Proyectar una mirada muy fija e intensa hacia sus referentes, independientemente de la disciplina que trate, puede resultar un arma de doble filo para un creador. Por supuesto, tener claras unas aspiraciones tonales y estilísticas marcadas por la obra de figuras claves del medio puede resultar inspirador, pero, por otra parte, podría llegar a lastrar una producción hasta el punto de convertirla en una suerte de monstruo de Frankenstein que bien puede tener la fortuna de resultar funcional o, por el contrario, perderse en un abismo repleto de copias defectuosas.
Con su segundo largometraje, estrenado bajo el título de 'Gringo: Se busca vivo o muerto', el especialista y cortometrajista australiano Nash Edgerton —hermano del actor y también realizador Joel Edgerton— ha abierto su coctelera para dar forma a un thriller tan trasnochado y demencial como sus personajes, en el que la esencia propia del cine de Quentin Tarantino, los hermanos Coen y un Guy Ritchie menos acelerado de lo habitual confluyen en una mezcla, cuanto menos, peculiar.
El resultado, lejos de ser el desastre que cabría esperar de tamaño batiburrillo multireferencial, termina brindando cerca de dos horas de malsana diversión; capitaneada por unos protagónicos esperpénticos e interpretados a las mil maravillas, unos diálogos ágiles y cargados de mala baba, un humor negro como el carbón y toda clase de excesos que, en última instancia, terminan jugando en su contra y alejándola de lo notable.
Si hay una palabra que encaje al cien por cien —para bien o para mal— con 'Gringo', esa es "caos". Y es que una vez se han repartido las cartas y presentado a los jugadores durante su absorbente primer acto, la cinta da por iniciada una tronchante partida en la que farsas, traiciones y malas decisiones se van sucediendo con la anarquía y el azar como mecanismos conductores.
Apostar en mayor medida por lo casual —relegando lo causal a un segundo término—, aporta a la trama de 'Gringo' una estimable capacidad de sorprender en cualquier momento que, de entrar en el peculiar universo del filme, nos mantendrá atentos a la pantalla entre giros inesperados y refrescantes secuencias de acción. Desgraciadamente, Edgerton no termina de acertar con la dosis, transformando el enredo en un sindiós que hace decrecer el ritmo hasta zonas alarmantes una vez sobrepasado el ecuador.
Por suerte, el director logra sobreponerse el exceso de metraje y evitar la aparición del sopor apuntalando su relato sobre dos pilares fundamentales: un sentido de la comedia en la que hay cabida para la conversación más disparatada y para el slapstick tan básico como efectivo y, sobre todo, un reparto rebosante de estrellas que sacan brillo de la mezquindad y patanería de sus personajes —mención especial para unos David Oyelowo y Charlize Theron espectaculares—.
'Gringo: Se busca vivo o muerto' consigue materializar el complicado logro de sacar a flote una producción edificada sobre unos referentes lo suficientemente evidentes como para transmitir una sensación de déjà vu constante; todo ello con una muy buena mano para la dirección, un reparto inspirado y un microcosmos autoconsciente y exagerado que hará las delicias de todos aquellos que necesitamos una buena dosis de cinismo en nuestro día a día.
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