“Harry, no sientas pena por los muertos, sino por los vivos, sobre todo si no han conocido el amor”.Albus Dumbledore (Michael Gambon)
Casi diez años después de que se estrenara ‘Harry Potter y la piedra filosofal’ (‘Harry Potter and the Sorcerer´s Stone’), y tras ocho entregas de diversa calidad, las aventuras cinematográficas del joven mago creado por J.K. Rowling encontraron su inevitable final. Convertido por Warner Bros. en todo un evento mundial, el desenlace, esta ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Parte II’ (‘Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2’), llegó a los cines de 59 países el pasado 15 de julio, con el añadido de ser la primera película de la saga que podía verse en 3D; el resultado en taquilla fue inmejorable, logrando el estreno más taquillero de la Historia. Aun así, como era de esperar, a partir de esta segunda semana sus cifras han empezado a caer drásticamente, siendo prácticamente imposible que supere la recaudación total conseguida por ‘Avatar’.
En cualquier caso, la buena noticia, porque por desgracia ninguno de nosotros verá un céntimo de esas inmensas ganancias, es que se ha hecho un buen trabajo concluyendo la historia de Harry Potter. Una historia que quedó interrumpida ocho meses atrás, con esa siniestra escena que daba fin a la intensa ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Parte I’ (‘Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 1’), en la que un Lord Voldemort eufórico profanaba la tumba de Albus Dumbledore para robar la varita de Saúco; el arma que necesitaba el líder de los mortífagos para acabar, de una vez por todas, con la vida del muchacho que sobrevivió a su mortal ataque cuando apenas era un bebé, conservando desde entonces en la frente la famosa cicatriz con forma de rayo. La segunda parte de ‘Las Reliquias de la Muerte’ retoma la narración con esa misma escena, para luego mostrarnos un oscuro y triste Hogwarts, y a su nuevo director, Severus Snape, observando en silencio a través de un ventanal. El inicio es muy significativo, nos han señalado al personaje más importante de esta decisiva aventura.
Mientras tanto, Harry, Ron y Hermione, tras escapar milagrosamente de la mansión de los Malfoy (a costa de perder a otro amigo, y es que las muertes se suceden sin parar en una saga que fue perdiendo su carácter infantil, oscureciéndose cada vez más), tienen que seguir con la misión casi suicida que les encomendó Dumbledore; hallar y destruir los horrocruxes en los que Voldemort ocultó partes de su alma, con la esperanza de alcanzar la inmortalidad. Por fortuna (la suerte y la casualidad, grandes amigas de los creadores), los tres amigos no tardan en encontrar un nuevo horrocrux en Gringotts, gracias a la interesada ayuda de Griphook, que los guía hasta la cámara de Bellatrix. Tras escapar a lomos de un dragón (repitiéndose la escena del vuelo sobre el lago de la tercera parte), y pasando rápidamente por Godric´s Hollow Hogsmeade para conocer al hermano de Dumbledore (fugaz encuentro que sirve de poco), los jóvenes magos llegan a Hogwarts para buscar el último horrocrux, mientras el ejército de Voldemort espera fuera, acechando, amenazando con destruir el colegio y matarlos a todos si no entregan a Harry. Hasta que el señor tenebroso se cansa y comienza la espectacular batalla final, un extenso clímax que deja sin respiración.
En su momento resultó muy polémico que la Warner optara por dividir el séptimo y último libro de la saga en dos películas (curiosamente, que Peter Jackson esté haciendo lo mismo con ‘El hobbit’ no ha causado tanta controversia), pero hoy, tras haber visto las dos mitades de ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte’, parece claro que fue una decisión afortunada. Desde luego hay que ser ingenuo para pensar que la razón del estudio no fue la de exprimir al máximo las posibilidades económicas de la franquicia más rentable de la historia del cine, pero lo cierto es que ha acabado beneficiando a la adaptación cinematográfica del último capítulo, para cuya producción se ha contado con más tiempo y más medios, evitando un más que probable caos narrativo, recortando y resumiendo acontecimientos (ya sabemos que no son muy hábiles haciendo eso). No diré que no se podría haber condensado la historia en menos tiempo (quizá una sola película de tres horas), pero estoy convencido que el equipo creativo de estas dos películas, encabezado por el cineasta David Yates y el guionista Steve Kloves, no habría estado tan afortunado; necesitaban la tranquilidad de las dos películas.
Con la primera parte de ‘Las Reliquias de la Muerte’ más enfocada a plantear la última aventura, a la búsqueda de los horrocruxes, a las explicaciones y las averiguaciones, a los personajes y el recuerdo de cómo se ha llegado hasta allí, y qué queda por hacer… la segunda parte puede centrarse casi por completo en el dramático asalto de Hogwarts (donde no solo combaten magos, también criaturas fantásticas) y el definitivo enfrentamiento entre Harry y Voldemort, muy emocionante porque parece que el chico tiene todas las de perder, y con él todos los que rechazan a los mortífagos. De todos modos, aun con las dos películas, y más de cuatro horas en total para adaptar el séptimo libro, quedan algunas situaciones mal expuestas (todo el lío de la Varita de Saúco) y se percibe cierta prisa por despachar otras, como si se hubieran visto obligados a incluirlas por los fans, y no supieran muy bien qué hacer con ellas (la hermana de Dumbledore). Se corría el riesgo de no dejar contento a nadie, pero como digo, aquí no hay mucho tiempo para reflexionar, los malos acorralan a los buenos y no hay escapatoria, la película se acaba, la saga se acaba.
Y aunque hay arritmias y momentos confusos e incoherentes (Voldemort parece tonto a veces), se pasa por alto gracias a la lujosa producción, los espectaculares efectos visuales, la estupenda fotografía (Eduardo Serra), la deliciosa música (Alexandre Desplat), un reparto muy convincente (Ralph Fiennes, Alan Rickman, Maggie Smith, Helena Bonham Carter, Michael Gambon, un sorprendente Matthew Lewis…, y los tres protagonistas, Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson, viviendo con intensidad los últimos minutos de unos personajes con los que han crecido, que conocen como la palma de su mano), y la inspirada dirección de Yates. El realizador, muy atento con sus actores, se muestra más cómodo y suelto con la cámara en este doble capítulo final, demostrando ingenio con la planificación del ataque a Hogwarts, donde no te pierdes pese al caos. Haciendo balance, los aciertos (impresionante el flashback de Snape, hizo que mirara por vez primera a mi chica, que no podía contener las lágrimas, y la abrazara y la besara) pesan mucho más que los errores, y para mí ‘Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Parte II’ es una de las mejores películas de la saga. Un digno y emotivo final.