En 'Guava Island', la película musical de Hiro Murai con Donald Glover y Rihanna, presentada en Coachella y rodada en secreto en Cuba, hay un momento en el que su protagonista, Deni Maroon (encarnado por Glover), explica a una compañera de trabajo su problema con la isla de ensueño en la que viven, un maravilloso paraje del que no pueden disfrutar.
"Lo que pasa conmigo es que vivimos en el paraíso, pero no tenemos ni el tiempo ni los medios para vivir aquí de verdad". Mientras Deni dice esta frase, un lento travelling acompaña al personaje y su compañera, haciendo más hincapié en el entorno que los rodea que en las propias personas a las que sigue.
Este travelling muestra una isla nada paradisíaca: los gigantescos árboles, en segundo plano, aparecen tapados por la maquinaria de Red Cargo, la empresa que explota un preciado material que sólo puede obtenerse allí.
Las personas que aparecen en plano están condicionadas por su relación con sus medios de trabajo, reducidas a su fuerza laboral, convertidas en parte de un engranaje mayor que desnaturaliza su humanidad en pos de mutarlas en medios para la obtención de beneficios económicos.
Kofi, el personaje al que interpreta Rihanna, trabaja en la industria textil de Guava, representada de la misma forma que la fábrica: empequeñeciendo a sus personajes y sometiéndolos a los designios de sus medios laborales, caracterizándolos a través de su relación con sus herramientas de trabajo.
Las mujeres que cosen en la fábrica tienen, sin embargo, un momento liberador de sus quehaceres: la radio suena y Deni Maroon canta para amenizar la dura jornada obrera.
Un mesías para los explotados
El protagonista es un guitarrista con aires mesiánicos, que, desde el prólogo de ‘Guava Island’, tiene clara su intención: crear una canción que permita que los habitantes de la isla de Guava puedan olvidar, aunque sea por un momento, sus problemas (en su mayoría, de clase).
Este prólogo, realizado con una policromática animación en tono de cuento narrado la propia Rihanna, señala cómo la avaricia del ser humano sirve a la maquinaria del capital.
Así, una isla de ensueño se convierte en una fábrica de producción en masa en la que sus trabajadores no pueden ni siquiera librar un domingo para ver un festival de música. Este inicio de cuento que justifica el uso de la colorida animación hace hincapié en la narración de la opresión sistemática, en un relato que ha pasado de generación en generación.
A través de esta llamativa pieza audiovisual de gran coralidad autoral (las piezas musicales que aparecen son las de Childish Gambino, el director es Hiro Murai, el guión recae en Stephen Glover, hermano del cantante, Christian Spenger en la dirección de fotografía...), Glover reúne su descomunal talento en una fábula que engloba lucha de clases y desencanto ante su contexto.
Para ello, 'Guava Island' se apoya en el uso del 4:3, formato que le permite encapsular a sus personajes y constreñir su propia libertad, acrecentando además la propia visualidad desnaturalizada del entorno de la isla, comprimida hasta lo máximo que es posible.
El formato sirve también para anticipar la moraleja de este cuento triste de clases, con unas esquinas que no son afiladas, sino curvas y suaves, y que pueden dar pie a otra realidad posible.
El musical como catalizador de la clase obrera
No es casual que, en la escena que precede a la secuencia donde se introduce su ya mítica 'This is America', Deni discuta con uno de sus compañeros a raíz de la esperanza de libertad que brinda el sueño americano.
Las mismas obsesiones que exudan ‘Atlanta’ y la propia canción de Gambino se vertebran aquí en ideas que se verbalizan de forma explícita: la idea de América no es América, sino un concepto por el que puedes ser tu propio jefe… por un precio.
La secuencia musical se inicia con el sonido de engranajes y máquinas de la fábrica, que sirven al rapero para comenzar la tonadilla del que fuera uno de los hitos del pasado 2018. Glover-Gambino reitera su apuesta performática, que convierte al intérprete en un sujeto confuso y de ojos abiertos hasta el dolor.
El individuo contemporáneo, que ya no tiene sueños a los que asirse ante el turbocapitalismo y el neoliberalismo salvaje, sólo tiene una reacción posible: el espasmo de sus coreografías y la extrañeza en una mirada ojiplática.
Aunque nunca con la misma fuerza expresiva que recoge este momento, el resto de canciones que aparecen en la película, 'Summertime Magic', 'It feels like summer' y 'Saturday', sirven como hilos conductores de la narración.
Vertebrada a través de lo musical, 'Guava Island' expresa conciencia de clase, pero también a obreros desclasados engañados por la idea de América como liberación, además de mantener en su telón de fondo la historia de amor de Deni Maroon y Kofi.
'Summertime Magic' es una bella declaración de amor en la que la protagonista absoluta es Rihanna. Ante los excéntricos movimientos de Childish Gambino, con coreografías exageradamente gestuales y serpenteantes, la actriz sonríe con los ojos y ríe cada vez que agacha su cabeza.
La cámara tiene en cuadro a Glover, pero Murai remarca la fuerza expresiva de Rihanna a través de contraplanos y salidas de cuadro del cantante para dar espacio a la diva, de mirada hipnótica y grandiosa contención gestual que sirve como perfecta contraparte al gesto excesivo de Glover.
‘Guava Island’: un cuento del obrero frente al patrón
Red Cargo (Nonso Anozie), el encargado de mantener toda la maquinaria del capital en orden, será el escollo al que Deni se enfrente de cara a interpretar ese festival catártico que ayude a la masa obrera a reencontrarse con la isla en la que viven, paraíso disfrazado de prisión.
Este enfrentamiento es doble: primero, por la propia lucha de clases, y segundo, por la reivindicación de la música -y, por extensión, el arte- como elemento catalizador, como unión ante la explotación laboral, como expresión liberadora del ser humano.
El colofón final de esta lucha entre explotado y explotador llega con el festival. El patrón, ante la desobediencia obrera, toma cartas en el asunto, con un trágico clímax final en el concierto de Deni Maroon.
Suena la última canción de la película interpretada por Gamino, 'Saturday', en una vibrante interpretación donde el grano y la saturación de color convierten la desnaturalizada isla-fábrica en un espacio mágico, de comunión, de escape de la realidad. El mesías de Guava ha conseguido su objetivo: salvar a los de su clase con su música.
En el epílogo, el espíritu de celebración ha imbuido a los obreros, que en una carnavalesca ceremonia recorren las calles de la isla de Guava cantando y danzando ante la mirada atónita del patrón. La huelga se convierte en un momento dedicado a la festividad y a la toma de conciencia de clase, con la sonrisa de Kofi frente al asombro de Red Cargo, el jefe de la isla.
La superación definitiva del obrero llega por las dos vías que proponían, respectivamente, Deni y Kofi. Primero, por la danza, la música y la celebración de la victoria ante el patrón, y segundo, por el relato de una clase obrera que pudo vencer. El final de la película desvela a Kofi contando de nuevo el cuento de la isla de Guava a su hija, pero con un añadido: pudieron superar a su explotador, y pudieron celebrarlo danzando.
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