'Hit Man' es un simpático gazpacho de comedia romántica y thriller noir que demuestra que Glen Powell es una estrella en ciernes

Han pasado unos años desde aquella ‘Sicario’ de Denis Villeneuve, y la idea del asesino a sueldo sigue haciendo protagonistas en el cine de vidas que imaginamos, absorbemos como ficción y decantamos en la realidad como algo factible. La ‘Hit Man’ de Richard Linklater desafía a priori cualquier categorización de género , ya que entrelaza elementos de adaptación de hechos reales, thriller y cine negro con un estudio filosófico de la identidad, pero en su principal motor de trama es más bien una comedia romántica.

Linklater no pretende ser David Fincher, quien en su ‘El asesino’ parecía reírse de la profesión de matarife a través de una simulación del trastorno obsesivo compulsivo, y rimaba tanto con su puesta en escena meticulosa, que hasta parecía una autoparodia metacinematográfica. Poca de esa puesta en escena exquisita hay en este nuevo estreno, pese a que goza de gran éxito de crítica, lo que sin duda sirve como nueva confirmación de la capacidad de Linklater para elaborar una narración estimulante intelectualmente como entretenida.

Comedia de enredo indie que no se pone demasiado oscura

‘Hit man’ da una vuelta de tuerca insólita a la idea del asesino a sueldo al narrar la historia de Gary Johnson, un profesor de Nueva Orleans que se convierte sin querer en asesino a sueldo encubierto de la policía. El personaje que interpreta Glen Powell se acaba convirtiendo en un misterioso infiltrado que se ve en una situación comprometida cuando rompe el protocolo para ayudar a una mujer desesperada (Adria Arjona) que intenta huir de un marido maltratador.

Gary acaba convirtiéndose en uno de sus falsos personajes y coqueteará con transformarse en un verdadero criminal, creyéndose el tipo más buscado de Nueva Orleans. Powell, que es coautor del guion junto a Linklater, compone a un personaje complejo, que, como el protagonista de 'Breaking Bad', encarna la exploración de la capacidad humana para adaptarse y cambiar, girando alrededor de la idea del superyó, la forma en la que nuestros roles pueden asimilar nuestra verdadera esencia y cómo nuestros deseos son roles que podemos adoptar llegado el momento oportuno.

En su montaña rusa de géneros, la película pasa con fluidez de momentos de frivolidad a otros de tensión, todo ello manteniendo una narrativa cohesionada. Es una historia que está “vagamente basada en una historia real” lo que añade una capa de intriga a la ya de por sí soprendente trama que conserva la verdadera anécdota de Gary Johnson, un profesor que se pluriempleó como falso sicario para ayudar a las fuerzas del orden a atrapar a delincuentes.

Un criminal entrañable

Detallada originalmente en un artículo de 2001 de Skip Hollandsworth en Texas Monthly, la historia describía a Johnson como “el Laurence Olivier de la policía secreta”, se guardan ciertos detalles de su vida dual, en la que compaginaba su faceta pública universitaria con su más secreta de ayuda a la bofia, donde su habilidad para transformarse en varios asesinos para atrapar a posibles criminales le convirtió en una leyenda en los círculos policiales.

Acompañada de una buena recepción crítica, el fuerte de la recreación de sus hazañas es el guion, pero donde realmente se diferencia es en la interpretación protagonista de Powell, que hace un rol similar al del Ryan Gosling de ‘El especialista’, donde una persona con vida normal acaba dentro de una trama criminal más grande que la vida. Como aquella, hay elementos de ‘Kiss Kiss, Bang Bang’, pero como si fuera una versión de andar por casa de ‘Giro al infierno’ dentro de un entorno de suburbia.

Linklater convierte los aspectos más ligeros de la película en una didáctica existencialista, pero tampoco va mucho más allá, tanto que en ocasiones parece buscar un thriller erótico ardiente con más escenas de sexo que ‘Rivales’ y dos protagonistas tan despampanantes que podrían hacer ‘Señor y señora Smith 2’. ‘Hit man’ conserva cierta ingenuidad de un cine indie del pasado, atenta al encanto de los secundarios y un sano jugueteo con la ficción del relato oral de un homenaje mundano a otro de esos personajes americanos que, como el estafador de Leonardo DiCaprio, conforman su impreddecible cultura popular urbana.

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