La industria audiovisual surcoreana lleva muchos, pero que muchos años, dándonos tremendas alegrías. Del mismo modo, somos una gran cantidad de devotos los que llevamos una larga temporada reivindicando su maestría a la hora de contar historias en imágenes; particularmente en lo que respecta a su dominio del suspense y a su capacidad innata para sorprender con unos juegos narrativos y estructurales atípicos fuera de sus fronteras.
Las muestras de genio que pueden encontrarse en los que llevamos de siglo son incontables, y van desde la extraordinaria trilogía de la venganza de Park Chan-wook a esa aterradora catedral titulada 'Encontré al diablo', pasando por bombazos de alto voltaje como 'The Yellow Sea', 'El hombre sin pasado' o 'The Chaser'. No obstante, pese a esto, el reconocimiento masivo de esta factoría asiática en occidente tardó en llegar más de lo merecido.
Puede que, junto a la indiscutible victoria en los Óscar de la 'Parásitos' de Bong Joon-ho, la irrupción definitiva de Corea del Sur en nuestras pantallas llegó de la mano de 'El juego del calamar', y es precisamente su protagonista, Lee Jung-jae, quien ha vuelto a demostrar el poderío de su tierra natal con su debut en la dirección; un electrizante thriller de espionaje cargado de acción que, bajo el título de 'Hunt. Caza al espía', nos brinda una nueva dosis de cine de primera categoría.
Cuatro actos sin pestañear
La primera escena de 'Hunt', además de permitirnos paladear una primera muestra de los niveles de tensión y del ritmo agotador que marcan sus ajustados 125 minutos de duración, dejan entrever que Lee —que también encabeza el reparto del filme— no sólo tiene una presencia arrolladora frente a las cámaras; también hace gala de un dominio de la tensión y el lenguaje cinematográfico impropios de un debutante.
En tan sólo unos minutos, el director, apoyado por el director de fotografía Lee Mo-gae —'El redentor', 'El bueno, el malo y el raro'— y, sobre todo, por el apabullante montaje del veterano Kim Sang-beom —responsable de los cortes de joyas como 'Old Boy' o la mencionada 'El hombre sin pasado'—, condensa y anticipa el trepidante festival de giros imposibles, tiroteos y conspiraciones sobre el que se construye el que, sin duda, es uno de los primeros grandes estrenos de 2023.
Dejando a un lado la pulcritud formal que, a estas alturas, suele darse por sentada en este tipo de producciones, es de rigor elogiar el igualmente efectivo tratamiento narrativo de una 'Hunt' que aprovecha hasta la última gota de su cuidada ambientación en la convulsa Corea del Sur dictatorial de principios de los años 80 y de las históricas tensiones con sus vecinos del norte.
Este atractivo marco sirve de base a un relato en el que los golpes de efecto lo son todo y que peca de un exceso de complejidad que podría jugar una mala pasada a los espectadores más despistados, quienes probablemente se pierdan entre topos, pistas y dobles juegos. Eso sí, todo aquél que se sobreponga a este pequeño inconveniente disfrutará de de un intenso viaje que alcanza su punto álgido gracias al gusto surcoreano por la estructura en cuatro actos.
Y es que, cuando 'Hunt' parecía habernos dado todo lo que podía ofrecernos —que no es poco— y sugería la llegada de un anticlímax que cerrase el arco dramático de su protagonista, acelera para alcanzar nuevamente la velocidad de crucero y, eventualmente, superarla en una setpiece final que podría ser descrita con dos únicos adjetivos: excesiva y espectacular. Un inesperado broche de oro para un thriller que puede que no destaque entre sus congéneres más célebres, pero eso, hablando de esta industria, ya es sinónimo de gran calidad.
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