Aprovechando que este pasado viernes se estrenó entre nosotros 'Last Days', sobre la que os hablaré próximamente, me lancé a ver 'Gerry', que es la primera de una trilogía dedicada a la muerte y que tiene su continuación (temática, que no argumental) en la fallida 'Elephant' y concluye con el film inspirado en Kurt Cobain. El film se estrenó muy de tapadillo en nuestro país hace cosa de dos años, y recientemente se ha editado en dvd, asi que si tenéis el suficiente valor como para aguantar una película en la que no se cuenta absolutamente nada, y en la que además se burlan de todos los patrones establecidos en lo que a narración cinematográfica se refiere, podéis alquilarla y echarle un vistazo. Me gustaría saber cuántos de vosotros seriáis capaces de pasar del minuto 10.
El argumento de 'Gerry' es una estupidez como una casa: dos amigos que viajan en coche por los USA, de repente paran el coche y empiezana caminar, y caminan, y caminan, y siguen caminando, y se pierden en el desierto, y caminan, y de vez en cuando hablan, y vuelven a caminar, y caminan, y caminan, hasta que uno de los dos... si tenéis la suficiente paciencia, lo averiguaréis por vosotros mismos.
Dicho argumento ha salido de las mentes lúcidas de Gus Van Sant, Matt Damon y Casey Affleck, que además se han encargado también de montar la película, si es que se le puede llamar así. No sé que le pasa últimamente a Van Sant que le da por experimentar de una forma que se vuelve algo insoportable. A día de hoy no hace falta hacer un plano secuencia eterno siguiendo a los personajes caminando sin parar y sin decir absolutamente nada, para luego cambiar el plano y rodar lo mismo desde otro punto de vista durante cinco minutos. ¿Realmente se quiere decir algo con esto? ¿existe verdaderamente una intención de comunicar? sinceramente, no lo creo.
La película carece totalmente de progresión dramática, y se le puede considerar una auténtica tomadura de pelo, en la que no hay ninguna doble lectura más allá de lo que simplemente se ve. No estamos ante un film de David Lynch, que independientemente de su calidad, puede tener un sentido oculto difícil de hallar pero que se entreve en sus imágenes, no. Hablamos de una soberana parida que no cuenta nada porque simple y llanamente no hay nada que contar. Cualquier otra consideración es perder el tiempo. Esto es una grabación que han hecho tres colegas, la han montado y nos la han vendido como película. La han bañado con una bonita música de Arvo Pärt, y hala, a flipar.
El típico bodrio hecho para que cuatro iluminados se pasen horas y horas intentado determinar qué narices cuenta Van Sant, y sentenciando quizás que es toda una revolución o una patada a lo establecido despreciándolo sólo porque sí. Esto no es el futuro del cine, y tampoco es una película que haya que ver con cierto estado de ánimo o mental, ni con la ayuda de ciertas sustancias. Es simplemente, una chorrada.