‘¿Hacemos un porno?’ (¿por qué no la han titulado ‘Zack y Miri hacen una porno’?, ¿tan difícil era?) de Kevin Smith parece haber puesto de acuerdo a prácticamente todo el mundo. El director de la desternillante ‘Mallrats’ (para el que esto suscribe su mejor película) se ha ablandado, sus diálogos han perdido la chispa que tenían y su humor no parece tan corrosivo como antes. Es evidente que no estamos hablando de ninguna genialidad dentro del séptimo arte, pero sí de un director que conseguía llegar al público general con facilidad, quizá por su sentido del humor desvergonzado y atrevido.
Empezando de forma muy discreta con ‘Clerks’, empezó a perder el norte cuando quiso aprovechar el tirón de dos de sus personajes más famosos: Jay y Bob el silencioso, en una deplorable película llena de chistes absurdos y sin gracia que no era más que un ejercicio onanista del propio Smith. La verdadera sorpresa llegó cuando apareció con ‘Jersey Girl’, film romántico que no entraba ni con calzador en el habitual estilo de Smith. Luego nos recordó que no se había olvidado de sus inicios con la secuela de su ópera prima, en la que recuperaba algo de su mala leche. Con ‘¿Hacemos una porno?’ mezcla elementos del lado que todos conocemos de él y del ñoño que rechazamos en el film con Ben Affleck.
El argumento de ‘¿Hacemos una porno?’ nos habla de Zack y Miri, dos amigos íntimos de toda la vida, viven juntos, y pasan por una época económica más bien mala. El corte de agua y luz es la gota que colma el vaso, por lo que a Zack se le ocurre la brillante idea de que pueden hacer una película pornográfica casera, algo que deja mucho dinero y que puede sacarles de la situación en la que están. Decididos a ello, se asocian para reunir a un pequeño grupo de actores y técnicos para rodar la película, pero cuando da inicio el rodaje salen a relucir sentimientos que antes no se habían planteado.
Llama la atención que se la haya achacado a ‘¿Hacemos una porno?’ el tener una historia mínima, casi esquemática, cuando todas las películas de Smith adolecen precisamente de eso. Otra cosa son los diálogos de los personajes, y las situaciones que los mismos provocan. Y en eso sí es cierto que Smith ha perdido fuelle, parece que ha escrito mecánicamente cada una de las frases de este film, pues así suenan, como productos prefabricados y ahora realizados en serie, convertidos en plantilla. Una vez más tira de referencias a Star Wars (tocando aquí techo sugiriendo la versión porno de la mítica saga galáctica), algún detalle escatológico dentro del contexto de realizar una película pornográfica (lo que era lógico tratándose o no de Smith), y cómo no, debates sobre las relaciones.
Todo ello disfraza de forma más o menos amena una historia romántica con el más que conocido esquema del género. La historia de los dos amigos que se dan cuenta de que están enamorados sigue los caminos más previsibles, pero es por ese camino donde se nos presentan algunos de los apuntes más interesantes de un relato que siempre se mueve por lo convencional. Sí, lejos de lo que Smith es capaz de hacer, pero nunca cayendo en lo vulgar o demasiado gratuito. Baste citar dos escenas que personalmente me han parecido las mejores de la película. Aquella en la que Brandon Routh y Justin Long, riéndose prácticamente de ellos mismos, interpretan a una pareja gay; o el acercamiento sexual entre la pareja protagonista, enfocado desde el visor de una cámara, que es una traducción de todo primer acercamiento amoroso en una pareja, con torpezas incluidas.
También me ha sorprendido muy gratamente una Elizabeth Banks absolutamente arrebatadora, comiéndose a su compañero de reparto, Seth Rogen. La actriz comprende del todo la evolución de su personaje, transmitiendo muy bien los sentimientos del mismo, y desprendiendo una simpatía de la que no gozan el resto de los actores. Rogen se queda pequeño al lado de Banks, ya sea por su sosa interpretación, la misma de siempre dando vida al personaje de siempre, como por lo mal que está dibujado aquél. En un plano secundario, Traci Lords está totalmente desaprovechada, puesta únicamente para que los expertos del porno la reconozcan. Incluso Jason Mewes, cuyo momento más divertido cuando le habla al protagonista de la masturbación, en un intento de cambio de imagen, está por debajo de lo que se esperaba de él (tal vez sólo tiene talento para dar vida a Jay).
‘¿Hacemos una porno?’ nos presenta a un Kevin Smith más tradicional y conservador de lo todos pensamos alguna vez. Tal vez sea ése su verdadero yo. De lo que no hay duda es de que cinematográficamente tal vez se ha traicionado un poco a sí mismo, cayendo en la redes de lo puramente común, pero creo que ha tenido la suficiente inteligencia de no faltar al respeto a un espectador al que continuamente se lo están faltando con productos de idéntica clase. No, no estamos ante una de las mejores películas de Kevin Smith, pero cumple unos mínimos, no aburre, a ratos divierte, y sobre todo podemos disfrutar de Elizabeth Banks en estado de gracia, levantando ella sola la película. Mientras la recuerdo embobado (a Banks, no a la película), me retiro a mis aposentos a escribir sobre el intento de fuga carcelario más realista que se ha filmado.