'Geostorm', absurda, divertida y loca, loca, loca

'Geostorm', absurda, divertida y loca, loca, loca

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'Geostorm', absurda, divertida y loca, loca, loca

Como decía al hablar de los 13 filmes más emblemáticos del cine de catástrofes, de haber visto 'Geostorm' a tiempo, podéis estar seguros que la cinta de Dean Devlin protagonizada por Gerard Butler hubiera sido la que habría dado punto y final a la selección. Siendo tanto o más irregular que cualquiera de las elegidas, sigue tan bien los esquemas de las producciones de desastres y es tan condenadamente entretenida, que está a la altura de los mejores títulos del género.

En que esto sea así y las casi dos horas de 'Geostorm' se pasen en un suspiro aún con sus abultados problemas de guión —que ahora pasaremos a revisar— juega muy en favor la curiosa personalidad cómica de la cinta: para nada no pretendida, las sentencias de ciertos personajes buscan sin dudarlo y de forma directa la complicidad del espectador para arrancar carcajadas del mismo; y lo hacen mientras el mundo se va al garete o en situaciones de una pretendida pero no conseguida carga dramática.

¿Drama? No, aquí no hay de eso

Geostorm 3

Porque, seamos francos, si hay algo que funciona estrepitosamente mal en 'Geostorm' es precisamente eso, el "drama". Y si lo hace es debido a un grave fallo de base que, de tratarse de otro tipo de cine, hubiera demolido de manera sistemática todo esfuerzo de los responsables por levantar un producto digno: no hay química entre los actores y, por ende, no hay quien se crea los lazos emocionales que entre ellos se plantean.

Puede que parezca una chorrada apuntar a dicha carencia como una lacra de la producción, pero si nos vamos a los "mejores" ejemplos del género —siempre considerando que la parte trágica del mismo es de la que más cojean la gran mayoría de ellos— encontraremos que gran parte de su buen funcionamiento descansa, sí o sí, en que nos creamos a los personajes, sus cuitas e idiosincrasias y sintamos en cierto modo como nuestros lo desproporcionado de la experiencia que les ha tocado vivir por mano del libreto de turno.

Esto, que se cumple por ejemplo en los Paul Newman y Steve McQueen de 'El coloso en llamas' ('The Towering Inferno', 1974), en el Bruce Willis de 'Armaggedon' (id, 1998) o en la relación padre-hija de Maximilan Schell y Tea Leoni en 'Deep Impact' (id, 1998), no se puede rastrear en 'Geostorm' ni entre Butler y la joven que hace las veces de su hija, ni entre aquél y Jim Sturgess, su hermano en la ficción, ni entre éste y Abbie Cornish, la agente del servicio secreto con la que mantiene una relación a escondidas.

¿Destrucción? Pasen y vean

Geostorm 1

Ahora bien, ¿es determinante que no haya quien se crea las sinergias entre personajes para que no podamos "disfrutar" del filme? En absoluto. Es más, si la cinta termina resultando tan simpática es porque, de lo mal dibujadas que están, las relaciones y los cruces de diálogos entre los citados personajes dan pie a instantes chocantes, mal resueltos y que, debido a ello, resultan hasta cómicos. Que sea buscado o no ya es algo que se nos escapa, pero ahí están.

Afortunadamente, el foco de la producción intenta pasar de puntillas sobre el tejido de los diversos personajes para dar mayor protagonismo al caos y la destrucción que, a fin de cuentas, es lo que el público busca cuando acude al cine a ver una cinta de desastres. Y aquí 'Geostorm' cumple, con sus problemillas, pero cumple con holgura.

Geostorm 2

Entre ellos, entre esos problemillas, este redactor apuntaría a que en los dos primeros tercios del metraje sólo haya un par de secuencias de esas que avisan sobre la catástrofe que amenaza al mundo, centrándose el trabajo de Dean Devlin y Paul Guyot en las lides de la historia a abundar sobre la vertiente de intriga que, curiosamente, es la que más termina caracterizando al conjunto y permite, por ejemplo, que nos lo pasemos bomba con las intervenciones de Ed Harris y de un Andy García que tiene dos frases que justifican por ellas solas el acudir a ver el filme.

Otra de esas "pequeñas" fallas en las que 'Geostorm' incurre es en la curiosa selección de las localizaciones sobre las que se centra el clímax para mostrar los efectos de la "tormenta global". Y es que, no sé vosotros, pero un barrio deprimido de Bombay, los rascacielos de Dubai o la plaza roja de Moscú no resultan tan efectivos como ver a otras capitales del mundo ser barridas por fenómenos meteorológicos. Bien es cierto que parece una decisión llamada a evitar comparaciones con otros puntos cardinales del género, pero es algo que me chocó bastante llegado el momento.

Sea como fuere, lo más que correcto del trabajo del departamento de efectos visuales —que echa el resto en lo que discurre en la estación espacial internacional—, la ajustada y clara narrativa de Devlin, el mensaje medioambiental con el que se cierra la proyección —que es un bofetada en toda regla a cierto presidente estadounidense— y ese tono de despreocupación que envuelve a todo el conjunto hacen de 'Geostorm' un divertimento de primer orden tan descerebrado como recomendable. ¿Mala? Sin duda ¿Entretenida? Aún más.

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