Netflix tiene series para todos los gustos, por lo que resulta difícil que no encuentres algo en su catálogo que te pueda gustar. Luego se acaba hablando más de títulos muy concretos como ‘Orange is the New Black’, ‘House of Cards’ o ‘Mindhunter’, pero hay tantísimo material ahí que uno simplemente tiene que acabar seleccionando aquello con lo que más conecta. En mi caso, la primera temporada de ‘Glow’ fue una deliciosa sorpresa y estaba deseando poder ver la segunda.
Será el próximo 29 de junio cuando Netflix lance todos los nuevos episodios de golpe, pero yo ya he tenido la oportunidad de verlos y no podría haber quedado más satisfecho con ellos. La serie recupera aquí todas las virtudes de la primera temporada y expande la fascinante historia real de la que parte de forma impecable, dedicando tiempo tanto a los personajes como a los hechos a los que van teniendo que enfrentarse de forma fluida.
Es difícil mantenerse en la cima
La primera temporada se despedía con las luchadoras saboreando las mieles del éxito y con muchas esperanzas puestas en el futuro, pero el gran hilo conductor de esta segunda temporada son las dudas de la cadena sobre el programa. Sus expectativas de audiencia no llegan a cumplirse y por ahí empiezan a surgir los problemas para nuestras protagonistas, prestando especial atención a la evolución de Ruth y Debbie.
Grandes amigas en su momento, la relación entre ambas va pasando por diferentes etapas a lo largo de la segunda temporada, incluyendo acercamientos que rememoran esa relación inicial entre ambas que se fue al traste en el primer episodio de la serie, pero también llega a intensificarse la rivalidad entre ellas con escenas de gran fuerza dramática. El final de cierto episodio es especialmente doloroso en ese apartado.
Sin embargo, ‘Glow’ es mucho más que todo lo que sucede entre ambas e incluso hay un episodio que se centra de forma más clara en otra de las luchadoras para explorar todo lo que supone a nivel personal participar en un programa de esas características. No es especialmente revelador, pero sí está desarrollado de forma solvente y añade otra dimensión a un evento importante dentro del ring. Más así.
También hay espacio para explorar la sexualidad de las luchadoras a nivel emocional -algo a lo que ayuda la introducción de un nuevo personaje que acaba demostrando ser mucho más interesante de lo que parece de entrada-, su forma de intentar sobreponerse a todas las piedras que van surgiendo por el camino y otros aspectos sobre cómo se ve afectada su vida -¡que también tienen fans!-.
Nada que envidiar a la primera temporada
Quizá se podría haber profundizado más de forma individual en alguno de ellos -siempre habrá alguien a quien le gustaría conocer algo mejor a un personaje secundario-, pero el bagaje general es que la temporada está estructurada de forma impecable y todo tiene un sentido dentro de cada episodio. La serie sigue sabiendo cuándo tiene que ser ligera y cuándo darlo todo.
Hay otras tramas jugosas como la referida a la relación del singular Sam Sylvia con su hija y quizá la única pega que le puedo poner es que me habría gustado ver algo más de acción en el ring. Soy consciente de las limitaciones de la mayor parte del reparto –Kia Stevens es luchadora en la vida real- en ese punto, pero bueno, justo es señalar si echas algo de menos.
A cambio de eso hay un episodio maravilloso que aborda el punto en el que el programa dio rienda suelta a ideas muy locas. Al principio temía que fuese a agotarse antes de llegar al final, pero logra ser muy variado dentro de su excéntrica apuesta e incluso sirve para añadir algo a la evolución narrativa de la serie. Chapeau.
En definitiva, la segunda temporada de ‘Glow’ está al nivel de la primera temporada, y lo hace manteniendo sus constantes vitales pero sin que ello suponga que la serie deje de evolucionar. Un gran reparto y unos guiones estupendos son las principales responsables de que siga siendo una de las mejores series de Netflix.
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