‘La guerra de los mundos’ ha tenido infinidad de adaptaciones a lo largo de los años. El clásico escrito por H. G. Wells es una de las novelas de ciencia-ficción más importante de todos los tiempos, por lo que es normal que muchos hayan querido aportar su visión de la historia. Lo que sí sorprende es que en pleno 2019 lleguen dos miniseries basadas en ella de gran presupuesto con apenas unas semanas de diferencia entre sí.
De la versión realizada por BBC ya os habló hace unos días mi compañero Jorge y ahora es el turno de centrar vuestra atención en la que han realizado Fox y Canal+. La primera gran diferencia es que pasamos de los tres episodios de la adaptación británica a ocho, mucho tiempo para ofrecer una obra más amplia en todos los sentido. He tenido la oportunidad de ver los dos primeros antes de su estreno el lunes 28 de octubre y en ellos se sitúa la historia en la actualidad, potenciándose el drama humano por encima de cualquier otra cosa.
Un enfoque amplio pero convencional
Detrás de esta nueva ‘La guerra de los mundos’ está Howard Overman, conocido por haber creado en su momento ‘Misfits’ o la adaptación inglesa de ‘Dirk Gently’ -no la confundáis con la que hizo Max Landis años después-. Teniendo eso en cuenta, no nos habría sorprendido que le diese un toque excéntrico a su adaptación, buscando así encontrar una voz propia, y quizá por ello sorprenda que se opte por un enfoque bastante convencional.
No esperéis rastro alguno de secuencias grandilocuentes en términos visuales en este arranque de ‘La guerra de los mundos’, ya que la serie se centra en presentar un panorama repleto de dudas con la gente no sabiendo cómo reaccionar ante el descubrimiento de vida alienígena. Desde una madre suplicando a su hija que se reúna con ella sin poder decirle lo que sucede hasta unos padres teniendo que tomar una decisión drástica para poder sobrevivir.
Todo ello se acompaña con un interesante retrato de la amenaza como algo global que amenaza a toda Europa en lugar de centrarlo en una localización concreta para así potenciar la intensidad sobre un grupo concreto de personajes. Es una apuesta atrevida porque se presta fácilmente a que la atención del espectador se disperse y a la siempre temida aparición de los altibajos de interés.
Una introducción demasiado extensa
Eso no llega a suceder, pero se consigue pagando un peaje importante: nada destaca tanto como para enganchar de forma irremediable al espectador. Estos dos capítulos se sienten como una presentación demasiado extensa que no se justifica con lo que vemos en pantalla. Puede ser que las semillas que va plantando sean decisivas para lo que venga después, pero vivimos en una época de saturación con tantas series que no te puedes permitir el lujo de que se olviden de ti tras uno o dos episodios y nunca vuelvan.
Sí que hay algunos personajes a los que se presta algo más de atención, pero en líneas generales es opta por una visión global sin que la puesta en escena del belga Gilles Coulier, responsable de los cuatro primeros episodios, sepa transmitir esa creciente angustia de tal forma que poco nos importe que la amenaza siga en la sombra. Los momentos de mayor lucidez se los debemos a los propios actores, quienes hacen suyo esa sensación de desorientación y miedo hacia lo que está sucediendo y por seguir con vida.
Soy consciente de que es complicado mantener una elevada intensidad si empiezas en lo más alto, así que comprendo la apuesta de empezar por el drama humano para ir mostrando tus cartas poco a poco. Además, lo más jugoso de la serie está en la reflexión interna de los personajes sobre quiénes son esos extraterrestres y por qué está aconteciendo esa sobredosis de destrucción. Por ahora son pinceladas, pero ahí que veo esas semillas a las que aludía antes para ir a más.
En resumidas cuentas
Seguramente lo mejor de ‘La guerra de los mundos’ esté por venir y es cierto que se presentan ideas interesantes en estos dos primeros episodios, pero la segunda adaptación televisiva de la novela se toma demasiado tiempo a modo de introducción sin dar ese elemento adicional que te meta tan dentro de lo que sucede. Al respecto hubiese sido maravilloso un clima de tensión y urgencia similar al inicio de ‘Chernobyl’, pero la serie va en otra dirección.
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