La crisis del coronavirus ha provocado un aluvión de retrasos en el mundo audiovisual, pero también ha habido un par de excepciones en las que la reacción fue adelantar el estreno de la obra en cuestión. El caso más conocido hasta ahora era el de ‘El último baile’, la muy popular docuserie sobre Michael Jordan realizada por ESPN y Netflix, pero ahora ese privilegio va a pertenecer a ‘Hamilton’, la película realizada a partir del fenómeno teatral creado por Lin-Manuel Miranda.
El plan inicial era que ‘Hamilton’ pasase primero por los cines de todo el mundo en octubre de 2021, por lo que todos nos llevamos una sorpresa cuando se anunció que iba a estrenarse directamente en Disney+ este 3 de julio. Un golpe encima de la mesa para una plataforma algo escasa de novedades desde su lanzamiento, porque no me cabe duda de que habrá gente que se suscriba para poder ver esta maravilla, una obra cumbre del género musical.
Una “película” peculiar
‘Hamilton’ no es una película propiamente dicha, ya que está realizada a partir de varias representaciones de la obra con su reparto original, añadiendo alguna pequeña grabación realizada sin público. Vamos, un intento de captar la magia que le permitió convertirse en el musical que todo el mundo quería ver, disparándose así los precios y haciendo poco menos que imposible el conseguir una entrada.
La película llega con la promesa de ofrecer a los espectadores el mejor asiento de la sala y una vez vista puedo dar fe de que cumple su promesa. Sí, lo que tenemos ante nuestros ojos es una obra de teatro con todo lo que ello supone a nivel de ambientación, donde el despliegue es impresionante, pero sigue estando limitado a lo que permite el escenario de una sala.
Dicho esto, lo primero que deja claro el director Thomas Kail deja pronto muy claro que va a huir de cualquier posibilidad de que resulte una película estática, aprovechando muy bien tanto su conocimiento de la obra -a fin de cuentas el también de ocupó de la puesta en escena del original teatral- para potenciar esa tremenda energía que desprende ‘Hamilton’ apostando casi siempre por el recurso idóneo para que todo brille con especial intensidad.
Ahí no quiero quitar mérito al trabajo de montaje de Jonah Moran, pero uno realmente siente que ‘Hamilton’ es especial ya sea deleitándose en todo lo que sucede en el escenario, parándose un momento con un personaje en concreto o eligiendo cuál es el momento adecuado para hacer más hincapié en la reacción de alguien. Se nota tanto el mimo como el cariño que siente hacia lo que sucede en el escenario, pero tampoco cae rendido subrayando más de la cuenta una situación o enamorándose más de lo debido con algún personaje.
A partir de ahí lo que nos queda es el ‘Hamilton’ que muchos ya conocíamos, un repaso apasionante por la vida de uno de los padres fundadores de Estados Unidos que no tiene vida en mostrarle como un héroe pero también como una persona con infinidad de defectos que se llega a hacer valedor de nuestro desprecio. Es una montaña rusa de emociones muy bien orquestada por Miranda que sabe qué teclas ha de tocar en todo momento para mantener atrapado al espectador.
‘Hamilton’ es imprescindible
Personalmente, ya había tenido la oportunidad de ver la obra en vivo, aunque con un reparto completamente diferente, por lo que nada de lo que sucede a nivel de puesta en escena me pilló por sorpresa. Eso no quita para que ‘Hamilton’ haya sabido captar en imágenes lo que convirtió a la obra en una joya de la historia de los musicales que quizá no te seduzca de primeras por su particular apuesta, pero una vez entras, ya no te suelta durante sus casi tres horas de duración. Y querrás volver a esos temas una y otra vez.
Obviamente no habrá nunca nada como verla en vivo, pero Miranda eligió muy bien el momento en el que se rodó ‘Hamilton’, pues todos los actores estaban ya totalmente hechos a sus personajes, exhibiendo una comodidad arrolladora sin que eso suponga mostrarse complacientes en su interpretación. Y el hecho de poder centrar nuestra atención en aspectos concretos ayuda a resaltar el trabajo de ellos, en especial el de un soberbio Jonathan Groff como el rey George III.
Además, lo importante es que todo fluye a todos los niveles, dejando un pequeño parón de un minuto para emular la interrupción teatral, pero más allá de eso funciona como un tiro. Desde la primera canción que ya te adelanta las líneas maestras de lo que vas a ver a continuación hasta ese impresionante cierre al ritmo de “Who Lives, Who Dies, Who Tells Your Story’, nada desentona, sabiendo ser divertida, dramática, épica o emocionante sin que resulten bruscos los saltos de uno a otro. Todo está medidísimo sin sentirse mecánico.
Más allá de eso, ‘Hamilton’ puede que cuenta algo que sucedió hace más de 200 años en Estados Unidos, pero sigue teniendo un eco muy a tener en cuenta en la actualidad, aumentando así la relevancia de la osadía que tuvo Miranda cuando se planteó hacer una obra así, quien luego además no deja que su personaje fagocite por completo la historia, dando tanto peso a otros que por momentos casi parece estar contando más la historia de Aaron Burr, al que da vida un impresionante Leslie Odom Jr., que la de Alexander Hamilton.
En resumidas cuentas
‘Hamilton’ es excepcional, ya que sabe captar todo el encanto, la fuerza y el gancho de la obra de teatro y no sentirse como una mera grabación para salir del paso, siendo de potenciar su lado de espectáculo sin sacrificar sus momentos más íntimos. Si ya estás familiarizado con el original, no creo que vaya a decepcionarte para nada, y si es la primera vez que te acercas a la más famosa creación de Lin-Manuel Miranda, no sabes lo que te envidio. Disfrutar el viaje, que no dudo que lo harás.
Puedes ver 'Hamilton' en Disney+ a partir del 3 de julio.
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