Pese a contar con más de 20 años de carrera a sus espaldas y a haber sido uno de los protagonistas de la muy recomendable ‘Malcolm in the Middle’, poca gente estaba familiarizada por el nombre de Bryan Cranston antes de dar vida a Walter White en ‘Breaking Bad’. Lo que sí es lógico es que su magnífico trabajo durante 62 episodios no pasara por alto y que haya sido durante los últimos años cuando el cine se ha fijado realmente en él.
Hace apenas unos meses pudimos verle en ‘Trumbo: La lista negra de Hollywood’, un estimable remake en el que prácticamente todo parecía destinado a su lucimiento personal, algo que le permitió llegar a ser nominado al Oscar de mejor actor. Ahora es el turno de ‘Infiltrado’ (‘The Infiltrator’), con varios puntos en común con la primera y con el aliciente de ser el regreso de Cranston al mundo de las drogas, aunque desde otra perspectiva.
Breaking Good
Resulta comprensible querer buscar paralelismos con ‘Breaking Bad’ por el tema que se aborda en ‘Infiltrado’, pero lo máximo que puede decirse al resto es que Cranston interpretó en las dos ocasiones a hombres algo grises cuya inmersión en el narcotráfico sacaba a relucir sus verdaderas cualidades, estando entre ellas la del engaño. La gran diferencia es que Walter White las usaba para el mal y Rober Mazur para el bien, escondiéndose ambos bajo otros nombres.
Visto así una podría pensar en un reverso positivo con un nivel similar al de la extraordinaria serie creada por Vince Gilligan cuando lo cierto es que estamos ante una de esas películas con suficientes virtudes para que su visionado valga la pena, pero no tantas para ir más allá de convertirse en uno de esos títulos que disfrutas y al de unos días ya has olvidado casi por completo. Ese es el terreno en el que se mueve ‘Infiltrado’ y en parte es por la propia actuación de Cranston.
Ha llegado un punto en el que estoy empezando a tener claro que sí, Cranston es un actor con mucho talento, pero lo suyo no son los papeles limitados a apenas un par de horas, ya que necesita más espacio para explayarse a gusto, hacerse realmente con el personaje y llevarlo a otro nivel. En ‘Infiltrado’ cumple bien, tanto cuando ha de echar mano de un carisma arrollador como cuando ha de mostrar su lado más humano, pero en ambos casos sabe a poco por la inevitable superficialidad del guion de Ellen Sue Brown.
’Infiltrado’ se queda en la superficie
Justo es señalar que el personaje de Cranston es el menos afectado por ello, pero también que eso es lo que realmente impide a ‘Infiltrado’ llegar a otro nivel. El motivo es que hay tanta historia que contar con tal variedad de personajes que el global acaba sabiendo a una versión demasiado reducida de lo que sucedió. Es ahí donde surge la sensación de que casi todo esté al servicio de su protagonista, pero, por suerte, hay otras virtudes a tener en cuenta, aunque algo inconsistentes.
Pensemos por ejemplo en la puesta en escena de Brad Furman, en la cual sobresale su intento de crear un clima nervioso en el que parezca que en cualquier momento puede haber un arrebato de violencia que ponga patas arriba el plan del protagonista. Eso incluso encuentra respaldo en su look visual -aunque más por el equipo técnico que por sus aportaciones-, pero luego no es algo que logre mantener en todo momento cuando la película lo necesita y esos altibajos provocan que uno nunca entre realmente del todo en lo que se nos está contando.
Todo ello también podría decirse del resto de su amplio y llamativo reparto, ya que ni uno sólo de sus integrantes lo hace mal o apuesta por echar mano del piloto automático para salir del paso. Todos cumplen con mucha holgura, pero luego casi todos los personajes están desdibujado en mayor o menor medida y contra eso poco o nada pueden hacer, ya que tampoco tienen el espacio suficiente como para compensarlo realmente mediante sus actuaciones.
Igual el problema es que ‘Infiltrado’ debería haber sido una serie de televisión -o una miniserie- en lugar de una película, pero puede ser también que sus responsables no hayan sabido en qué centrarse exactamente para que hubiera algo más que el viaje de su protagonista, e incluso ahí nunca terminan de dar en la diana. Esa falta de foco global y el hecho de que todo suene a visto en otras ocasiones es lo que termina de condenarla a no poder ser más que una propuesta más que digna.
En definitiva, ‘Infiltrado’ es una película en la que merece la pena dedicar nuestro tiempo, pero no es una que vaya a ofrecernos nada especialmente conseguido, ni siquiera la buena interpretación de Cranston. Sospecho que la propia historia que cuenta requería de más espacio para poder contarla con calma y así desarrollar todas sus posibilidades, pero no ha sido el caso.
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