esa forma, quien queda desarmado es el agresor. La frase que lo resume todo para ellos es “‘Glee’ tiene la culpa” y, de hecho, según se comenta en EE. UU., esta serie ha supuesto un revulsivo para la juventud de aquel país que en estos momentos prefiere ser diferente que popular.
El intercambio de papeles que hace que el otrora gordito friqui ahora sea el elegido y que el cachas guapetón se quede en la sombra supone otra observación curiosa, aunque no sé hasta qué punto real –me gustaría creer que del todo, pero me cuesta–. Si bien no es novedosa, está enfocada con cierta capacidad para sorprender.
Es en esa vertiente paródica donde encuentro a un Chaning Tatum que por primera vez me creo y con quien por fin conecto. Para ello, el actor deja de tomarse en serio a sí mismo –cosa que supongo que hace hasta que se nos atragante en la autobiográfica ‘Magic Mike’, que produce para Steven Soderbergh–. Jonah Hill, por el contrario, sí se ha tratado de cuidar más. Tras perder peso, quizá él mismo ha creído que puede representar al guay de la clase, cuando realmente solo nos sigue haciendo gracia si se mantiene en ese personaje patético que nos resulta tan real. Ice Cube está claramente pasándoselo bien con su explotación del estereotipo de “negro cabreado” y de la misma manera han intervenido el resto de los famosos.
En conclusión o en resumen: si nos quedamos con la capa superficial de ‘Infiltrados en clase’, encontraremos una historia que funciona a base de tópicos mal empleados y cargantes. Si profundizamos hasta la segunda, veremos que no es otra cosa que una constante auto-parodia con bastante gracia. Hay películas con las que se entrevé que su equipo se lo ha pasado muy bien creándolas. Esta es una de ellas.
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