Brett Ratner es uno de esos cineastas despreciados sin apenas defensores. Dado que sus mejores películas son tranquilas y se acomodan bien en el género y que su brío visual funciona mejor en la escala que en las escenas de transición, donde da más espacio a los actores que a su propio dinamismo, casi se podría decir que el caso de Ratner es el de un desprecio como género propio: hay cinéfilos que hacen de su rechazo a este cineasta una manera de confirmar talentos no tan superiores o bien distintos al suyo.
No me interesan las discusiones de franquicias de superhéroes. Ratner es un cineasta más cómodo en la comedia con tintes de cine negro, esto lo sabemos, pero ha rodado una película de aventuras veraniega del todo aceptable. Esto es, olvidable. Esto es, todo lo inteligente y francamente tonta que debe ser. Parecen términos contradictorios, pero voy a razonarlo.
Lo que aquí encontramos es singular. Dwayne Johnson 'The Rock' está muy carismático como el titular Hércules, y recupera el aura del primer Arnold Schwarzennegger.: una estrella divertida, que hace de su hipérbole una razón del escenario y confía en una nobleza que no es necesariamente estadounidense si no extraterestre. A diferencia de Schwarzennegger, The Rock es una estrella de la lucha libre y no un culturista y no es un europeo inmigrado. Pero aún así está lejos, muy lejos, del estilo de Sylvester Stallone.
Este Hércules tiene tras de si fama de guerrero, de legendario luchador que ha superado varias pruebas pero es eso: una leyenda de historias menos agicas, aunque igualmente dificultosas. Los problemas los ha ido resolviendo con un grupo estupendo de aliados que son quienes le ayudana ganar todas las batallas de las que se hace líder.
Diversión sin pretensiones
Cuando un rey (John Hurt) lo solicite como reclamo para vencer a unos bárbaros, Hércules se dará cuenta de que ser un mito tiene también alguna que otra responsabilidad ética tras de si. Con parámetros gloriosamente sencillos, Ratner construye algo tan sencillo como un Hércules desmitificado de toda criatura mágica pero no de aura heroica: el resultado no es un peplum digital, si no una película de aventuras que tiene toques de los años ochenta y del peplum de los sesenta.
Ian McShane, en el rol de un divertidísimo hechicero y chamán, e Ingrid Bolsø Berdal, como una amazona que ni necesita a los hombres ni se ve en desventaja de fuerza y coraje, amenizan la función lo suficiente; Ratner demuestra habilidad integrando paisajes fundamentalmente digitales con planos aéreos con localizaciones y el clímax final es bruto, exagerado y divertido.
Carente de pretensiones, de ambiciones siquiera, este Hércules mercenario, en realidad una versión del héroe de acción del cine norteamericano de los ochenta (El Padre De Família Convertido en Renegado), tiene carisma y olvidable, sencilla diversión, algo en lo que coincido con mi compañero Mikel.
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