‘Freddy contra Jason’ fuera durante muchos años el sueño imposible de algunos amantes del cine de terror. El proyecto se remonta a 1987, cuando las New Line y Paramount, las dos compañías que poseían los derechos de los personajes, intentaron sacarla adelante sin llegar a un acuerdo. Años después, New Line logró hacerse con los derechos de la franquicia 'Viernes 13', pero el proyecto quedó en pausa por el regreso de Wes Craven al universo de ‘Pesadilla en Elm Street’.
No obstante, New Line no se olvidó del proyecto y la escena final de la lamentable ‘Viernes 13: Jason se va al infierno’ dejó a los fans con la miel en los labios. Por desgracia, la cinta aún tardaría 10 años más en llegar a los cines por diversos problemas, algo que permitió visitar el espacio al asesino de Crystal Lake. Finalmente, el 15 de agosto de 2003 se estrena ‘Freddy contra Jason’, uno de los crossovers más importantes de la historia del cine.
Cómo mezclar con acierto dos universos muy diferentes
Durante los últimos años nos hemos acostumbrado a los crossovers gracias a las películas de Marvel y DC, pero en ambos casos ha existido hasta ahora una marcada tendencia a situarlos previamente a todos de tal forma que unirlos sea una tarea sencilla y el mayor problema sea ver a quién dar protagonismo al contar con tantos personajes. En el caso de Freddy Krueger y Jason Voorhees no existía esa facilidad y había que dar con el toque adecuado para dar sentido a su unión.
New Line invirtió varios millones de dólares en diferentes versiones del guion a lo largo de los años, barajando ideas descabelladas como que Freddy hubiese trabajado en el campamento de Crystal Lake, abusado sexualmente de Jason y dejar que muriera deliberadamente hasta auténticas locuras como que Jason fuese llevado a juicio por sus crímenes. Finalmente fue un tratamiento de la historia presentado por Mark Swift y Damian Shannon, fans de ambas sagas.
Lo que tenían claro tanto Swift como Shannon es que Freddy tenía que manipular a Jason de alguna forma -ahí hay que asumir que Voorhees duerma cuando es un ente sobrenatural, pero no era algo tan descabellado-. Esa era la única opción razonable -hasta se barajó que ambos fueran una especie de sicarios del diablo-, ya que, guste más o menos el personaje, Voorhees no deja de ser una mole asesina que no da para mucho más que eso.
Eso sí, los que eran más fans de la saga ‘Viernes 13’ no dudaron en ver en eso una pega al ser una película que en términos de escenarios y situaciones recuerda más al universo de ‘Pesadilla en Elm Street’, pero es que el equilibrio se consiguió realmente optando por esa solución y mantener a Jason como una tremenda máquina de matar que no tarda en escapar del control que Freddy ejerce sobre él. A fin de cuentas, él lo trae a Springwood para que la gente vuelva a acordarse de sus matanzas. Y tampoco nos olvidemos de que Jason ya había visitado Nueva York o el espacio…
Una de las pegas que New Line tenía con los diferentes borradores que Swift y Shannon iban entregando es que todos eran demasiado largos, lo cual habría dado pie a una película de unas dos horas de metraje, algo impensable en una cinta de estas características. Para solucionarlo contrataron a David S. Goyer, quien recortó tanto que los diálogos acabaron resintiéndose, oscilando en ocasiones entre los excesos expositivos y lo directamente ridículo.
Además, las concesiones realizadas para que tanto Freddy como Jason luzcan de forma adecuada llevan a que el primero apenas acabe con la vida de una persona en todo el metraje. Una lástima porque la evolución de la franquicia ‘Pesadilla en Elm Street’ había llevado a sus responsables a potenciar el humor negro cada vez que despachaba a una de sus víctimas y eso aquí pierde cierta presencia en beneficio de potenciar primero su aspecto más manipulador y luego alardeando de sus poderes para intentar acabar con Jason.
Mucho mejor cuando se centra en los dos psicópatas
Como era de esperar, lo mejor de ‘Freddy contra Jason’ se centra en las partes en las que el protagonismo recae sobre dos de los psicópatas más populares de la historia del cine, alternando además con bastante acierto quién tiene más peso en cada momento y molestándose en hilarlo todo con una historia con suficiente credibilidad para que uno disfrute de lo lindo viéndola.
De Robert Englund ya esperaba que bordase el personaje más popular de su filmografía que tristemente interpretó aquí por última vez, mientras que Ken Kirzinger da la talla como Jason, incidiendo más en la diferencia de tamaño con Englund de lo que habría sucedido de haberse mantenido a Kane Hodder y amoldándose mejor al prototipo de máquina de matar lenta pero inexorable en lugar de continuar el camino de avalancha violenta sobrenatural que había adquirido con Hooder.
Además, la película también maneja muy bien los miedos primigenios de ambos, el agua de Jason por haberse ahogado y el fuego de Freddy porque, bueno, le quemaron vivo -aunque todo lo relacionado al olvido sufrido también tiene bastante jugo-. No es algo que se tratase demasiado en sus respectivas sagas, en especial lo del agua, pero en este caso merece la pena recordar que Krueger está atacando esa humanidad que tan lejos le quedaba ya al personaje y al traerla de vuelta todo encaja.
Por su parte, Ronny Yu ya había demostrado su capacidad para relanzar a otro famoso asesino surgido en los 80 con ‘La novia de Chucky’, en la cual se potenciaba al máximo el humor negrísimo habitual del personaje. Aquí tiene que manejar dos universos que aparentemente casan tan bien como el agua y el aceite pero sabe manejarlos con soltura y que lo único que realmente pueda chirriar en ese apartado sean algunos diálogos fruto de la compresión del libreto por parte de Goyer.
Ya no tan estimulante es el reparto humano, con sinsentidos como el fichaje de Kelly Rowland, elementos anodinos como Jason Ritter, el protagonista masculino que debería haber estado interpretado por Brad Renfro –por aquel entonces su carrera ya hacía aguas por todas partes así que no sé hasta qué punto lamentar ese cambio de última hora-, virtudes desaprovechadas como una Katharine Isabelle que venía de sorprender poco antes con ‘Ginger Snaps’ y luego tenemos a Monica Keena.
He de confesar que nunca he sido demasiado amante de la figura de la final girl, esa chica joven inocente que acaba triunfando por encima del mal encarnado por un temible psicópata a menudo de formas dejémoslo en cuestionables. Hay actrices que lograron elevar esa figura, pero Keena no es una de ellas, limitándose a cumplir con corrección, demostrando demasiado ingenio en algunas situaciones y ser demasiado pardilla en otras. Ahí sí que falla algo el equilibrio en el libreto.
‘Freddy contra Jason’, diversión de calidad
Por lo demás, se agradece que no cometieran la estupidez de rebajar el gore para conseguir una calificación por edades más generosa en Estados Unidos y también que visualmente se note un acabado más trabajado que en la mayoría de secuelas de estos personajes, en especial del lado de Jason, ya que Freddy sí que contó con realizadores más interesantes tras las cámaras como Renny Harlin o Stephen Hopkins.
Teniendo todo en consideración, no culpo a los que quieran centrarse en las debilidades de ‘Freddy contra Jason’ porque las tiene, pero como celebración de dos mitos de la historia del cine y fiesta para sus seguidores sigue siendo hoy muy disfrutable y ofreciendo al espectador suficiente motivos para quedarse contento con su visionado, sea el primero o vete a saber cuál para algunos.
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