Una mujer (Janelle Monáe) aparece en una barca en mitad de un lago. Grita ayuda y nada. No recuerda cómo ha llegado allí y la única pista es un vial propiedad de Geist. Este es el misterio con el que parte la temporada 2 de 'Homecoming', el thriller de Amazon Prime Video basado en el podcast homónimo de Micah Bloomberg y Eli Horowitz.
Estrenada en 2018, con Julia Roberts de protagonista en su inicio, la serie nos cuenta la historia de un misterioso programa de rehabilitación psicológica de militares que sufren estrés post-traumático a través del caso de Walter Cruz (Stephan James). En esta ocasión, lidiamos con qué pasó "después" de esos diez episodios.
No me quiero adentrar en detalles, pero estos nuevos episodios tendrán en el centro, además de los personajes de Janelle Monáe y Stephan James a Audrey (Hong Chau), la asistente que ha trepado hasta la cima de Geist; a Leonard (Chris Cooper) el excéntrico fundador de la empresa; y a Francine Bunda (Joan Cusack), militar interesada en lo que ofrece Geist.
Una segunda temporada distinta en todos los sentidos
Más allá del cambio de protagonista, hay varios factores que destacan en esta nueva temporada de 'Homecoming' y que la distinguen respecto a la primera tanda de episodios. La primera es la más evidente y está en el sentido argumental e incluso de género. Aunque narrativamente seguimos teniendo elementos de thriller, de intriga y suspense, la trama no va por ahí.
Sí que es verdad que comienza como tal y la premisa de ver al personaje de Janelle Monáe amnésica y en medio de un lago hacen pensar en ello, pero en estos nuevos episodios no giran tanto en torno al qué ha pasado sino el porqué de esto. Es una secuela tan directa como tangencial de la temporada 1, con mucho foco en la sede de Geist y cómo lidian tras la debacle del programa militar.
En este sentido nos encontramos con la segunda gran diferencia: el guion ya no navega entre dos líneas temporales. Al menos no del mismo modo que en la primera. Comenzamos con el presente y, a partir del tercer episodio nos encontramos con un flashback que ocupa todo el segundo acto. Es todo muy lineal.
También tenemos la tercera distinción: aun conservando (que para esto está), las líneas estéticas legadas por Sam Esmail en la primera temporada, la dirección de Kyle Patrick Álvarez es insípida. Ya no pido que replique la fuerza visual que tenía esa primera temporada de la serie, pero que al menos intente captarnos con su narrativa fotográfica.
Lo que sí que mantiene es ese toque de cierto humor y ligereza tan característico del cine de Hitchcock del que 'Homecoming' bebe a espuertas. Sigue conservando ese espíritu de cine de suspense clásico pero la trama no termina de acompañar y ciertos momentos parecen autoparódicos.
No es que la temporada 1 de la serie fuese maravillosa (tenía sus altibajos y se desinflaba episodio a episodio), pero sí que manejaba bastante mejor la historia a lo largo de diez episodios en los que se atisbaba ambición. En esta ocasión tenemos tres capítulos menos, lo cual hasta se agradece, para una historia evidentemente menos compleja, más lineal e tenue.
Una película a trozos que apenas rasca la superficie
Una de las cosas que más urticaria me produce es cuando se piensa o se plantea una serie como una película partida en capítulos. En el caso de la temporada 2 de 'Homecoming' esta definición encaja como un guante. Sus poco menos de tres horas y media (cada episodios es de poco menos de media hora) se ven perfectamente sin solución de continuidad.
Pero también acusan de un desarrollo de personajes precario, no yendo más allá de los grandes rasgos de los protagonistas. No hay sutilezas e incluso lo más interesante que es cómo lidia Walter Cruz en la actualidad, se ve en un segundo plano.
En definitiva, la temporada 2 de 'Homecoming' parece más un spin-off que una continuación propiamente dicha. Si bien tiene esos elementos ligeros que la convierten en una opción bastante válida para ver en un par de tardes, la sensación de insatisfacción queda ahí.
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