Sería muy interesante conocer en persona al director de este engendro, el británico David Yates, y preguntarle por las razones que le dieron los ejecutivos de la todopoderosa Warner Brothers para elegirle como el responsable de cerrar una de las sagas más rentables de los últimos tiempos. Aunque probablemente ni siquiera se las dieron, ni falta que le hacía. Sin embargo sí que le preguntaron en cierta ocasión cuál es su película favorita de la saga, y su respuesta fue ‘Harry Potter y el prisionero de Azkabán’.
Curiosa respuesta, desde luego, sobre todo si tenemos en cuenta que el que la dio es el director de la sosísima, aburridísima, banal quinta parte, y ahora repite en funciones para firmar la que con toda seguridad es la peor de toda la saga. Qué duda cabe a estas alturas de que los ejecutivos han puesto a una marioneta sin personalidad en la silla del director, con el objetivo de entregar sucesivas películas, muy pulcras ellas, pero presididas por la más aplastante y deprimente mediocridad.
El también británico anodino y burdo (en un principio los anglosajones querían marcar su territorio, y le salió el tiro por la culata, como veremos) Chris Columbus fue quien inició la serie, un profesional aburrido que condenaba la serie a la trivialidad, pero después de dos películas llegó el milagro, precisamente con un latino, un mexicano, el gran Alfonso Cuarón, que entregó una obra maestra de una belleza que sorprendió a propios y extraños (el que suscribe incluido), y a quien muchos querían volver a ver como director de otra parte.
En lugar de eso tomó las riendas, para la más que digna cuarta parte, el de nuevo británico Mike Newell, que siempre es un director interesante (a ver qué le sale con ‘El príncipe de Persia’...), que sin llegar a las altas cotas alcanzadas por su colega Cuarón, si supo mantener el tipo. Pero a continuación llegó ‘Harry Potter y la orden del Fénix’, que además era la peor novela de su autora, y todo se vino abajo. De pronto, el mito del niño mago se vulgarizó, la magia se convirtió en truquerío barato y la aventura en tosco folletín.
Una novela fascinante
Lo que yo daría por escribir una novela como la sexta parte de esta saga, que recuperaba con creces el sabor perdido de la quinta novela. Una novela centrada en el personaje más interesante de la amplia galería creada por Rowling, el fascinante Tom Riddle/Voldemort, y en la que todos los elementos (lo fantástico, lo terrorífico, lo emocional) fluían con exacta precisión. Había, pues, un poco de esperanza de que aunque el mismo director de la olvidable quinta parte se encargara también de ésta, finalmente se obtuviera una digna película de aventuras. Pero no sólo las esperanzas han sido vanas, sino que el desastre es mayúsculo.
Lo más interesante de la novela, es decir, todo lo relativo a los recuerdos que nos hablan del pasado de Tom Riddle, ha sido maltratado, o directamente eliminado. Sin todo eso, que era el corazón, la razón verdadera de ser, de la estupenda novela, el relato se vuelve tan frágil como el quebradizo, pobrísimo guión de Steve Kloves, que intenta enmendar el desaguisado cometiendo auténticos disparates de escritura. Y es que se le concede más importancia a los diversos flirteos amorosos de una pandilla de adolescentes que a contar una historia mínimamente decente.
Sorprende, por tanto, que algunos sean capaz de otorgar, como he leído recientemente, nada menos que un 8 sobre 10 a tan insulsa comedieta de amores, que cuando quiere ponerse seria y emocionante, bordea el ridículo más espantoso, y que cuando se pone las pilas, por fin, e intenta ofrecer lo que se supone que vamos a ver, es decir un espectáculo de aventuras y horrores, un viaje hacia la comprensión de tan oscuro hechicero, fracasa estrepitosamente.
El sentido de la aventura de Yates
No sólo se han fusilado, por decirlo suavemente, las partes más fascinantes de la novela, sino que el climax final se le ha escamoteado al espectador. Quien haya leído la novela, y no vamos a desvelar lo que ocurre (que el lector respire tranquilo), esperaba sin duda, un final apoteósico, un sacrificio épico, una batalla entre magos que quitara la respiración. No solamente no obtenemos nada de eso, sino que nos ofrecen un anticlimax deplorable, una conclusión gélida y muy mal realizada, y unas decisiones de puesta en escena (esos magos con la varita en alto…) que directamente dan vergüenza ajena.
¿Qué ocurrió, se quedaron sin presupuesto o directamente no tenían ganas de hacer una aventura decente? La obtención del horrocrux todavía tiene algo, pero mucho menos de lo que cualquier lector podía imaginar leyendo la novela. No hay ni una sola secuencia memorable, porque ni el director, ni el guionista, ni los responsables financieros de este proyecto (que se están llenando los bolsillos de dinero…) se creen lo que están filmando. No saben lo que es la aventura, lo que representa para el espectador. Estamos por tanto ante cine muerto, predigerido, de usar y tirar, caduco, inservible, infumable.
Vulgarizando así la Aventura, convirtiendo definitivamente la serie en un sub-producto para adolescentes, seguramente se aseguran el beneplácito del sector más perezoso (mentalmente hablando) de la grada, pero degradan lo que este maravilloso género puede llegar a regalar, y se condenan a ser rápidamente olvidados. Aunque con toda probabilidad poco les importa, pues añaden varios cientos de millones más a su cuenta corriente.