Stan Laurel y Oliver Hardy fueron dos de los reyes de la comedia de Hollywood desde finales de los años 20 hasta ya entrada la década de los 40. Posteriormente su carrera se centró en los teatros, época en la que se centra ‘El gordo y el flaco (Stan & Ollie)’, un divertido biopic que llega este viernes 15 de marzo a los cines españoles.
Hubiese sido mucho más tentador centrarse en los años de gloria de Laurel y Hardy, pero la cinta dirigida por Jon S. Baird opta por un enfoque algo más afectado, con ambos empezando a mostrar el deterioro por la edad y viéndose poco menos que obligados a hacer una fuerte campaña publicitaria para conseguir que el público se acerque a verlos. El gran trabajo de Steve Coogan y John C. Reilly es lo que eleva la película a otro nivel, aunque esa no es su única virtud.
Con las ideas claras
Una buena decisión por parte de la película para remarcar más el estado del dúo cómico en la etapa en la que se centra la película está en su dinámico arranque situado muchos años antes. El trabajo de cámara en ese momento ayuda a conseguir esa agilidad que se quiere transmitir sobre el momento de sus carreras y tanto Coogan como Reilly transmiten una deliciosa vitalidad que te hace creer que van a ser capaces de cualquier cosa.
Luego llega el golpe de realidad con un salto en el tiempo de casi 20 años. Ahora los dos básicamente han aceptado una gira teatral por Reino Unido para terminar de cerrar el acuerdo para hacer una parodia de Robin Hood. Ambos son visiblemente más viejos y en el caso de Hardy incluso se nota que su obesidad ha ido varios pasos más allá. Algo ha cambiado, tanto para ellos a nivel individual como dúo, ya que una decisión años atrás “ensució” su amistad.
Eso es algo que el guion firmado por Jeff Pope no quiere resaltar más de lo debido y que durante un tiempo limita al estado físico de ambos, al declive de su popularidad y, el detalle más importante, al hecho de que ambos han sentado la cabeza y tienen una pareja sentimental de larga duración. Ahí ya se ven las diferencias entre ambos, pero durante un tiempo los choques son más “amigables” y se centran en la personalidad opuesta de sus mujeres.
Todo eso tiene siempre un punto de amargura, incluso cuando sus representaciones empiezan a llenar teatros tras un duro arranque, ya que la ansiada película nunca termina de despegar. Ahí corresponde a Coogan ir alternando la alegría por el éxito con las dudas y los miedos por su verdadera meta. Uno es consciente en todo momento de que la camaradería y el encanto que transmiten juntos va a verse alterado de alguna forma antes o después.
‘El gordo y el flaco (Stan & Ollie)’ consigue lo que se propone
Curiosamente, la primera decisión realmente destacable de puesta en escena -hasta entonces todo fluía con naturalidad pero sin nada memorable a nivel de dirección- desde su arranque llega cuando la película alcanza ese inevitable momento, haciéndolo eso sí, de una forma diferente a la que parecía encaminado. Y Baird lo hace con un plano fijo que juega muy bien con el fuera de campo, sabiendo transmitir que sus mujeres son las únicas conscientes de lo que sucede pese a haber allí un gentío.
Era un bache necesario, ya que la película podría haber sido una nadería entrañable de evitar el conflicto, pero de esa forma añade hondura a lo que nos está contando e incluso a las deliciosas interpretaciones de Coogan y Reilly, el auténtico motor de la película, pero no lo único por lo que merece la pena echar un vistazo a ‘El gordo y el flaco (Stan & Ollie)’.
De hecho, eso permite a Baird conseguir una energía adicional del resto de momentos de ambos juntos, a nivel humano cuando coinciden fuera del escenario y cómico cuando se vuelven a subir a él. Todo eso suma para conseguir un broche de oro para una película que sí, podría haber sido más incisiva, pero aquí lo que se busca es celebrar la figura de dos cómicos algo olvidados por las generaciones actuales y como tal funciona muy bien.
En definitiva, ‘El gordo y el flaco (Stan & Ollie)’ es un divertido y entrañable biopic que tanto se olvida de reflejar el momento más amargo de la relación entre sus dos protagonistas. Las estupendas interpretaciones de sus dos protagonistas es lo que más luce, pero hay en ella suficientes estímulos para elevarlo por encima de la categoría de película al servicio de sus actores.
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