He empezado a ver la encantadora 'Woo, abogada extraordinaria', y entiendo perfectamente que este K-Drama se haya convertido en el último fenómeno de Netflix

Salvo para algunos pocos privilegiados, es fácil percibir el mundo en el que vivimos actualmente como uno absolutamente desesperanzador y casi distópico. Crisis climáticas y energéticas, conflictos armados en plena Europa y las previsiones de una caída en picado de la economía no sólo convierten al futuro próximo en algo incierto; también hacen que el día a día sea un plato muy complicado de digerir.

Es en estos tiempos cuando la ficción se antoja más necesaria que nunca; especialmente aquella que nos endulza la realidad con una buena dosis de amabilidad y encanto mientras proporciona una vía de escape esencial para desconectar, relajarnos momentáneamente y dar un respiro a nuestra cada vez más malograda salud mental.

'Woo, abogada extraordinaria' satisface a las mil maravillas estos requisitos. Y es que este K-Drama reconvertido en el último fenómeno coreano de Netflix se las apaña para enamorar en cada uno de sus episodios con su cóctel de drama e investigación enriquecido por un su encomiable suavidad, su gigantesco corazón y, sobre todo, por una protagonista neurodivergente ante la que es imposible no caer rendido.

Bálsamo para el alma

Es de rigor reconocer que 'Woo, abogada extraordinaria' no inventa la rueda en lo que a estructura y narrativa respecta. La serie está construida bajo los cánones del procedimental televisivo, presentando tramas verticales autoconclusivas en cada episodio —en este caso, relacionadas con el ámbito judicial— mientras desarrolla a sus múltiples personajes y desenmaraña sus conflictos en su trama horizontal.

El primer gran acierto del show, dirigido por Yoo In-shik —responsable de la notable 'Vagabond'— es el equilibrio que poseen ambos elementos en cuanto a interés se refiere; resultando ampliamente satisfactoria tanto en sus misterios legales —lo suficientemente intrigantes y bien resueltos como para sostener el peso de cada capítulo— como en la evolución de la letrada que da nombre al título.

No obstante, por encima de todo esto, y de una realización impecable que integra elementos animados eventualmente con un gusto digno de elogio, se encuentran los grandes pilares que convierten a 'Woo, abogada extraordinaria' en auténtico bálsamo para el alma: sus carismáticos personajes y un tono realmente encantador y perfectamente calculado.

Con una premisa como la que plantea el libreto de Moon Ji-won —quien ya abordó temáticas similares en su debut 'Jeungin'—, que nos pone en la piel de una abogada con un trastorno del espectro autista, cabía la posibilidad de que el el melodrama, la condescendencia y la búsqueda de la lágrima fácil se adueñasen de la producción. Nada más lejos de la realidad.

Park Eun-bin y todo lo demás

En lugar de optar por lo lacrimógeno, la apuesta tonal de 'Woo, abogada extraordinaria' apuesta por dar prioridad a la comedia y envuelve la historia con un aura de realismo mágico que cautiva desde la toma de contacto, dejando pasajes tremendamente emotivos que terminarán activando glándulas lagrimales del espectador más predispuesto de un modo orgánico y natural.

En última instancia, el gran catalizador de este aluvión de emociones y, a su vez, la gran estrella de la función no es otra que Park Eun-bin —'El afecto del rey'—, cuyo complicado papel como Woo Young-woo está trabajado con mimo y con un respeto enorme —de hecho, rechazó el papel en primera instancia, aceptándolo meses después tras haberse documentado lo suficiente sobre los TEA—.

El resultado de su labor, además de una interpretación impoluta que nos regala a uno de los personajes más adorables que nos ha dejado la ficción televisiva reciente, es todo un ejemplo de cómo trasladar a la pantalla personajes neurodivergentes con sensibilidad y consideración sin perder un ápice de sentido del humor. Una muestra de representación tan acertada como necesaria.

'Woo, abogada extraordinaria' es un auténtico deleite y una especie de "lugar feliz" en el que refugiarse cuando el día se tuerce y necesitas un respiro. Y sólo eso, en los tiempos que corren, justifica plenamente que se haya convertido en un éxito incontestable que, por suerte, ya tiene una segunda temporada en camino.

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