Casi cincuenta años le ha llevado a esta novela de James Graham Ballard encontrar la manera de llegar a la gran pantalla. Fue en 1970 cuando el productor británico Jeremy Thomas compró los derechos del libro y a finales de la década trató de hacer la película con Nicolas Roeg como director y con Paul Mayersberg como guionista. No hubo suerte y el proyecto no salió adelante.
Sin embargo, Thomas no cesó en su intento. En el año 2000 contactó con el director canadiense Vincenzo Natali para llevar a cabo una libre adaptación del texto original. No obstante, el proyecto tampoco terminó de cuajar. Fue en 2013 cuando Ben Wheatley leyó la obra del escritor inglés y se interesó por ella, haciendo posible que el deseo de Thomas de producir el filme, por fin, se viese hecho realidad.
Ballard en el cine
No es la primera vez que los libros de Ballard son objeto de adaptaciones cinematográficas, antes de ‘High Rise’, (2015) otros directores ya lo habían hecho con otros textos del autor. Es el caso de ‘El imperio del Sol’ (‘Empire of the Sun’, 1987) un filme de corte autobiográfico basado en su novela homónima de 1984 y dirigido por Steven Spielberg o ‘Crash’ una película que David Cronenberg adaptó al cine en 1996 (y que también produjo Jeremy Thomas), basándose en el texto escrito por Ballard en 1973.
Es ahora el director de películas como 'Kill List' (2011) o ‘A Field in England’ (2013) quien se atreve con ‘High Rise’, filme con el que demuestra su talento para la definición de espacios con la cámara (Ballard también lo hacía en sus textos), algo que resulta fundamental si tenemos en cuenta que el protagonista absoluto de la cinta es un edifico de hormigón de 40 pisos de alto y más de 1000 apartamentos.
La guionista Amy Jump (esposa y colaboradora habitual de Wheatley) no guarda ningún secreto sobre hacia dónde va a dirigirse el filme. La película comienza con un Robert Laing (Tom Hiddleston) manchado por completo de sangre y comiéndose con indiferencia a su perro en el balcón, en medio de montones de basura y desperdicios.
Un comienzo que acaba en desmadre
Inmediatamente después, hay un salto en el tiempo que nos lleva tres meses atrás, cuando Laing se traslada a su nuevo apartamento en esta enorme torre encorvada tras sufrir la pérdida de su hermana. Laing anhela el orden y la asepsia que le ofrece este piso porque le da la sensación de control y pertenencia que anhela.
Pronto se dará cuenta de que en este rascacielos se está desarrollando todo un mundo aparte, en el que parece existir una sociedad modélica autosuficiente. Nada más lejos de la realidad… enseguida comienzan a surgir los problemas entre los vecinos, que se dividirán en clases: los habitantes de los oscuros pisos bajos (el personaje de Luke Evans encabeza magistralmente este grupo), los habitantes de los pisos intermedios (con Robert Laing —Hiddleston— a la cabeza) y los de los pisos superiores (con Jeremy Irons en el papel del arquitecto del edificio).
A medida que avanza el filme, aumentan las peleas y ya no quedará nada de los buenos modales iniciales. Se dará paso al más absoluto de los caos, donde los personajes darán rienda suelta a sus instintos más primitivos manteniéndose firmes a la idea de no moverse de este edificio que, según avanza la película, va pudriéndose poco a poco. Hay en el filme ciertos atisbos de misoginia que se hacen patentes con los personajes de Sienna Miller, Elisabeth Moss y Keeley Hawes.
'High Rise', vehículo de lucimiento personal
En cuanto a la adaptación que consigue Weathley: todo hay que decirlo, sabe cómo perturbar y consigue hacerlo traduciendo la volcánica y oscura prosa de Ballard en un auténtico desorden visual y narrativo. La película es un viaje a la locura, a la anarquía, a la degradación moral, física y social.
En este aspecto el filme logra su objetivo mostrando con éxito la pérdida absoluta de cualquier código de valores, las orgías sexuales a lo “Stanley Kubrick” (‘Eyes Wide Shut’, 1999) e introduciendo a la vez un mensaje de crítica hacia el sistema capitalista. Sin embargo no solo me resulta excesiva en algunos momentos, sino que en ocasiones llega a perderse dentro de esos excesos y eso que no tiene un mal comienzo.
También se queda en lo más superficial de la propuesta al centrar demasiado sus esfuerzos en lucirse, intentando impresionar al público con una sucesión de imágenes delirantes y oníricas y un montaje que únicamente evoca lo apocalíptico en lugar de subrayar los motivos que llevaron a Ballard a escribir semejante relato en 1975, y que, a día de hoy puede seguir valiendo como metáfora de nuestra sociedad actual.
Lo mejor: La banda sonora de Clint Mansell. Luke Evans hasta las trancas de cocaína. Lo peor: ¿En serio pretenden que, tras dos horas de locura, crea que el mensaje final de Margaret Thachter encaja de alguna manera en la cinta?
Otra crítica en Blogdecine: Syfy 2016 | 'High-Rise', ambición desmedida (Por Mikel Zorrilla)
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