'Frozen 2': una digna secuela que te deja frío al comparar con su predecesora

‘Frozen’ fue un fenómeno como pocas veces hemos visto durante los últimos años. Lo que podría haber sido otra clásico Disney -muy bueno, pero otro más- consiguió un impacto sin precedentes que se tradujo en una asombrosa recaudación en taquilla. La compañía ya barajaba por aquel entonces una continuación de ‘¡Rompe, Ralph!’, que ni de lejos había llegado a las cifras de ‘Frozen’, por lo que tampoco fue una sorpresa que se acabase dando luz verde a una secuela.

El problema con ‘Frozen’ es que su final parecía definitivo. Hacer algún cortometraje para exprimir su popularidad podía ser una concesión razonable, pero la idea de volver a Arendelle en otra aventura de larga duración sonaba más a intento de conseguir más dinero que a algo que hiciese falta por algún otro motivo. Por suerte, sus responsables se han esforzado en intentar hacer una digna continuación, pero ‘Frozen 2’ se queda por debajo de su predecesora en todos los aspectos.

Falta la magia

Resulta curioso que en el propio arranque de la película se juegue hasta musicalmente con la idea de si realmente les interesa a los personajes que cambien las cosas o que todo siga igual porque ya son felices así al ser algo perfectamente aplicable a la propia existencia de la película. Eso sí, no hay ningún tipo de reflexión meta, sino que sirve más como refuerzo a la resistencia de Elsa para la llamada a la aventura que recibe.

Al igual que con ‘Let It Go’ en la primera entrega, hay un fuerte sentimiento de liberación en ‘Into the Unknown’, la canción llamada a ser el gran hito de esta banda sonora. Musicalmente es irreprochable, pero es su propio concepto lo que limita su alcance. Con ‘Let It Go’ teníamos algo fresco, contagioso y vibrante y en ‘Frozen 2’ se hacen grandes esfuerzos por replicar ese sentimiento pero quedándose muy lejos de conseguirlo.

Ese concepto tan abstracto de la magia del cine que a mi juicio ‘Frozen’ tenía con creces y aquí se busca sin un guion lo suficientemente consistente como para facilitar su aparición. Por un lado, la mitología que llega a la franquicia no está planteada con la suficiente claridad, siendo una película mucho más disfrutable cuando se para en elementos más anecdóticos como las divertidas dificultades de Kristoff para pedir matrimonio a Anna o las habituales ocurrencias de Olaf, personaje que demuestra una vez más que en pequeñas dosis sigue siendo todo un hallazgo.

Avanzando lo justo

De hecho, en lo argumental también cae en errores más propios de algunas precuelas que se nos venden para ver cómo algunos personajes que nos entusiasman llegaron a ser lo que conocemos. En este caso el origen de los poderes de Elsa, algo que nos lleva de lleno a indagar en su pasado y también el de Anna, aunque más para aclarar a qué se debe que tenga poderes que a indagar más en la fascinante personalidad de Elsa. Obviamente no siguen siendo las mismas, pero el progreso es mucho más reducido.

Y es que es cierto que ‘Frozen 2’ sigue abrazando su componente más adulto y que en ese misterio que rodea el viaje de Elsa hay detalles algo más oscuros -tampoco esperéis nada asombroso, que sigue siendo una película orientada principalmente al público infantil-, pero la trama no termina de enganchar. Se juegan con ideas similares a las de la primera entrega sin que uno sienta que hay un verdadero crecimiento interior de los personajes. Lo curioso es que la película los entiende de maravilla, pero tampoco quiere arriesgarse a cambiarlos demasiado -si hasta el diseño de los gigantes de tierra recuerda bastante al "monstruo" de hielo de la primera-. Eso redunda en que la sensación de peligro en el tramo final palidezca respecto a la primera entrega.

Al final la gran pega de ‘Frozen 2’ es que simplemente no hacía falta. El mimo por estar a la altura nunca desaparece, desde su irreprochable acabado visual -ahí sí que lo han dado todo, pero es que su predecesora ya era una maravilla en eso- hasta sus efectivas canciones -aunque lo que realmente se te pega es la tonadilla que sirve de reclamo para Elsa-, sin olvidarnos del mismo sentido del humor -ahí se agradecen sobre todo las pequeñas bromas con presencia de Sven-, siendo ahí donde tiene más chispa la cinta, y el cariño que ya pudiéramos tener hacia los personajes. Todo eso ayuda a que uno siempre esté entretenido, pero la primera parte me encantó y ésta me dejó un tanto frío.

En resumidas cuentas

Puede que ‘Frozen 2’ sea una aventura más adulta que su predecesora, pero eso no es algo necesariamente bueno cuando en prácticamente todos los frentes apuestas por una continuidad -¿consecuencia directa de contar con la mismo guionista y directores quizá?- en la que siempre sale perdiendo. Aquí hubiese agradecido algo más variado, siendo un buen ejemplo de ellos las canciones -igual es injusto decir que se parecen entre sí, pero es que en la primera había más diferencias-. Pese a ello no es una mala película y estoy convencido de que todos los que amaron la primera entrega disfrutarán con ella en mayor medida. Pero disfrutar, no amar.

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