Fui a ver Hancock varias semanas después del estreno (2 de julio de este año). No es que no me interesase, como sabrán los que me leen a menudo, me encanta todo lo que rodea a los superhéroes, es decir, la fantasía y la ciencia ficción aplicada a una historia donde alguien posee habilidades sobrehumanas y debe aprender a vivir con ellas, pero temía que fuera otra decepción y que no aportasen algo diferente a lo ya visto. Desde el éxito de ‘Blade’ y ‘X-Men’, el cine redescubrió a los superhéroes y desde hace años intenta sacarles el máximo rendimiento, con producciones de todo tipo.
Cuando a Hollywood (y al mundo, en general, que sigue al más fuerte) le da por algo, lo explota hasta donde puede. El público, que en un primer momento responde con entusiasmo, va progresivamente cansándose de la saturación del mercado, ante la llegada de tantos productos con uno o varios personajes que vuelan, disparan rayos, se mueven a la velocidad del rayo, ven el futuro y, en definitiva, no mueren nunca. Porque ahí está parte del juego. Como son superhéroes, como son super-rentables, siempre están ahí, a la espera de otra inversión destinada a reventar las taquillas.
Hancock se vendió precisamente como algo diferente. En el póster que adornó nuestras carteleras en la época veraniega, y en los trailers que vimos antes del estreno, se nos decía, más o menos, que “hay superhéroes y luego está Hancock”. Ya hablamos aquí de todo lo que rodeó a este proyecto, originalmente titulado ‘Tonight, He Comes’. Un proyecto que se inició hace años y que conforme pasaba el tiempo iba modificándose, llegándonos a encontrar con un Hancock bastante diferente del que se pensó en un principio. De ser el protagonista de una comedia negra sobre un acosador con tendencias suicidas a lo que se estrenó finalmente.
Y no podríamos hablar de esta sin tener en cuenta a Will Smith. Extraordinario lo de este señor. De hacer el tonto en la divertida (al menos, así la recuerdo) serie ‘El Príncipe de Bel Air’ a ser una de las estrellas más rentables de Hollywood. No sólo eso, Smith cuenta con un “extra” que no todas las estrellas poseen: también es considerado un buen actor. Ya ha sido nominado al Oscar y es uno de los favoritos para repetir este año y ser uno de los cinco finalistas a la estatuilla de mejor actor gracias a ‘Seven Pounds’ (‘Siete Almas’ en español).
Así que vaya por delante que hay que reconocer a Smith sus méritos. Tiene un envidiable gancho para la taquilla y es capaz de ofrecer magníficas interpretaciones. Es una completa estrella. Pero, por eso mismo… su presencia suele condicionar toda producción donde pone sus pies. Quiero decir, ¡es Will Smith! Es raro encontrar a alguien que no le conozca. Y Will Smith, salvo en esas ocasiones donde ofrece trabajos de verdadero actor, siempre es Will Smith. Más controlado, más relajado, más serio… pero es él.
De este modo, la presencia de Will Smith al frente de Hancock la transformó. No hay que responsabilizarle exclusivamente, los productores (entre ellos, Michael Mann) ya iniciaron los cambios, pero su participación condicionó en gran medida que esta película pasase a ser más light y más cercana a todos los públicos de lo que iba a ser en un principio. Nunca sabremos qué habría pasado si efectivamente se hubiera trasladado ‘Tonight He Comes’ a la gran pantalla, como se escribió en un principio, si hubiera funcionado o no, pero lo que sí sé es que Hancock no es lo que nos vendieron.
Nos vendieron a un Smith con pinta de vagabundo borracho, que resultaba ser un superhéroe en crisis, alguien que no era capaz de cumplir con su rol, proteger la ciudad y combatir el crimen. Su conducta irresponsable provoca destrozos allá por donde pasa y la gente ya no lo quiere, lo insultan y lo rechazan. Sin embargo, como en toda buena historia de Hollywood, la posibilidad de redención está a la vuelta de la esquina. Un tipo con buen corazón y buenas ideas se hace cargo del superhéroe caído y le ayuda a cambiar su imagen y su comportamiento. Fuera alcohol, un trajecillo al estilo X-Men, sonrisas, respeto a la policía y listo. Hancock recuperado.
Toda la incorrección, todo el “gamberrismo”, todos los tacos y las malas maneras, todo eso que salía en los trailers y que nos llevaron a muchos a ir al cine esperando algo diferente, queda reservado y finiquitado en la primera parte de la película. Hancock se revela pronto como lo que es, una película sin nada que aportar, sin contenido ni emoción, una excusa más para que Will Smith siga haciendo de Will Smith, un producto fabricado mecánicamente para asaltar las taquillas de forma relámpago. Una cosa que queda en la memoria de forma vaga. No importa, nadie quiso nada más, ya sabéis, sólo pretenden entretener un rato (mientras se llenan los bolsillos). Así vamos, cada año con peor cine.
Por no aprovechar, no se aprovecha ni siquiera las posibilidades de la relación entre Hancock y el personaje de Charlize Theron (desde que se descubre el pasado de ambos), que al final queda reducido a otro montón de tópicos. También resulta bastante lamentable toda la parte final, con un villano ridículo y una resolución facilona y hasta sonrojante. No entiendo cómo a estas alturas, aún nos siguen ofreciendo situaciones tan calcadas a otras ya vistas, muchas veces y sin esperar ni siquiera un tiempo razonable para que nos creamos que estamos viendo algo fuera de lo común. Es tal la falta de compromiso, de imaginación y hasta de inteligencia a la hora de preparar los guiones, que no sé cómo no es aún mayor la bajada de espectadores en los cines. Deberíamos pensar en una huelga de público. O en exigir que nos devuelvan el dinero a la salida del cine. Más de una productora se pensaría mejor en lo que invierte… Ya, a veces me paso soñando.
En fin, a partir de esta semana ya puede adquirirse Hancock en DVD. Evidentemente, mi recomendación es pasar de largo, pero si no la viste en su momento, y eres fan del género de superhéroes (si es que podemos hablar de uno), puede ser una compra recomendable. Aunque yo que tú me esperaba un poco o la pedía para reyes, así te ahorras el excesivo coste ahora mismo va a tener.
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