La vida es un viaje que da muchas vueltas, y el final está próximo al comienzo. Así que si necesitas un cambio, disfruta el viaje.(Edward James Olmos)
En otoño de 2008, el popular Joaquin Phoenix anunciaba su retirada del cine con la intención de iniciar una carrera en la música, concretamente en el hip hop. Las sospechas de que todo era una farsa aumentaron cuando meses después el actor acude al programa de David Letterman convertido ya en el desaliñado J.P., su nueva identidad; con aspecto de haber vivido en una isla desierta, ofreció la imagen de un hombre totalmente desconectado de la realidad, incapaz de seguir una entrevista corriente. Enseguida se supo que Casey Affleck, su amigo y cuñado, lo acompañaba y filmaba sus actos públicos, pero no fue hasta la presentación oficial de ‘I´m Still Here’ en la Mostra de Venecia, en septiembre del año pasado, cuando se despejaron por completo todas las dudas sobre el film, apareciendo Phoenix por primera vez ante las cámaras impecablemente arreglado y afeitado.
Lo cierto es que no habría sido necesaria ninguna aclaración por parte de sus responsables, a cualquiera que vea ‘I´m Still Here’ le resultará evidente que se trata de un relato ficticio, que no está asistiendo al verdadero desmoronamiento de una estrella del cine. Se apoya en la realidad, aparecen eventos verídicos, noticias tal cual se emitieron, e intervienen un buen número de famosos (Ben Stiller, Bruce Willis o Jack Nicholson) que, por así decirlo, se interpretan a sí mismos, incluyendo por supuesto a Joaquin Phoenix, que hace todo lo posible por mantener intacta la ilusión. La paradoja es que, aun con todo eso, no hay autenticidad en ‘I´m Still Here’, no resulta creíble en ningún momento esta, no obstante, atípica y atrevida propuesta perpetrada por el protagonista de ‘Two Lovers’ y el hermano de Ben Affleck, que firma un flojísimo debut como realizador.
Nunca intenté engañar a nadie. La idea de una, y cito, estafa, nunca pasó por mi mente.(Casey Affleck)
‘I´m Still Here’ (en español, ‘Aún sigo aquí’) nos presenta a Joaquin Phoenix, un famoso actor que está harto de lo que hace, de su trabajo y de todo lo que lo rodea. Así que un buen día decide abandonar su carrera y probar suerte como cantante de rap. Nadie le toma en serio, pero el ahora conocido como J.P. está convencido que su nueva aventura le permitirá sentirse realizado, expresar todo lo que lleva dentro. El cambio resultará mucho más complicado de lo que esperaba, y aunque consigue algunas reuniones con el influyente Sean Combs, alias P. Diddy, que parece interesado en su nueva faceta musical, Phoenix no consigue convencer a nadie y solo encuentra obstáculos, refugiándose en las drogas, el sexo y la autocompasión. Las pocas actuaciones de las que dispone para demostrar su talento son un desastre, y enseguida se convierte en el hazmerreír de los medios, en una burla andante. Cada vez más solo y desesperado, quizá sea tiempo de afrontar el fracaso…
Enmarcada en el estilo del “mockumentary”, esto es, una sátira con apariencia de documental, ‘I´m Still Here’ trata de simular con toda crudeza la destrucción del artista a través de una mezcla de imágenes de reportajes verdaderos, actos públicos reales, supuestos vídeos caseros de su infancia en Panamá (en realidad, Joaquin Rafael Bottom Dunnetz nació en Puerto Rico, y esas escenas se rodaron en Hawaii, con actores) y de su intimidad, rodeado de unas pocas personas de su plena confianza. La cámara de Casey Affleck refleja el deterioro físico y mental de Phoenix, que aparece en pantalla como un auténtico chiflado que es incapaz de ver que está haciendo el ridículo. A lo largo de unos excesivos noventa minutos le vemos soltar todo tipo de estupideces, juntar rimas torpemente, esnifar droga, mantener sexo con una prostituta, discutir con su círculo de amigos, ir de un lado para otro sin mucho sentido, e incluso servir de retrete humano. Affleck ya advirtió que no sería fácil ver su ópera prima. Imagino que no esperaría que le aplaudieran por ello.
Reconozco el valor de la idea y admiro la capacidad de Phoenix para sumergirse con convicción en este proyecto suicida, pero no me convence en absoluto el resultado, lo veo a años luz de lo que se pretendía. Posiblemente intentaron montar una gran broma y descubrieron demasiado tarde que nadie les estaba prestando atención, quedando una película torpe a medio camino de todo, que quedará como un chiste sin gracia en la filmografía de las dos estrellas estadounidenses. Affleck se muestra excesivamente confiado en la magia de lo espontáneo, en que basta con enfocar a los actores (ya lo sean consciente o inconscientemente) y dejar que improvisen lo que les salga del alma, pero es muy complicado sacar algo meritorio de esta forma. Se enfocan situaciones vacías, conversaciones anodinas, y como no hay nada, se recurre a la repetición y al excesivo subrayado, para que nos quede muy claro que este patético individuo se encamina de manera imparable a la destrucción, y que los demás se están partiendo de risa a su costa. Nos quedó claro con el show de Letterman, no hacía falta mucho más.