El nombre de William A. Wellman no le dirá absolutamente nada a las nuevas generaciones de cinéfilos. A los de anteriores generaciones por supuesto que sí, y son bastantes los títulos de su fructífera trayectoria como para considerarlo uno de los grandes. Películas como 'Alas', 'El Enemigo Público', 'Caravana de Mujeres' (de impresionante éxito en nuestro país en sus pases televisivos, llegando hasta el punto de poner en práctica lo que la película cuenta), o 'Beau Geste' visten una filmografía llena de joyas, algunas de ellas a redescubrir urgentemente.
En la actualidad, el único director que rememora, y más de una vez, al cine del viejo Wellman es don Clint Eastwood, quien no deja de homenajear, tanto en forma como en fondo, una de las obras maestras del director: 'Incidente en Ox-Bow', un western insólito, como muchos de los que firmó Wellman, en el que se hacía un incisivo análisis sobre el ser humano. Curiosamente, en 'Good-bye, my Lady' se encuentra otro paralelismo con la obra de Eastwood, aunque de menor grado. Laurindo Almeida, uno de los dos compositores de la banda sonora, fue un excepcional guitarrista que terminó interpretando los fantásticos solos del score de 'Sin Perdón', en una operación similar a la que realizó con el mítico Marty Robbins cuando lo puso a cantar en 'El Aventurero de Medianoche'. Un pequeño ejercicio de nostalgia.
SPOILERS
Y es que la sensible música de Almeida, acompañado de George Fields, es un acompañamiento perfecto a la sencilla historia que nos narra 'Good-bye, my Lady'. En los pantanos de Georgia vive Skeeter, un niño, con su tío, ya mayor. Un día descubren por los alrededores, un perro perdido de lo más curioso. Resulta que se ríe casi igual que las personas, y para su asombro comprueban que es probablemente el mejor perro de caza jamás visto. Entre el can y el niño se establecerá una de esas historias de amistad inmortales.
Y aunque todo lo expuesto pueda caer en la sensiblería más repugnante, ya sabéis, fórmula de niño+perro=caca ñoña, lo cierto es que Wellman conoce muy bien los límites y nunca cae en eso. Todo lo contrario. A través de una historia, si queréis, tan tópica como ésta, el director nos habla de la madurez, de ese paso tan difícil que todos damos de niño a adulto. En este caso se trata de superar a lo largo de un proceso de encariñamiento, y luego de despedida, en el que nuestro joven protagonista, primero tomará una actitud de responsabilidad con el perro, y luego el tener que soportar su total y absoluta falta. Todo ello muy bien condensado en los 90 minutos que dura el film, y filmado por la cámara tranquila y sosegada de Wellman. Porque lo que queda muy claro, es que ésta es una de las películas más apaciguadas, por decirlo de alguna manera, de su director. Una mirada tranquila hacia el crecimiento de una persona que tendrá que hacerse mayor en un marco no demasiado fácil.
Al respecto resulta curioso como la extrema pobreza en la que viven la mayor parte de sus personajes, queda retratada como algo cercano y nada incómodo. El espectador sigue muy de cerca los avatares del niño y su excelente perro, deseando incluso en algún momento, estar allí con ellos. Una empatía perfecta con el espectador, a quien quizá le sobre el ver ciertas escenas, quizá metidas a calzador, y para subrayar cierto detalle fundamental de la trama, protagonizadas por un primerizo Sidney Poitier, en el papel de un vecino que conoce de sobra la procedencia del perro pero no dice nada. Tal y como se desarrolla el film, no era necesario incluir dichas escenas.
Walter Brennan (el actor con más Oscars junto con Jack Nicholson) y Brandon De Wilde (el niño de 'Raíces Profundas') se compenetran a la perfección, transmitiendo el feeling que ambos poseen, y que está claramente expuesto en escenas como las del café, o en una sorprendente conversación que tienen cada uno desde su respectiva cama, de espaldas. Realmente increíble esta escena en la que Wellman se corona, y que sirve para profundizar de forma muy natural en la relación de ambos personajes.
Una película estupenda, llena de matices y detalles, servidos con una gran naturalidad por un director al que le faltaban dos películas para dejar de hacer cine. 'Good-bye, my Lady' es de las menos conocidas de su larga filmografía, y no merece caer en el injusto olvido en el que caen muchas películas. No existe una edición en dvd de esta película, aunque sí hay un vhs por ahí, y también el libro de James Street en el que está basado el film. También podéis recurrir a ese animal de carga al que hay que agradecerle tantas y tantas cosas...