Todo aquel que haya pisado alguna vez un set de rodaje durante una producción sabrá que, independientemente de la envergadura de la misma, entre las cuatro paredes —si se filma en interiores— que componen el plató, reina un microcosmos en el que cada mirada, cada gesto y el tono y volumen empleados en cada palabra pronunciada, ven potenciados —y distorsionados— sus efectos hasta límites insospechados.
En empresas tan peculiares y arriesgadas —por no decir suicidas— como 'El cosmonauta', un titánico proyecto transmedia financiado a través de crowdfunding compuesto por varios cortometrajes, un libro y un largometraje dirigido por Nicolás Alcalá, no es de extrañar que tanto la preproducción, como la fase de fotografía principal se convirtiesen en un auténtico infierno en la tierra.
Varios años después del desastroso estreno del filme, Arturo M. Antolín, montador de 'El cosmonauta', ha decidido reunir el delicado material grabado a modo de making of en el rodaje para dar forma a este magnífico y enervante documental titulado 'Hard as Indie': una crónica de una muerte anunciada en la que, además, se muestra hasta qué niveles puede afectar negativamente el ego desmesurado de un realizador con delirios de grandeza.
Si hay dos requisitos que debería cumplir un documental —además de hacer gala de una narrativa atractiva—, esos serían una capacidad instructiva y, sobre todo, la habilidad de impactar de un modo u otro con su contenido. En el caso de 'Hard as Indie', destaca particularmente este último cariz, desencajando progresivamente mandíbulas mientras cuenta cómo el sueño de una pequeña productora terminó convirtiéndose en una pesadilla.
Como toda buena historia que se precie, 'Hard as Indie' cuenta con un villano de primera categoría, personificado en un Nicolás Alcalá que inicia su quijotesca aventura como una suerte de idealista que rezuma tanta pedantería como ínfulas de cambiar el mundo audiovisual. Un personaje ciertamente aborrecible que dilapida su propia utopía a golpe de tiranía y que logra que nuestra empatía hacia el resto del equipo de 'El cosmonauta' se multiplique exponencialmente a cada minuto que pasa.
Ver como toda una camarilla de técnicos y artistas pasa de la ilusión a la desesperación, explota en enfados de lo más variados y es incapaz de sobreponerse a las no pocas dificultades que se les presentan en el día a día es el sádico motor que hace funcionar —y de qué manera— a un documental en el que, cuando creías que ya lo habías visto todo, un nuevo giro de los acontecimientos vuelve a sacudirte en tu asiento, obligándote a pensar qué será lo próximo.
'Hard as Indie' puede no ser todo lo redondo que podría en cuanto a factura o estructura se refiere —su último tercio abusa de la elipsis y bombardea con información sin tiempo a digerirla—, pero ofrece un viaje fascinante a las entrañas de un rodaje abocado al desastre y a las psiques de todos los que formaron parte de él. Un reflejo de lo duro que es hacer cine, de lo nocivo que es el egocentrismo en un oficio estrictamente colaborativo y un recordatorio de que rodar perjudica seriamente la salud.
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