El mito del cine iraní como algo aburrido, indescifrable y solo soportable para gente bajo el umbral de unas inevitables y prototípicas gafas de pasta se ha roto desde hace décadas. Las películas dirigidas por Jafar Panahi o Abbas Kiarostami solo eran la avanzadilla de Asghar Farhadi.
Farhadi es, al margen de nacionalidades, uno de los mejores directores de la actualidad, pero además es el único iraní hasta ahora capaz de romper la barrera de lo mainstream y marchar victorioso doblemente incluso de la ceremonia de los Óscar. Ahora, ‘Un héroe’ viene a corroborarnos, una vez más, que el lugar de origen de una película no marca ni su calidad ni su idiosincrasia.
El cazador cazado
En ‘Un héroe’ nos encontramos ante una de esas fábulas morales que tanto disfruta Farhadi: un hombre que se ha hecho famoso y ha salido de la cárcel por devolver una bolsa llena de monedas de oro que se encontró en un permiso. Sin embargo, no todo es tan sencillo. Ni este buen samaritano tenía tan buenas intenciones, ni la sociedad estaba dispuesta a tener empatía después de todo.
Y como omnipresente telón de fondo, los medios de comunicación y las redes sociales, capaces de convertir a un hombre en un gigante durante un rato y poner el foco en historias que pueden crear y destruir vidas. Nada que no sepamos, pero que Farhadi cuenta de manera tremendamente virtuosa y sin convertirlo en el centro de la historia. Nada gusta más a un programa de televisión que una historia de interés humano, aunque tenga agujeros: si se hacen las preguntas correctas y en Twitter le hacen trending topic, todo el mundo puede ser, pues eso, un héroe.
Claro, que no todo el mundo lo ve de la misma manera: en este caso, el motivo por el que Rahim acabó en la cárcel fue por no poder pagar una deuda… Y el acreedor no está dispuesto a perdonarle solo porque haya hecho lo correcto. ¿Debemos premiar a la gente por portarse bien? ¿Por qué? ¿Acaso no es lo que debemos hacer todos para vivir en sociedad? Dentro de los dilemas morales que plantea la película, este es el prominente y el más interesante, y al que da una solución que complacerá a todos los espectadores: no dotar de moraleja a la historia.
El dinero hay que ganarlo
Lo que en un principio es una situación injustamente ventajosa para Rahim culmina en una bajada a los infiernos en la que se pierde todo atisbo de bondad y sale a la luz la desesperación: el protagonista exige lo que se le ha prometido aunque no tenga cómo defenderlo con pruebas. Cuando se van los medios y la fama, solo queda la cruda realidad, la desazón, enfrentarse a los problemas que tú mismo has causado.
Rahim acabó en la cárcel por un motivo injusto, pero su posible salida de la misma también lo sería. ‘Un héroe’ navega de manera pertinaz y maestra por las aguas grises de una película en la que nadie es completamente bueno, nadie es completamente malo y todos quieren, simplemente, sobrevivir en un mundo que no se lo pone fácil. Y al final, la única salida posible es la burocrática, la que no se deja llevar por tejemanejes mediáticos, y menos aún en una Irán a la que Farhadi no deja de meter el dedo en el ojo.
Como es habitual en su filmografía, como 'Nader y Simín: una separación', ‘Un héroe’ es la visión de un cineasta que ha viajado alrededor del mundo y tiene opiniones sobre todo lo que es mejorable en su país. Su visión es continuamente crítica y dolorosamente real, tratando no solo de abrir una ventana hacia Irán en el resto del mundo, sino dentro de su propio país, donde su manera sutil de enfrentarse a los tabús culturales no es desde el odio o el rechazo, sino desde el margen para la mejora: se trata de la visión de un país mejor de alguien que lo observa, más que de alguien que lo odia con fiereza. Farhadi ama el potencial de Irán para convertirse en una nación mejor.
Los matices de Farhadi
Farhadi sabe venderse ante el gran público sin quitarse en ningún momento la careta de director serio. Gracias a un guion repleto de callejones sin salida, giros imposibles y personajes repletos de matices, el director se ha ganado el favor del público occidental. Pero, al mismo tiempo, no cae en el amarillismo o en el misery porn: sus personajes afrontan la realidad de la manera más realista posible, sin más tragedias ni dramas que los cotidianos.
El guion de Farhadi no deja cabos sueltos. Es clásico, perfecto en su elaboración, que plantea las preguntas correctas y da las soluciones necesarias. Puede que esto le haya causado algún que otro desaire entre el público más elitista, pero cada diálogo es una pequeña obra de arte, construido en base a los demás y que aporta la información necesaria para comprender los acontecimientos posteriores. Ni sobreexplica, ni se queda corto: es, simplemente, fabuloso.
Ante un debate que se hace irresoluble en el propio espectador, la película no trata de dar una moraleja de ningún tipo: plantea lo ocurrido, muestra las opiniones de todas las partes y confía en que el espectador va a tener un debate consigo mismo sobre algo en lo que, salvo que seas una de las partes implicadas, es casi imposible tener una opinión fuerte. Porque hay matices. Y los matices, en ‘Un héroe’, en la vida, lo son todo.
En resumidas cuentas
‘Un héroe’ es otra película fabulosa de Asghar Farhadi, enturbiada por la polémica en la que un tribunal ha dictaminado que plagia al documental de una estudiante suya (bien es cierto que se basa en la misma historia real y se plantea las mismas preguntas). Por suerte, el punto de partida es solo es una excusa para lo que realmente quiere hacer el director: mostrar todos los lados posibles de una fábula moral sin moraleja. Andar entre los grises es peligroso y difícil, y Farhadi lo sabe hacer como un maestro circense con el que maravillarse y no querer nunca conocer el truco. No os la perdáis.
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