En esta nuestra quinta entrega del repaso que estamos haciendo a la filmografía de Guillermo del Toro nos damos la mano con el especial sobre cómic en cine que empezamos allá por el mes de julio, y es debido a ello y que esta entrada se adelanta varios meses al lugar que le habría correspondido en dicho especial, que con vuestro permiso, adoptaré aquí la estructura de los artículos que vienen dando cuenta de cómo el noveno arte se ha ido trasladando a la gran pantalla.
Y es que, por más que uno quiera hacerlo de otra manera, hablar de 'Hellboy' (id, 2004) y no hacerlo de la genial creación de Mike Mignola de forma específica sería un error imperdonable, máxime cuando el propio Guillermo del Toro enumera al artista estadounidense como uno de sus dibujantes favoritos de todos los tiempos junto a leyendas como Will Eisner, Bernie Wrightson y Richard Corben y cuando él mismo afirma que "los cómics han sido de gran importancia en mi vida (...) incluso antes de saber leer siempre andaba con un cómic en las manos (...)para mi han sido tan importantes como la literatura, la pintura o el cine".
'Hellboy', el cómic
Los años noventa cambiaron por completo las estructuras editoriales estadounidenses cuando muchos de los artistas que hasta entonces habían sometido su producción a las férreas fórmulas impuestas por DC y Marvel decidieron que ya era hora de tener un control pleno sobre sus creaciones. Y si siempre se habla de Image y los famosos "prófugos" de Marvel —ya saben, Jim Lee, Rob Liefeld, Todd McFarlane, Marc Silvestri, Erik Larsen y Jim Valentino— para ilustrar la radical alteración que se produjo en un mercado que parecía inamovible, no deberíamos perder de vista que Dark Horse, una editorial que había nacido en 1986, albergaría en 1994 el sello Legend, un proyecto apadrinado por dos leyendas llamadas Frank Miller y John Byrne y al que terminaría por arribar un artista llamado Mike Mignola.
El dibujante originario de Berkeley ya había cosechado las mieles del éxito con sus trabajos tanto para Marvel como para DC, siendo ya un nombre medianamente conocido entre el fandom gracias a títulos como 'Fahrd y el ratonero gris', la novela gráfica 'Triunfo y tormento' del Dr. Extraño y el Dr. Muerte y la espléndida 'Gotham by Gaslight' en la que e trasladaba a Batman al Londre victoriano de Jack el Destripador. Pero todo esto quedaría como parte de un pasado lejano en el momento en el que Mignola ideara al personaje por el que más se le ha reconocido, un demonio con una mano de piedra con el que ya lleva veinte años.
Ideado en una convención de cómics y retomado tiempo después cuando Mignola sintió la necesidad de arrancar con un proyecto personal sobre el que tener pleno control creativo, Hellboy es un peculiarísimo "superheróe" con el que el artista lleva dos décadas explorando un universo que no parece tener límites. Mezclando en sus páginas influencias de todo tipo —entre las que siempre cabe destacar el fuerte semblante Lovecraftiano que ha sido determinante en el devenir de la colección— y convirtiéndose en crisol de incontables referencias acerca de la magia y los mitos de los cinco continentes, la fuerte personalidad gráfica de Mignola y su espléndido tratamiento de las luces y las sombras, ha ido propiciando, siempre en el seno de Dark Horse, la aparición de varios spin-offs —espléndido es el centrado en la A.I.D.P— y, cómo no, de un par de traslaciones cinematográficas que se cuentan como dos de los momentos más álgidos en la filmografía de Guillermo del Toro.
Allá por 1998...
Cuando hablamos ahora, más de una década después, de aquellas cintas que resultaron claves de cara al establecimiento de la fiebre actual por las adaptaciones del cómic al cine, los títulos que siempre salen a la luz son los 'X-Men' (id, 2000) de Bryan Singer, el 'Spider-man' (id, 2001) de Sam Raimi y, por su relevancia generalizada y por la revolución que supuso desde muchísimos puntos de vista —el visual por delante, sin duda alguna— la primera entrega de la trilogía de 'Matrix' (id, 1999) con la que los hermanos Wachowski sentaban las bases de lo que sería un sesgo muy importante del cine del s.XXI.
Dato desconocido para muchos es que, si los vientos le hubieran sido propicios a Guillermo del Toro, hoy podríamos estar hablando de 'Hellboy' como la pionera, aquella cinta que habría servido para sentar las bases del posterior desarrollo en la relación entre séptimo y noveno arte y no una más —aunque ya veremos más abajo como este proyecto dista mucho de ser "uno más"— de entre las muchas producciones que ya por 2004 nos llegaban al año derivadas del mundo de la viñeta.
Con una relación que había comenzado a mediados de los noventa, y el claro interés de Del Toro por ser aquél que se encargara de trasladar las aventuras del demonio rojo a la gran pantalla, la colaboración de Mignola y el cineasta daba como resultado un guión completamente terminado en 1998, lo que habría permitido que, de haber encontrado un estudio dispuesto a respaldarlos, 'Hellboy' hubiera llegado a nuestras pantallas a finales de aquél año o principios del siguiente. Pero en aquellos momentos, la expresión "película de cómics" era casi un insulto en la cara de cualquier estudio, y lo atractivo de la propuesta no fue suficiente para vencer las reticencias de las majors hacia el título de la cinta o el hecho de que tanto su director como el artista creador del personaje apostaran por Ron Perlman como la "estrella" idónea para encarnar al protagonista. Y el proyecto se aparcó...
Cinco años más tarde
Tras el determinante éxito que 'Blade 2' (id, 2002) había supuesto en su carrera, a Guillermo del Toro se le presentaron dos posibles opciones,. o bien se encargaba de la tercera entrega del cazador de vampiros interpretado por Wesley Snipes o por fin se le daba luz verde a su acariciado sueño de poder rodar 'Hellboy'. Huelga decir que el cineasta mexicano no se lo pensó ni un sólo instante —y menos mal, porque el guión de Goyer para 'Blade Trinity' (id, David S. Goyer, 2004) era, como veremos en su momento, puro desperdicio— y, desempolvando el manuscrito, se puso manos a la obra para levantar el que sería su quinto largometraje.
Con Ron Perlman como fichaje ineludible, Del Toro y Jeremy Zimmerman fueron seleccionando a un grupo de intérpretes que, lejos de ser estrellas de primera fila, terminaron conformando un reparto espléndido y perfectamente equilibrado que deja que la historia respire con naturalidad. Al frente del mismo, el veterano John Hurt como el profesor Trevor Bruttenholm, Selma Blair en la piel de Liz Sherman, Rupert Evans como el agente John Myers —un papel para el que Del Toro consideró a Jeremy Renner y Jason Schwartzman—, Doug Jones como Abe Sapien, Jeffrey Tambor en el alivio cómico que supone el director del A.I.D.P, la Agencia de Investigación y Defensa de lo Paranormal y el siempre efectivo Karel Roden como el temible Rasputín.
Aunque su fuente principal de inspiración sea 'Semilla de destrucción', la primera miniserie publicada sobre 'Hellboy', en la que se explica el origen del personaje y se plantean muchas preguntas que Mignola aún tiene pendiente contestar, el guión de la cinta incluye elementos de otros títulos del personaje como 'La mano derecha del destino' o 'La caja del mal', planteando asimismo Del Toro algunos cambios sustanciales en el libreto que hacen que la cinta funcione sensiblemente mejor que lo que Mignola había ideado una década antes.
Entre ellos encontramos un inicio que funde en una única localización —una Escocia que fue elegida por su fuerte relación histórica con la magia y por haber servido de lugar de paso de submarinos nazis durante la Segunda Guerra Mundial— los dos escenarios paralelos del cómic, y cambios fundamentales en las definiciones de Kroenen, el profesor Bruttenholm y, sobre todo, la relación entre Liz y Hellboy, que para nada se asemeja a aquella que podíamos ver en el cómic original.
'Hellboy', brillantísima adaptación
Tras un arranque que, como decíamos introduce al personaje y define con gran elocuencia algunas de las señas de identidad de Hellboy —su pasión por las chocolatinas Babe Ruth, su puño de piedra y la relación paterno-filial con Bruttenholm— encontramos unos títulos de crédito llamados a servir de representación de una de las ideas fundamentales con las que Del Toro juega a lo largo del metraje: la de la elección. Con el laberinto como motivo recurrente a lo largo de la cinta —tres son las ocasiones en las que aparecen trazados laberínticos a lo largo del filme—, el doble propósito de la intrincada estructura es servir como metáfora visual de la determinante diatriba ante la que se terminará encontrando el demonio rojo y conformar ese lugar en el que uno se halla a sí mismo.
Esta búsqueda, que queda ímplicita en el discurso inicial en la voz en off de John Hurt, es la que sirve a Del Toro para trazar las líneas maestras por las que se mueve la historia, estableciendo el cineasta una suerte de triángulo entre Hellboy, Liz y Myers que evoca, si bien de forma lejana, a aquél que se deriva de la mitología artúrica entre el Rey Arturo, Ginebra y Lanzarote, aunque si hubiera que apuntar a un caballero de la mesa redonda para el agente del FBI, ese sería Perceval.
Mezclando los dos tipos de cine que hasta entonces habían jalonado su trayectoria, 'Hellboy' es la perfecta fusión entre la vertiente más personal que Del Toro había desarrollaba en 'Cronos' (id, 1993) y 'El espinazo del diablo' (id, 2001) con aquella determinada por los caprichos de Hollywood que veíamos en 'Mimic' (id, 1997) y 'Blade 2'. Y si de la segunda toma los elementos de unas espectaculares secuencias de acción con las que el director homenajea en no pocos momentos a su idolatrado Ray Harryhausen —del que tanto él como Mignola solicitaron colaboración para la producción, una propuesta que el legendario técnico reclinó amablemente—, es en su primera vertiente donde encontramos los momentos de mayor interés del relato.
Derivado de su personal visión del personaje, es de la aplicación de las filias y el vasto acervo de Del Toro de dónde se derivan las claras influencias de nombres como Kirby o Jorge Luis Borges en la forma de generar la mitología del personaje, un hecho al que se une la clara vuelta de tuerca que supone el relato sobre el esquema de 'La bella y la bestia' —algo hasta cierto punto irónico, dado el pasado televisivo de Ron Perlman— y que termina eclosionando en dos aspectos fundamentales de la cinta: la relación de Hellboy con su "padre", que da lugar a una de las dos secuencias más soberbias del filme en términos de narrativa y protagonismo de la espléndida partitura de Marco Beltrami y, cómo no, aquella que el primero mantiene con Liz y con la que, como ya pasara con 'Cronos', Del Toro vuelve a hablarnos del poder redentor del amor, cerrando la cinta con una bellísima escena preñada de lirismo.
Uniendo a todo lo anterior el particular sentido del humor que aportan tanto el sarcasmo de Ron Perlman como el natural talento de Jeffrey Tambor y sumando también el sentido de la épica que abraza todo el relato de principio a fin —espectacular es el clímax, 100% Mignola— no creo que sea muy descabellado afirmar que a la hora de hablar de 'Hellboy' hemos de hacerlo tanto en términos de una de las mejores producciones basadas en cómic que se hayan llevado a la gran pantalla como en aquéllos que la definen como una de las tres mejores cintas firmadas por ese genio que es Guillermo del Toro.
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