Enid: Creo que sólo la gente estúpida tiene buenas relaciones.Seymour: Ése es el espíritu.
De vez en cuando, echo un vistazo a mi (modesta, pero aun así voluminosa) colección de libros, cómics, películas, cds… y me pregunto de dónde han salido tantas cosas. Hace unos meses, harto de las frenéticas mudanzas, en las que nunca, sin remedio, acabo de cerrar las maletas hasta el último segundo, decidí que ya estaba bien, que tenía demasiado, que debía hacer limpieza y quedarme sólo con lo fundamental. Bueno, lo fundamental, y los recuerdos valiosos, y los regalos de personas queridas… ya sabéis, con lo que uno no puede desprenderse sin perder parte de su propia identidad.
En esas me encuentro todavía (y lo que me queda), revisando cosas y desprendiéndome de todo lo que puedo. Claro, muchas veces necesito revisar y estar seguro. Así que veo otra vez unas películas, escucho otra vez unos discos, leo otra vez unas revistas… Pierdo tiempo, mucho, pero me alegro cuando luego acabo tirando casi todo eso que he revisado. Así fue como llegué a ‘Ghost World’, el cómic de Daniel Clowes y la película de Terry Zwigoff. Por el título de este texto, seguro que ya sabéis dónde han acabado ambas obras.
Vi la película en su momento, en 2002 (se estrenó antes en Estados Unidos se estrenó, en 2001), y el recuerdo que tenía, hasta hace poco, era muy positivo, teniendo la impresión de que me había parecido una comedia dramática muy divertida y original. Hace unos dos o tres años, compré el cómic, animado por las palabras de los supuestos críticos que ponían la obra por las nubes, pero no fue hasta este verano cuando, en medio del proceso que os he contado antes, decidí leerlo de una vez por todas, para comprobar si me habían engañado o si debía mantenerlo entre mis posesiones.
Vaya por delante que lo mío, con mil matizaciones, es el cine; en el cómic, como en la música o en la cocina, soy un sencillo aficionado de lo más corriente, sin un paladar experimentado. Igualmente, a diferencia de Jaime Valero, compañero de Weblogs S.L. y editor en ZonaFandom, no soy ni pretendo ser un experto en la obra de Daniel Clowes. Con eso en cuenta, mi valoración del cómic ‘Ghost World’ se resume en lo siguiente: original punto de partida, interesante comienzo, diálogos ocurrentes… y repetición de esquemas a partir de mucho antes de lo deseable, resultando tedioso llegar al final.
Bien, con ese asunto aclarado, y el tomillo ya en la terraza del vecino, me dispuse a comprobar qué había hecho Terry Zwigoff, producto que también tenía en mi leonera. Partiendo de tan poca sustancia, mi esperanza, apoyada en el vago recuerdo de haberme entretenido viéndola por primera vez, era que el realizador no se hubiera limitado a tomar lo creado por Clowes, sino que hubiera ido más allá de las páginas del cómic, presentando un universo extendido, donde dos chicas inteligentes y cínicas (o sea, raras para la mayoría) tratan de aclarar sus ideas, mientras aprenden, se relacionan y cometen errores. No fue eso lo que me encontré. Teniendo en cuenta que el propio Clowes figura en los créditos como guionista (posiblemente un gesto de Zwigoff por dejarle plagiar su trabajo), el resultado final es tan lógico como intrascendente.
Así las cosas, una obra de ochenta páginas son convertidas en una insípida película de casi dos horas (algo claramente excesivo) y el único interés parece ser el de ver a las dos protagonistas en su versión de carne y hueso, repitiendo las mismas frases y las mismas acciones que en el cómic, al que se toma como un referente equivocadamente poderoso, y se le tiene más respeto del que merece. En otras palabras, Terry Zwigoff es un cobarde que adapta lo más literalmente que puede, modificando sólo lo que el autor del cómic le ha permitido, quedando en definitiva una película plana, vaga y aburrida, que si parece fresca es por los pocos aciertos de Clowes al crear este universo.
A la mediocre realización (Zwigoff venía de rodar documentales y se le nota perdido en esto del cine) tampoco le ayuda nada la torpe interpretación de una muy joven Scarlett Johansson, que intervino aquí antes de convertirse en la glamourosa estrellita de llamativo escote que es ahora, estupendamente retratada no hace mucho por mi colega Adrián. Johansson aprovecha la incompetencia de Zwigoff y la frialdad con la que Clowes viste a sus protagonistas para cumplir con su trabajo de forma desganada, sin llegar a transmitir nada en ninguna escena (excepto eso, que le importa un pimiento la película). Mejor, no siendo complicado, está Thora Birch, el verdadero centro de la trama, todavía más en la película, lo cual no deja de ser un acierto, estando la actriz más implicada que su compañera.
Ciñéndose a lo poco que hay en el cómic, a cuya historia se le añade más paja que contenido verdaderamente valioso, para divertir o hacer pensar al personal, o para dotar de más profundidad a los personajes, la película de Terry Zwigoff queda como una mera curiosidad (Brad Renfro tiene un papel secundario), válida para fanáticos de Clowes y de las dos jóvenes protagonistas, pero una pérdida de tiempo para quien busque frescura, ingenio y entretenimiento. Lo mejor de ‘Ghost World’, quizá lo único destacable, es el personaje al que da vida Steve Buscemi, por cierto, de lo poco creado específicamente para la gran pantalla. Se podría haber hecho más, mucho más, no atándose al cómic.
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