Mientras recopilaba información para los artículos sobre los actores de la serie ‘Perdidos’ que estoy publicando (y que recuperaré en breve), me di cuenta que había dejado pasar ‘Whisper’ (2007), una película de terror que en Estados Unidos se estrenó directamente en DVD, pero que aquí en España sí llegó a los cines, en agosto del año pasado, con el increíble título de ‘Hellion: El ángel caído’. Quizá se pensó que ‘Susurro’ daba poco miedo y había que intentar explotar el contenido sobrenatural-terrorífico de la trama. Lo raro es que no optaran por ‘¡Este niño es un hijo de… Satanás!’, más acorde con las traducciones a las que nos tienen acostumbrados.
En fin, a lo que iba. El, a priori, interesante punto de partida, con la mezcla de géneros, y que la pareja protagonista esté interpretada por Josh Holloway (Sawyer en ‘Lost’) y Sarah Wayne Callies (la dra. Tancredi en ‘Prison Break’, serie que, me cuentan, tiene una última temporada delirante) fueron suficientes razones para dejarme convencer, así que me hice con la película y me senté a verla el pasado fin de semana, relajadamente, confiado en que vería algo entretenido. Mi novia me lo dice a menudo: “Eres muy ingenuo”. Transcurridos apenas unos segundos, antes incluso de darle un primer sorbo a mi cappuccino, ya me di cuenta que estaba a punto de ver otra mala película.
Los que no la hayan visto, quizá piensen que uno es muy severo y demasiado quisquilloso viendo películas que, en el fondo, sólo pretenden hacerte pasar un rato agradable (o desagradable, según se mire). Lo que ocurre es bien diferente. Dejando a un lado el tema del entretenimiento, que intentaré comentar en un futuro post, y que depende mucho de cada espectador, lo que pasa es que nada más arrancar, ‘Whisper’ se descubre como un producto mal realizado, de un acabado mediocre, y es imposible no sentirse incómodo ante su visionado.
Si no fuera porque tengo la tonta costumbre de terminar las películas que empiezo, la habría dejado enseguida, cuando se alternan los créditos iniciales con una secuencia vergonzosa que pretende mostrar a una mujer corriendo por un bosque, aterrorizada, porque unos lobos, misteriosamente lentos, la persiguen. Es decir, de una pantalla negra con rótulos blancos, pasamos a ver unos planos estáticos tomados en un bosque, y entonces se oyen los gritos de una mujer y rápidamente se suceden, en apenas un segundo, varios planos como éstos:
Ahí tenéis dos imágenes de esa parte de la película. Miradlas bien. Eso está en ‘Whisper’, y sólo es una pequeña muestra; no es que la película sea así todo el tiempo, porque me parece que no hay más persecuciones (es increíble lo rápido que se olvidan estas cosas, una vez las consumes), pero la cantidad de imágenes absurdas que podríamos recopilar de otras escenas resultaría kilométrica. Y eso sólo fijándonos en la imagen, porque si empezamos con las situaciones que plantea el guión y los diálogos… He querido dejaros esas dos capturas para que quede aún más claro lo que os digo cuando me refiero, ahora y en otras ocasiones, que hay demasiadas películas mal hechas, mal planteadas, mal ejecutadas y mal montadas, que hay muchísima gente que no tienen ni idea de lo que hace.
Y hay que decirlo. Porque lo pagamos todos nosotros, no sólo con dinero, sino con tiempo, que en el fondo es más importante (aunque no puedes pagar el alquiler con tiempo, eso también es cierto). Por no hablar de que este tipo de películas bloquea la salida a otras, que no tienen tanta suerte con sus padrinos y se pierden, sin compasión. ¿Qué se supone que debe ocurrir en el prólogo de ‘Whisper’? Stewart Hendler, director que debutó en el largometraje con este trabajo, intenta crear una secuencia trepidante con la que atrapar al espectador desde el principio, haciéndole temer por la vida de esa pobre joven, que está siendo perseguida por unos perracos hambrientos. De lo que se pretende a lo que se consigue hay una diferencia abismal. Porque no se ve nada, no se entiende qué pasa, hacia dónde corre la mujer, quién es, por qué está ahí, a qué distancia están los animales… Y así es imposible implicarse en lo que ocurre. Uno desconecta, espera a que pase todo. En definitiva, se aburre.
Me he referido a la historia de ‘Whisper’. En un principio, cuando uno lee el argumento, suena interesante. Max, su novia y dos amigos necesitan dinero urgentemente, y aceptan un encargo delicado: secuestrar al hijo de una de las mujeres más ricas del lugar para pedir un rescate millonario. Todo parece ir bien, y los cuatro secuestradores esconden al crío en un vieja casa abandonada en medio de un terreno nevado, a la espera de llamar a la madre y exigirle el dinero. Sin embargo, el pequeño no es un niño normal y pronto empieza a jugar con ellos, manipulándolos y haciendo que se enfrenten entre ellos. El problema es que todo se resume, finalmente, en que es un ser diabólico que disfruta provocando la muerte de los que le rodean, porque sí, incluso cuando son personajes que ni siquiera están implicados en su secuestro.
Ahí tenéis al crío en cuestión. El niño menos terrorífico que he visto en mi vida. Uno se da un paseo por la calle y seguro que encuentra a un puñado de chavales con mirada más inquietante que la de Blake Woodruff, que interpreta a una mala copia del pequeño demonio al que tuvo que enfrentarse Gregory Peck en aquella famosa película de Richard Donner. A la izquierda podéis comprobar lo implicada que está Sarah Wayne Callies en el papel de la novia de Max, un personaje hueco que se dejará llevar por los susurros del crío, de ahí su “intensa” mirada. No lo hace mejor Josh Holloway, que sigue con el chip de Sawyer puesto, y casi parece que lo siga interpretando aquí. Aun estando fuera de la película, quizá consciente de su mediocridad, consigue aportar algo de intensidad en los últimos minutos, cuando toca el inevitable enfrentamiento final con el niño.
Trama desaprovechada (los parecidos con ‘Un plan sencillo’ o ‘La maldición’ son meramente superficiales), personajes tópicos y estúpidos (es imposible cometer tantas tonterías en tan poco tiempo, con lo fácil que era escapar de la situación), sustos fáciles y tramposos (hay varias escenas donde te meten un subidón de volumen considerable sin que pasa nada de nada), situaciones previsibles (excepto quizá el final, con ese afortunado Santa Claus) y ni una miserable escena bien filmada, que logre atrapar, provocar inquietud, tensión o miedo. En definitiva, ‘Hellion: El ángel caído’ es una película horrorosa, una absoluta pérdida de tiempo.
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