Pues sí, está usted leyendo bien. Hay hombres murciélago, pantera, arena, electricidad y, claro, ahora tocaba ya el niño iPhone. ¿Tontería? Puede ser, pero qué superhéroe más representativo de la generación Z puede haber que un muchacho con poderes de Smart phone. Tom, un adolescente tímido, recibe un disparo cuando interrumpe unos matones agrediendo sexualmente a su amiga Lucy. En vez de morir, las piezas integradas de su teléfono en el cerebro le permiten conectarse a cualquier red con su mente.
Una idea absurda, que se adhiere a la lógica de los cómics de superhéroes más adolescentes y pulp, aquellos en los que la ciencia ficción tenía una secuencia de causa efecto del orden “radiación–poderes” y lo que importaba eran las relaciones interpersonales del protagonista. En este caso el poder de mandar whatsapp con la cabeza o cambiar la lista de reproducción de itunes de los villanos representa bastante bien las ansiedades de una nueva generación, por estúpido que resulte.
Héroes millenial
Netflix se ha ganado parte de su consolidada posición gracias a sus series originales de héroes Marvel en los últimos años, así como sus películas de producción propia. Aunque estas no suelen ser tan destacables, en esta ocasión han logrado un híbrido de ambos formatos con resultado más entretenido y resultón de lo que suelen ofrecer últimamente. Basada en una novela juvenil de Kevin Brooks, ‘iBoy’ muestra las calles del sur de Londres como un escenario tan sombrío y peligroso como Gotham.
Y es que, si bien el argumento y personaje son una versión de Spider-Man demasiado descarada (hasta tiene su propia tia May), el sabor británico le confiere un bocado de realidad que comparte con la serie de culto ‘Misfits’ (2009-2013) añadiendo toques oscuros alrededor de problemas serios de la cultura juvenil como el bullying o las agresiones sexuales. El enfoque es serio, e incluso hay matices de cyberpunk y body horror, la violencia se puede sentir, lo que contrasta con su espíritu comiquero.
Quizá, la legitimidad de la propuesta proviene de la gran química entre los dos actores, Bill Milner y Maisie Williams, habitual en el género gracias a ‘Juego de Tronos’ (Game of Thrones, 2010-) y ‘Doctor Who’. Lucy no es la típica víctima y el iBoy de turno es un Peter Parker mucho más geek, pero ambos son creíbles y logran dotar a su relación de cierta con cierta complejidad más allá del “friki enamorado”, lo que añade un tono distante a la fría atmósfera en general.
'iBoy', sin wifi
Aunque los poderes del muchacho no son demasiado brillantes (si su única manera de luchas contra el mal es hacer sonar la alarma del móvil de los villanos no le auguramos una gran carrera) el planteamiento y los personajes funcionan casi automáticamente y su primera mitad logra enganchar y crear niveles de emoción suficientes como para olvidar que la segunda no es tan brillante. Además, el villano está demasiado cortado por un molde de ganstercillo de barrio venido a más que hemos visto demasiadas veces.
Toda la resolución queda un poco en el terreno de lo mil veces visto, pero se hace tan funcional como cualquier episodio de una serie de el canal CW, con sus estructuras miméticas y su ritmo sin cuartel. Este ‘iBoy’ bien podría ser cualquiera de los héroes adolescentes que ayudan a Flash o Arrow en alguno de los seriales del universo DC que rigen la televisión adolescente. De hecho, quizá el problema de la película es que parece un piloto alargado para una posible serie.
Como tal, no sería una mala idea tener algunos episodios más, pero como película queda algo coja, insuficiente, casi por su condición de producto de consumo instantáneo, muy en la línea de la filosofía de la nueva cultura online que recrea. Su propia naturaleza es una sátira sobre la dependencia al movil, al feed, a los datos y las redes de toda una nueva generación. La prueba es que si ‘IBoy’ hubiera nacido hace 15 años, apenas podría hacer gran cosa con sus poderes. Tampoco sabemos si funciona sin wifi.
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