Largo el camino que ha recorrido Guillermo del Toro hasta llegar a donde está ahora, hasta lograr que su nombre sea todo un reclamo publicitario. Han pasado 15 años desde que debutara con la interesante 'Cronos', donde, por cierto, ya contaba con Ron Perlman como protagonista. Adaptar 'Hellboy', el cómic de Mike Mignola, a la gran pantalla no sólo suponía un gran reto personal sino que permitía al director mexicano trabajar con todos esos recursos fantásticos que tanto le apasionan. La prueba fue superada con creces. Luego llegó 'El Laberinto del Fauno', la que para mí es su mejor película hasta el momento, y con ella su consolidación definitiva como brillante director. Ahora mismo colabora con Peter Jackson para que 'El Hobbit' se convierta en dos películas de éxito, cosa que pocos dudan que vaya a ocurrir.
Si el encargo de 'Blade II' (resuelto con gran acierto, superando en casi todo a la primera parte) le sirvió para trasladar al cine las aventuras del demonio rojo, la película del Fauno funcionó perfectamente como tranpolín para lanzarse libremente a la piscina y continuar con el querido personaje de Mignola. Como suele suceder con las secuelas, se nos ofrece lo mismo de antes pero multiplicado; la mala noticia es que se deja a un lado la magia, el misterio, la frescura, para aumentar el número de criaturas fantásticas, de escenarios, de peleas y de diálogos supuestamente chistosos. Personalmente, no puedo ocultarlo más, este nuevo film de Guillermo del Toro me ha resultado tremendamente decepcionante. Salvo la apariencia de los personajes principales, no encuentro casi nada de lo que hacía buena a la primera parte.
'Hellboy: El ejército dorado' comienza, curiosamente, como si fuera un mal augurio, de forma muy parecida a como lo hace la infumable tercera parte de 'La Momia'. A través de un prólogo narrado en plan aterrador se nos presenta a un terrible ejército que si despierta podría destruir nuestro planeta, el motivo del título de la película. El ejército dorado fue una creación devastadora que usaron los seres del mundo mágico para derrotar a los humanos en una cruenta batalla. Arrepentidos por tanta sangre derramada, el monarca decide parar a sus soldados dorados y acordar una tregua. Sólo su hijo, el Príncipe Nuada, se opone a ella, abandonando su tierra, pero prometiendo que un día volvería de su exilio para liderar una guerra. Un plazo que parece haber concluido... Y claro, Hellboy y sus amigos descubrirán el plan del Príncipe y tratarán de detener el despertar del temido ejército dorado.
Como es normal, siendo una secuela, los protagonistas nos resultan conocidos, y esperamos que continúen con el mismo comportamiento que en la anterior película, que repitan bromas, que digan frases parecidas, que nos remitan a lo que ya hemos visto de ellos, incluso que veamos escenas repetidas con los personajes cambiados de lugar (por ejemplo, el volver a la vida tras una frase susurrada al oído). Lo que no me parece normal es que, partiendo de esto, de que el público ya conoce a los monstruos protagonistas, se descuide su guión. Es lo que me ha parecido al ver 'Hellboy II: El ejército dorado'. Que Del Toro se ha tomado muchas molestias en desarrollar acción y más criaturas mágicas, dejando de lado una apropiada evolución de los protagonistas.
Hellboy (Ron Perlman) había dado pasos importantes en la primera película, pasando de ser casi un niño grande a un hombre responsable. La muerte de su "padre" y la casi muerte de su chica le hicieron ver qué era lo importante, qué era lo que tenía que hacer y cómo tenía que actuar. Bueno, pues llegamos a la segunda película y Hellboy se ha olvidado de todo esto, amada figura paterna incluida. Volvemos a tener al Hellboy del principio, sólo que más exagerado, más infantil, más bruto y, en definitiva, más idiota. Cierto, de tantas chorradas y chistes que hace, alguno llega a ser gracioso, pero más bien provoca cansancio.
El deseo que siente de salir a la luz pública y que todos sepan quién es y qué hace es tratado por Del Toro de forma muy ligera, muy vaga, así como la respuesta de la gente y los medios; un poquito de sorpresa, un poquito de salir en los medios y un poquito de tópico "no te queremos" y punto y final. Pronto se olvida todo, tras el innecesario, aburrido y ridículo ataque de una planta gigante, en una secuencia que deja de nuevo en evidencia los escandolosos defectos del director mexicano. No llego a entender cómo Del Toro sigue siendo tan torpe rodando grandes secuencias de acción. Lo sigue intentando, demasiado, y sigue fracasando. Va a tener que pensar seriamente en cambiar de ayudantes. Por cierto, si hay una tercera, ¿habrá otro enemigo que se dedique estúpidamente a chulear a los demás con su habilidad para el combate? En la primera tuvimos a Kroenen, que estaba genial, aunque uno notaba que hacía demasiadas tonterías con las cuchillas, y en esta segunda tenemos a Nuada, cuya primera escena es una demostración de la buena forma en que se encuentra, realizando saltos y posturillas con su lanza. ¿¿¿Para qué??? Y luego es el último en pelear, poniendo en primera línea siempre a todos los bichejos que tiene a su servicio. Más criaturas, más...
Mención aparte para la faceta romántica de la película. ¿Se puede caer más bajo? Liz (Selma Blair) pierde todo el encanto de la primera película para acabar convertida en una guapa quejica que no sabe lo que quiere, y sus vacías discusiones con Hellboy no van a ninguna parte, sólo sirven de relleno. En cuanto a lo de Abe Sapien (Doug Jones), más de lo mismo, otro enredo que no aporta nada, y que provoca una de las escenas más ridículas de toda la película. No niego que ver a los dos bichos cantando a dúo ese ñoño tema de amor resulta algo cómico, de acuerdo, pero, ¿por qué no se corta antes? Esa pregunta me la hice a menudo viendo 'Hellboy: El ejército dorado'. Las dos horas de duración es a todas luces algo excesivo, para lo poquísimo que realmente se cuenta.
Me ha recordado esta 'Hellboy 2' a lo que pasó con 'Star Wars'. Como George Lucas, Guillermo del Toro no se corta un pelo a la hora de introducir más elementos fantásticos, más criaturas extrañas y más escenas de acción con efectos especiales. Sin que sea necesario para nada. Al final lo que consiguen es saturar, y que el espectador asista con indiferencia al surgimiento de otro bicho rarísimo o de otro artefacto mágico. Como digo, los peor parados son los protagonistas, vacíos de contenido, meros monigotes, que deben ocuparse todo el tiempo de luchar, de correr, de moverse de un lado para otro, de buscar cosas que luego no importan, de impedir algo que realmente no vale para nada... Porque ya me diréis para qué sirve al final todo ese rollo del ejército dorado. ¿Y qué me decís de los diálogos nostálgicos del Príncipe Nuada? Si lo único que hace es matar y destruir y su única idea es matar y destruir... Sí, Nuala podría haberse decidido mucho antes a solucionar el problema, pero bueno, eso se tiene que perdonar, siempre podemos pensar que esperaba que su hermanito cambiara de parecer en algún momento.
Aburrida, estirada innecesariamente y sin chispa alguna, así califico 'Hellboy: El ejército dorado', un paso atrás, incomprensible, en la carrera de un cineasta que parecía estar en su mejor momento. Salí del cine preocupado. Preocupado por 'El Hobbit'. Lo último de Peter Jackson fue 'King Kong' y lo de Guillermo del Toro es esta chiclosa secuela. Espero que se pongan las pilas y se dejen de tanto efecto especial, tanta acción insustancial y tanto personaje vacío pero estupendamente maquillado, y se centren en contar una historia. Es lo básico, y todavía es fundamental.
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