Una noche de Halloween llena de sangre, norias, adolescentes decapitados y algodón de azúcar
El 23 de febrero llega a cines ‘Horror Park’ (Karusell), una cita para amantes del slasher de nueva hornada dirigida por el cineasta sueco Simon Sandquist, cuya premisa tiene lugar durante una visita a un parque de atracciones donde unos adolescentes serán perseguidos, adivinen, por un maníaco homicida enmascarado. Lo de siempre, sí, pero con algunos detalles que le dan una dignidad que no todas las películas de este sobado subgénero consiguen.
La reciente hornada de revival del slasher juvenil ha dado propuestas estupendas, como la trilogía ‘Fear Street’ y otras que resultan artefactos nostálgicos para fans que acaban cayendo en todo lo que supuestamente parodian. Las secuelas de ‘Scream 5’ y ‘Scream 6’ juegan con la metareferencia y las reglas del subgénero, pero ofrecen pálidas regurgitaciones de la idea de Wes Craven.
En el peor de los casos, tenemos una nueva tendencia que mezcla ideas de ciencia ficción para darle un twist de comedia al slasher, desde ‘Feliz día de tu muerte’ a ‘Totally Killer’, pasando por variaciones como ‘Este cuerpo me sienta de muerte’, que elevan el uso de la etiqueta de terror para la pantomima con caras conocidas y la nostalgia encubierta a la categoría de cringe. Sin ser un título a tener en cuenta en el panorama del terror actual la propuesta de Sandquist resulta más entretenida y despojada de equipajes innecesarios.
Pesadilla en el parque de atracciones
Quizá por pura simpleza, ya que no tiene mayor intención que trasladar la tendencia americana al lenguaje de Suecia, sin exabruptos ni nada que la haga destacar especialmente. Es la barra de pan básica de las películas slasher con adolescentes de los últimos años. Todo está en su punto de sal, no tiene conservantes y es de consumo único para un día. Probablemente mañana no nos acordaremos de ella, pero cumple su función.
La trama sigue a Fiona, la encargada de un parque de atracciones a la que le toca ocuparse de unos antiguos amigos del instituto que han ganado una visita previa exclusiva de Halloween, una noche entera para ellos solos. Hay Algodón de azúcar y norias pero la diversión se convierte rápidamente en una auténtica pesadilla cuando se dan cuenta de que no están solos en el parque y sus pecados del pasado regresan en forma de una inquietante máscara de niña.
Lo que sigue es una divertida variación teen de ‘La casa de los horrores’ (1981) para la generación Z, que se une a una colección terrorífica de películas ambientadas en parques de atracciones y temáticos, como ‘31’ de Rob Zombie o la estupenda ‘Haunt’, que se centraban más en los trenes de la bruja de esas ferias. Quizá ‘Horror Park’ se acerque más a otras como ‘Hell Fest’ y añada un punto de la coasterphobia (miedo a las montañas rusas) que también implementó ‘Destino Final 3’ (2006), de James Wong.
Sin sorpresas pero efectiva
Sencilla y arquetípica, sigue paso a paso todas las claves para lograr un sólido slasher juvenil, con suficiente sangre y más honestidad que la mayoría de sospechosas del revival de los 90, aunque saque la carta de ‘Sé lo que hicisteis el último verano’ en su trama, algo que llevamos también viendo sin parar en la piara de slashers europeos que incorpora regularmente Netflix en su catálogo. Quizá esta esté un punto por encima de la mayoría de estos, pero tampoco está desencaminada a revivir esa energía de Déjà vu.
Con el toque exótico de ser una producción sueca en un inmenso parque que responde muy bien en la fotografía nocturna, no reserva demasiadas sorpresas para el aficionado veterano, pero en su falta de ambición también hay un compromiso casi clasicista para enarbolar con paciencia su trama elemental y personajes. Es decir, de forma casi orgánica acabamos preocupados por Fiona y los giros que hemos visto antes marcan un buen ritmo que, si bien no cambian la vida, sí funcionan, aunque sea por comparación con otras que al final no acaban de satisfacer.
En su modestia, también logra algunas muertes bastante sorprendentes para su tono, con una perversa bajada de montaña rusa, algún corte más sangriento de lo esperable y alguna cabeza volando, que impactan por lo inesperado en una producción a todas luces adocenada, que ya es algo más de lo que ofrecían antiguos hits a la sombra de Wes Craven como ‘Un San Valentín de Muerte’. No hay ninguna razón especial para ir ver como loco ‘Horror Park’, pero tampoco ninguna por la que no se pueda disfrutar como un trozo de jengibre que nos limpie el paladar antes de volver a las versiones Norteamericanas de siempre.
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