Después de que John Carpenter se hiciera famoso en el mundo entero gracias a 'Halloween', y tras un par de títulos televisivos (uno de ellos de verdadero culto), y tras la fallida 'La Niebla', en la que nos hizo creer que Jamie Lee Curtis se convertiría en su actriz fetiche, y la excelente '1997: Rescate en Nueva York', Carpenter volvió en tareas de productor, escritor y compositor de la (magnífica) banda sonora en 'Halloween II', que en nuestro país se tituló '¡¡Sanguinario!!', horroroso título que un servidor se niega a utilizar, así que a partir de ahora me referiré a ella por su título original.
'Halloween II' continúa con los hechos acaecidos en la primera entrega justo en el momento en el que aquéllos terminan. Michael Myers ha sobrevivido a los disparos del doctor Loomis y reinicia su matanza en los alrededores, dirigiéndose al hospital de Haddonfield, donde han internado a Laurie Strode para que se recupere de sus heridas y de la fuerte conmoción sufrida. Myers intentará de nuevo acabar con ella y con todo aquel que se ponga por delante. Loomis está dispuesto a no permitir que eso suceda y pondrá en alerta a las autoridades del lugar.
Por supuesto lo más llamativo de este nueva entrega es la ausencia tras las cámaras de Carpenter, uno de los padres de la criatura y del mundo que la rodea, aunque afortunadamente es autor del guión junto con Debra Hill, y eso se nota... por momentos. Rick Rosenthal, en su debut cinematográfico, se hace cargo de la dirección y aguanta el peso más o menos bien. Bien porque sabe imprimirle cierto ritmo al film, en esos momentos en los que recuerda demasiado al film original, utilizando el suspense de la misma forma, Myers apareciendo en el lugar menos esperado y actuando normalmente hasta que saca de cuchillo. Logra una film entretenido, bastante llevadero, y que resiste con un mínimo de dignidad el ser la secuela de una película mítica. Pero por otro lado, Rosenthal toma la equivocada decisión de filmar demasiadas veces, y muy claramente, al personaje de Myers. Con esto, dicho personaje pierde parte del misticismo de la primera entrega y que lo hacía tan fascinante e interesante. Ya no le vemos tanto entre sombras caminando silenciosamente, sobre todo en su parte final, donde el tío chupa más cámara que Patricia Conde en el mejor programa de televisión español.
Pero para un servidor el error más grande en el que cae 'Halloween II' es en lo visceralmente descriptiva que es, abusando un poco de escenas sanguinolentas, huyendo así de la sutileza de su primera parte. Claro que en el 1981, y habiéndose estrenado uno de los mayores bodrios de todos los tiempos como fue ese lamentable 'Viernes 13', la moda era enseñar cuanta más sangre mejor, descuidando por completo el asustar verdaderamente al espectador, y es que en aquella época y 30 años después se sigue confundiendo en la mayoría de títulos salidos del género de terror el asustar con el desagradar. Menos mal que en cierto modo este aspecto queda relativamente compensado por una atmósfera inquietante, que recuerda a la de la primera, aunque conseguida únicamente en su parte final (algo es algo).
Interpretativamente hablando tenemos más de lo mismo. Jamie Lee Curtis sigue gritando como nunca, y esta vez lo compagina con estar terriblemente cansada y convaleciente, por culpa de la terrible experiencia sufrida. Donald Pleasence sigue con su papel de cazavampiros, por así llamarlo, y esta vez tiene más frases que en el primer film, su obsesión con Myers sigue estando bien mostrada, y la resolución de su personaje es de lo mejor de la película. El resto de personajes se dedican a aparecer unos breves momentos para luego morir de forma brutal.
Una correcta película que si bien no llega a la altura del original, se puede disfrutar como un mero entretenimiento en el que esta vez el estudio del mal queda reducido a la mínima expresión. El personaje de Myers desaparecería en esta entrega, no protagonizando la siguiente, 'Halloween III: El Día de la Bruja', y como la cosa no resultó, lo resucitaron en la cuarta entrega y de ahí hasta el infinito y más allá.