Eugenio Mira es uno de los directores más peculiares del cine español reciente, pero, por desgracia, sus dos primeros largometrajes se quedaron muy lejos de poder aprovechar su innegable inventiva visual y su interés por temáticas alejadas de lo convencional. El problema siempre fue que los guiones no estaban a la altura y sólo encontraba cierta redención por su propia naturaleza de aspirante a película de culto en el caso de ‘The Birthday’ (2004) —algo que, por otro lado, también jugó en su contra—, mientras que el libreto de ‘Agnosia’ (2010) difícilmente podría calificarse de otra forma que no sea de catastrófico.
Sin embargo, ‘Grand Piano’ (2013) no era un proyecto inicialmente pensado para él, sino uno de esos guiones que tenían buena fama en Hollywood, pero que los ejecutivos de las productoras consideraban como poco menos que irrealizable. Eso es algo que conoce muy bien Rodrigo Cortés, ya que pasó lo mismo en su momento con el libreto de la excelente ‘Buried’ (2010), por lo que es perfectamente comprensible que se interesara por el de ‘Grand Piano’ (2013). Eso sí, Cortés prefirió ceder la silla del director a Mira —aunque permaneció estrechamente vinculado al mismo—, quien se marca un fascinante ejercicio de estilo dando un toque cercano al cine de Brian de Palma a una historia con claros ecos de la obra de Alfred Hitchcock.
La brillante puesta en escena de ‘Grand Piano’
Todo aquel que necesite una reducción simplista de lo que puede esperar de ‘Grand Piano’ debería imaginar en su cabeza una mezcla entre ‘Última llamada’ (‘Phone Booth’, Joel Schumacher, 2002) y la mítica secuencia del francotirador y la orquesta de ‘El hombre que sabía demasiado' (‘The Man Who Knew Too Much’, Alfred Hitchcock, 1956). No es un cóctel ni mucho menos perfecto y me parece inferior a los dos títulos mencionados, pero eso no quiere decir que estemos, ni mucho menos, ante una cinta despreciable.
Eso sí, lo que más nos interesa es esto último, ya que existía el grave peligro de que ‘Grand Piano’ fuese una cinta demasiado estática si apostaba por potenciar al máximo el misterio central o se apartase demasiado a menudo del mismo con personajes que nos daban un poco igual. No obstante, el trabajo de dirección de Mira, en especial a partir del momento en el que el protagonista descubre que está siendo apuntado con un rifle, consigue atraparnos hasta tal punto con su fluidez visual que estamos dispuesto a pasar por algo detalles que de otra forma podrían haber sido muy molestos, porque sí, hay secundarios prescindibles —la práctica totalidad de ellos— que ganan importancia solamente para añadir más tensión o soluciones de guión en las que tenemos que suspender demasiado la incredubilidad para creernos que el francotirador no se está enterando de lo que trama un más que correcto Elijah Wood.
Además, Mira consigue esquivar la sensación de que los constantes movimientos de cámara —y los ocasionalmente casi imposibles encuadres— nos parezcan gratuitos o una mera forma de lucirse sin importarle lo que estén aportando al conjunto, sino un añadido imprescindible para entretenernos y, sobre todo, engancharnos y mantenernos en tensión. Compararlo con los mejores trabajos de Brian De Palma quizá sea un pelin exagerado, pero es el referente más cercano al trabajo de Mira aquí.
La debilidad de las premisas demasiado atractivas
Está claro que la premisa de ‘Grand Piano’ será lo que atraiga a muchos al cine, pero un excepcional y atractivo punto de partida es algo que casi cualquiera podría idear, pero lo realmente complicado es desarrollarlo y darle una explicación satisfactoria —no justificar nada sólo es válido en casos muy puntuales y aún así puedes encontrarte con el rechazo de un amplio sector del público—. Damian Chazelle fracasa con estrépito cuando toca esclarecer el misterio, ya que apuesta por una resolución vulgar que, por desgracia, acaba afectando de forma notable al resultado final.
No sé hasta qué punto podrá considerar como spoiler el puntualizar que John Cusack, aún en cartelera en 'El mayordomo' ('The Butler', Lee Daniels, 2013), es el gran villano de la función cuando es algo que ya se deja claro en el tráiler de ‘Grand Piano’, pero tengo claro que los problemas van en aumento a partir del momento en el que hace acto de presencia, ya que hasta entonces había sabido equilibrar la sensación de amenaza con un toque enigmático que nos impedía saber por dónde iba a saltarnos. De lo excepcional pasamos de golpe a lo convencional y es un salto demasiado grande como para que realmente pueda funcionar. Su breve metraje se convierte entonces en su principal aliado, ya que Mira parece consciente de sus limitaciones y comprime todo sin dar en ningún momento la sensación de estar contándonos la historia de una forma acelerada. El ritmo adecuado y sin entretenerse en tonterías, lástima de lo comentado sobre el libreto.
‘Grand Piano’ es una nueva demostración de que en España podemos hacer un cine de género bastante competente e incluso fascinante por momentos. Cierto que la película decae bastante durante su último acto —algo prácticamente inevitable al jugar con una premisa con la suya—, pero nunca deja de ser entretenida y tampoco comete el error de durar más de la cuenta, ya que ni siquiera llega a los 90 minutos de metraje. Un pasatiempo efectivo enormemente realzado por Eugenio Mira, seguramente el director español que mejor sabe manejar una cámara de cine.
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