Los guionistas de 'Un lugar tranquilo' se consagran ahora también como directores de género
En el crepúsculo del año cinematográfico llega ‘Heretic’ (2024), una pequeña sorpresa del cine de terror sobre las intersecciones entre la fe y la psicología que marca el regreso como directores de Scott Beck y Bryan Woods tras su apreciable ‘65’, ahora de la mano de A24 y con la presencia de un Hugh Grant como nunca se le había visto, en el que probablemente sea su villano más despiadado y turbio, pese a que en su interpretación no se deje ver tanto a primera vista.
Dando una vuelta a la naturaleza de la creencia y la manipulación, su coartada de nueva ‘Barbarian’ desentraña las dinámicas de poder que subyacen en las relaciones de protocolo a través de la historia de dos jóvenes misioneras mormonas, la hermana Barnes (Sophie Thatcher) y la hermana Paxton (Chloe East), que son enviadas a una zona remota para difundir su fe. Encuentran a un hombre solitario, el Sr. Reed (Hugh Grant), que las invita a su casa con la excusa de la lluvia, pese a que los mormones no deben entrar en una casa ajena, menos las mujeres sin otra mujer cerca.
Sin embargo, lo que comienza como un encuentro aparentemente amable se convierte rápidamente en una pesadilla. La casa del Sr. Reed se convierte en una trampa en la que los modales y la incomodidad pasan a un territorio hostil. En principio, ‘Heretic’ contrapone la fragilidad de la fe como una prueba de resistencia psicológica, en una conversación que trata de poner contra las cuerdas a las misioneras, casi con un desarrollo similar a la ‘Speak no Evil’ original, en la que la falta de arrojo para romper convenciones nos deja en posición vulnerable.
Un guion brillante
Un entramado de thriller psicológico que va tejiendo una situación con cada vez menos salidas para sus dos protagonistas, y en el que el gran hallazgo es la interpretación de Hugh Grant como el enigmático Sr. Reed, encarnando en principio la ambigüedad moral que define el subtexto de la película. El juego psicológico de dominación y sumisión al que somete a las jóvenes revela la naturaleza de la autoridad religiosa, permitiendo que su discurso no se quede en la didáctica del personaje a través de juegos de monopoly o canciones de Radiohead.
Sin embargo no es difícil caer en el encanto cínico de Grant, que no es ajeno a la construcción de grandes villanos, como en ‘Paddington 2’ o ‘Dungeons And Dragons: Honor entre ladrones’. Aquí ha conseguido el más pérfido hasta ahora, y es básico para entender que el punto de vista de la película no es necesariamente el de Reed, resultando más bien la exposición de un señor triste que busca ser más listo que los demás, entre la soberbia del ateo y la madurez mal llevada que acaba siempre en un mansplaining, buscando más retratar al que necesita imponer su razón que los argumentos sobre si la religión es o no válida.
Esto nos lleva a una película fundamentalmente dialogada durante mucho tiempo, que se sostiene gracias a la fotografía de Chung-Chung Hoon y la dirección, que juegan un papel fundamental en la construcción de la atmósfera con encuadres claustrofóbicos, iluminación tenue y uso de sombras que dan la sensación de amenaza constante que la banda sonora convierte en una tensión latente que llegado el momento explota. En ese momento la película de horror sigue su curso y la “base filosófica” de la película importa menos, lo que no quiere decir que empeore.
Un nuevo comienzo para A24
Algunas críticas señalan que en su última media hora la película se vuelve genérica pero, aunque resulte en la obra a la que más o menos ha ido apuntando el principio, hay bastantes decisiones inesperadas y algunas sorpresas que no siguen la pauta de la final girl “tradicional”, incluso su conclusión es inteligentemente ambigua, rescatando elementos previos del guion que toman forma sin verbalizar más de lo necesario, con un plano final que demuestra la elegancia alcanzada por este par de directores en su construcción del guion, más allá de sus diálogos.
La estructura y los elementos plantados que luego se recogen no dejan puntada sin hilo, y la coartada de sacudir las convicciones religiosas de sus personajes se hace desde el respeto, actuando más como una lente para examinar idea más amplias sobre la confianza, el impacto psicológico del aislamiento, la necesidad humana de un sentido final, o cómo la autoridad puede ser utilizada para controlar. Una especie de inversión de los conceptos de ‘Martyrs’ llevados a la comedia negra, más preocupada en la indagación filosófica que en el torture porn.
Quizá lo que más sorprende de ‘Heretic’ es que venga con el logo de A24, en un año en el que la productora indie ha empezado a funcionar más como una filial de una grande, con esta película en concreto como si fuera uno de los, cada vez menos abundantes, proyectos de Blumhouse a los que le ponen algo de ganas, donde el único rastro de la personalidad anterior son unos créditos colocados en la pantalla con cierta intención de diseño gráfico cuqui, lo que puede considerarse una buena noticia, si al menos el estándar de calidad se parece a esta o la magistral ‘Civil War’.
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