Espeluznante. Algunos que ya tenemos cierta edad, podemos presumir (cómo si fuera un motivo para presumir), de que a lo largo de nuestra vida hemos visto verdaderos bodrios que nos han hecho odiar el cine, renegar de él, auténticas basuras capaces de cabrear a cualquiera. Y que, después de ver algunas de ellas, se llegaba a la conclusión de que peor no lo podían hacer, ese era nuestro consuelo. Pero no, siempre hay una película que puede ser peor, siempre existe ese producto putrefacto, merecedor del mejor de los basureros, no sin antes haber sido vapuleado, machacado y quemado convenientemente. O por lo menos, eso es lo que uno siente después de ver 'Ghost Rider', sin lugar a dudas, una de las peores películas de toda la historia del cine, capaz de saltarse caualquier regla, y tener la desfachatez de presentarse ante el sufrido espectador, con la intención de parecer un producto serio y bien realizado. Pocas veces como en esta ocasión, he querido abandonar la sala completamente asustado de lo que estaba presenciando, e incluso tuve que agarrar a mi acompañante, quien a la media hora ya se estaba poniendo la chaqueta dispuesto a salir del Cine. "Espera", le dije. "Puede mejorar", sentencié. Iluso de mí.
Al sempiternamente soso Nicolas Cage se le metió entre ceja y ceja el querer protagonizar una adaptación de un cómic, dada su afición al Noveno Arte. Los Dioses fueron propicios a nuestros deseos y nos libraron de verle hacer de Superman, cuando Tim Burton era el encargado del proyecto sobre el hombre de acero. La suerte siguió de nuestro lado cuando Cage a punto estuvo de enfundarse el traje del Duende Verde para el film de Sam Raimi. Lamentablemente todas nuestras esperanzas y sueños se vieron truncados cuando hace más de un año supimos que Cage interpretaría a Johnny Blaze, alias, el Motorista Fantasma, en el truño éste dirigido por Mark Steven Johnson, responsable de otra adaptación anterior, la de Daredevil, que sinceramente, al lado de ésta, parece una obra maestra, aunque esté protagonizada por otro paquete como Ben Affleck.
¿Y de qué va 'Ghost Rider'? A ver, un chaval hace un trato con el Diablo para que su padre, enfermo de cáncer, no se muera. Pero como el Diablo sabe más por viejo que por Diablo, se la juega al pobre chavalín, que con el tiempo se convertirá en su cazador de recompensas, encargado de reclutar almas para el Infierno, que hay escasez de chicos malos. Por el camino, tendrá que buscar al hijo del mismo, que como todo hijo, se lleva mal con su padre (no me extraña, es el Diablo) y tiene ínfulas de grandeza, pues quiere gobernar el Mundo, codiciando cierto contrato que se hizo hace más de un siglo, en el que se reclutaban cientos de almas infestas de un pueblo maldito. Blaze irá tomando conciencia de quién es. Por el día, motorista acróbata suicida. Por la noche, lo mismo, pero rodeado de fuego y con una moto más chula.
La película no hay por dónde cogerla. El guión, obra y gracia del mismo que la dirige está lleno de incoherencias y estupideces, que hacen que el espectador se pregunte si no le estarán tomando el pelo. La introducción a la historia, al meollo de la cuestión, es de una simpleza que asusta, enormemente esquemático y absolutamente increíble, por ridículo. Y es que la ridiculez es algo que se apropia de la película a los pocos minutos de empezar. El personaje central está mal tratado, desaprovechando las enormes posiblidades que tenía. A ello contribuye la patética interpretación de Nicolas Cage y su implante de pelo, proporcionando el que muy posiblemente sea el peor trabajo de toda su carrera, que ya es decir. Se pasa toda la película con cara de agobiado, y sin mostrar la más mínima expresión por nada. Atención al momento frente al espejo, en el que pone literalmente cara de cerdo e intenta convertirse en el motorista fantasma por propia voluntad. Ése es el momento que mi acompañante escogió para irse, mientras yo riendo le sujetaba. Y es que ése es uno de los múltiples momentos del film que provocan risa.
Cage no es el único que está mal. Todos sus compañeros de reparto tienen la osadía de acompañarle en tan funesta empresa. Eva Mendes haciendo un personaje femenino totalmente inútil y de relleno. Eso sí, hay más curvas en su cuerpo que en todas las carreteras que el Motorista Fantasma debe tomar. Peter Fonda hace un Diablo poco exigente, por así decirlo, y sale tan poco que apenas hay tiempo de meterse con él. Wes Bentley, acostumbrados como nos tiene a personajes raros, se le nota fuera de juego y como bastante incómodo, y es que una superproducción de estas características no está hecha para él. Y por último Sam Elliott, con el personaje más ridículo de todos, con el que de paso, y no contentos con ofrecernos una mala película, se permiten el lujo de insultar al género del western. Su Jinete maldito, o como leches lo queráis llamar, no sólo es insulso, si no que está metido a calzador, recita frases idiotas, y lo de la última cabalgada es la guinda a tanto cachondeo.
Creo sinceramente que la película se pegará un batacazo en taquilla, y que horrorizará a todo el mundo, desde los más fanáticos del cómic en el que se inspira, que serán los más cabreados, hasta los espectadores menos exigentes. Éramos pocos en la sala en la que la estaba viendo, y las risas eran generales, y creedme que la intención de la película no es la de hacer reir. Después de ver semejante atentado contra el Séptimo Arte, estoy curado de espanto durante un tiempo, cualquier cosa que vea, por poco mejor que sea, me parecerá maravilloso al lado de esto. Los que ya la habéis visto, es muy probable que coincidáis conmigo, y los que no, ahorraos el tiempo y el dinero. Cualquier otra opción de la cartelera es válida. Repito, cualquier otra opción, sea la que sea.