Aunque estemos -a escala más bien planetaria- un poco al borde del fin del mundo, no se puede decir que se haya convertido en un tema tabú. O precisamente debido a eso: como vemos Lo Inevitable pender sobre nuestras cabezas, desacralizamos el fin de los días con múltiples referencias en la cultura pop. Desde que la avalancha zombi instrumentalizó con la llegada del nuevo siglo (¿el último siglo?) el fin del mundo a base de masas de comedores de carne humana, la Gran Conclusión ha sido una categoría de la ciencia-ficción y la fantasía cada vez más recurrente. Del citado barullo zombi a reflexiones intimistas como 'Melancolía', pasando por franquicias como 'El planeta de los simios', los desbarajustes atmosféricos orquestados por Roland Emmerich o reflexiones más bien pertinentes como 'Hijos de los hombres'.
Muchas de ellas, por supuesto, se han hecho en tono de comedia: la serie de 'El último hombre en la Tierra', la estupenda 'Bienvenidos al fin del mundo' o múltiples parodias zombis abanderadas por 'Zombieland' nos han ayudado a tomarnos a chufla el acabóse de la civilización. 'Good Omens' (que tradicionalmente se ha conocido en España, desde su primera edición impresa, como 'Buenos presagios', aunque la serie conserva su título original) llega para aprovechar esa fiebre por la parodia apocalíptica, aunque en términos estrictos, en realidad es la predecesora de todas ellas.
Cuando, en 1990, el lloradísimo Terry Pratchett -autor de la saga del Mundodisco-, y Neil Gaiman -creador de 'Sandman' y ahora de nuevo en el candelero gracias a la adaptación de su 'American Gods' que ha precedido a ésta- escribieron 'Good Omens' como un divertimento, el fin del mundo no estaba tan de moda, y lo hicieron muy a su manera. Una parodia de la simbología bíblica apocalíptica que usaba todas las herramientas que tenía a mano (desde los anacronismos a la sátira social, pasando por el absurdo británico de toda la vida o la comedia de personajes extraordinariamente bien escritos y definidos) para no tomarse demasiado en serio el fin de los tiempos.
Ahora Amazon adapta aquella celebrada y aislada (eran tiempos pre-sagas kilométricas) obra maestra, y lo hace de la mejor forma posible: poniendo todo el esfuerzo en respetar el espíritu original. Por suerte, gracias a una ajustada duración de seis únicos episodios y a la presencia de Gaiman como showrunner y guionista único de todos ellos (en 2011 se habló del Monty Python Terry Jones como responsable de una adaptación que finalmente no cuajó), el espíritu de la obra original de Pratchett y Gaiman se respeta escrupulosamente. Dejando a un lado teorías sobre la conveniencia de ser fiel o no en una adaptación, es la mejor noticia: el original tenía ya ritmo de comedia audiovisual, y es imposible ser más gracioso.
'Good Omens': Que se viene el fin de los días
En la adaptación, de la que hemos catado los dos primeros episodios (están ya todos en Amazon Prime Video), seguimos los pasos del ángel Azirafel (Michael Sheen) y el demonio Crowley (David Tennant), rivales pero amigos en los designios en la Tierra de sus dos respectivos bandos ultraterrenos. La cuestión es que ha llegado el momento del Apocalipsis (el tocho, el bíblico): ha nacido el Anticristo, pero por una serie de confusiones tras su nacimiento, le pierden el rastro. Según se acercan los últimos días y se van convocando figuras tan épicas como los Cuatro Jinetes, Azirafel y Crowley trabajan contra reloj para evitarlo.
Buena parte del trabajo de 'Good Omens' viene ya hecho con su excelente reparto: Sheen y Tennant brillan especialmente como los improbables amigos protagonistas. Gracias al carisma de ambos, podemos entender sin demasiadas justificaciones su enfrentamiento, pero también su amistad. No son los únicos: en estos primeros episodios, otros actores como un divertido Jon Hamm personifican perfectamente el equilibrio entre parodia, sarcasmo y absurdo que caracteriza al libro.
Hay ocasiones en las que la serie, pese a su fidelidad o debido precisamente a ello, arrastra ciertos excesos literarios. Paradójicamente, lo que en el libro eran febriles intercambios de diálogos a toda velocidad (nacidos de competiciones de ingenio entre Gaiman y Pratchett por ver quien la soltaba más gorda), aquí impactan en el ritmo de la serie, que sobre todo en el primer episodio -y pese a momentos ciertamente tronchantes, ya que se centra sobre todo en los dos protagonistas- tiende a la narración expositiva. Sin duda, la voz de Dios como narrador -por mucho que sea Frances McDormand, y que muy a gusto veríamos una serie en la que McDormand hace uso constante de Su Omnipotencia- funcionaba mejor en la versión impresa.
Son, en cualquier caso, detalles que fácilmente pueden deberse al arranque de la serie: el segundo episodio pisa el acelerador diversificando la atención hacia Anatema y Newton, descendientes de la ídola Agnes la Chalada y el cazabrujas Adulterio Pulsifer. Comienzan a brotar personajes secundarios (aún hay muchos sobrenaturales por llegar) y se reverencia el caótico original con una estructura igualmente desnortada (los viajes al pasado y al presente tienen aroma a tradicional programa de sketches británicos de humor, como el desternillante y altamente montypithoniano episodio de Agnes). Pero que funciona gracias a las estupendas interpretaciones.
El apocalipsis, en efecto, nunca había sido tan divertido. No era fácil hacer honor al delicioso original pero, al menos en su arranque,'Good Omens' lo consigue. Loadas sean las Buenas y Acertadas Profecías de Agnes la Chalada.
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