Segunda jornada del Freakemacine, festival de cine fantástico da Coruña, y la cosa se animó bastante con las proyecciones de ayer. Antes de entrar en materia, decir algo que ha sorprendido mucho a visitantes de otras ciudades españolas que han venido al festival y no paraban de comentarlo: todas las proyecciones y fiestas posteriores del festival son gratuitas. No me imagino eso en Sitges o San Sebastián, se rasgarían las vestiduras, aquí en cambio el ciudadano de a pie celebra tal decisión.
En la jornada de ayer se proyectaron films muy distintos entre sí, y por supuesto de variados resultados dejando alguno de ellos una impresión colectiva difícil de olvidar. Un homenaje al giallo italiano, un Friedkin inédito y un film hecho con cuatro céntimos al que su director le ha sacado un enorme provecho.
'Buenas noches, dijo la señorita pájaro'
Con ese título tan llamativo César del Álamo —olvidad su nombre después de leerlo— presenta un espectacular despropósito como supuesto homenaje al conocido subgénero del giallo italiano. Todos los elementos del mismo se encuentran multiplicados por diez, léase también exagerados, en una historia policíaca sin pies ni cabeza que se ahoga en sus propios efectismos, conseguidos a través de momentos shock muy mal diseñados provocando en el espectador verdadera carcajada. Una serie de crímenes de mujeres jóvenes unen a los distintos personajes del film por una de esas casualidades de la vida —o sea, porque al guionista le ha dado la real gana—, y que acostumbrados a su inexistente ritmo —no he visto conversaciones peor filmadas en mi vida—, acelera en un tramo final lleno de giros imprevistos y estupideces —las motivaciones de algunos de los personajes— aún más inesperadas.
La labor actoral es tan mala que me permito el lujo de no citar a ni uno sólo de los temibles actores que salen en este homenaje, a ratos plagio descarado, del cine de Dario Argento entre otros. Concretamente hay un detalle argumental copiado sin descaro de 'Rojo oscuro' ('Profondo rosso', 1975), olvidándose el señor del Álamo —os he dicho que olvidéis su nombre— de que una de las principales virtudes del giallo era la creación de una atmósfera y cierto ambiente enrarecido con el que paliar la incoherencia de sus delirantes tramas. Está claro que si no se sabe mover la principal herramienta narrativa del cine, una cosa llamada cámara, y no se sabe fotografiar ningún tipo de ambiente —es la primera vez que veo que un bar o pub queda mal en una película— pues lo que se va a conseguir es la risa general que la película provocaba entre la audiencia. Bodrio es poco.
'Killer Joe'
La película de William Friedkin fue la más exitosa de la jornada de ayer. La sala estaba a reventar, lo cual demuestra el interés del público en ciertas películas que nuestras queridas distribuidoras se empeñan en retrasar para que luego todos las hayamos visto descargadas. Ya os hablé del film de Friedkin en su momento, y en este segundo visionado sigo pensando exactamente lo mismo.
Lo interesante ayer fue comprobar las reacciones del personal cuando la violencia contenida del film —hay que subrayar que Joe es un personaje caramelo y que Matthew McConaughey está espléndido— estalla en esa parte final que dejó a la sala literalmente muda e incómoda. Las reacciones finales eran de aprobación, algunos no salían de su asombro como si hubieran presenciado un milagro —tampoco es para tanto la película— y muchos señalaban el carácter sádico —no es una palabra mía, sino una que oía mucho ayer— de Joe, un personaje que sin duda no se les olvidará a todos los que han visto la película.
'The Last Will and Testament of Rosalind Leigh'
La última proyección, que tuvo lugar en los curiosos cines Filmax, uno de los patrocinadores del festival, fue la de la interesante 'The Last Will and Testamet of Rosalind Leigh', dirigida y escrita por Rodrigo Gudiño, quien se estrena en cine con este largometraje. Una ópera prima que acaricia sin prejuicios ni miedos el tema de las casas encantadas, los fantasmas y el más allá desde una perspectiva a la par extraña a la par rica en matices. Un hombre regresa a la casa donde creció debido a la muerte de su madre para allí descubrir que ella tenía una casi obsesiva devoción hacia el culto cristiano. Pronto empezarán los ruidos nocturnos, las visiones y todos los elementos típicos del subgénero.
Sin embargo, Gudiño, con un sólo personaje, el interpretado por un muy justito Aaron Pool, unos muy cuidados movimientos de cámara, extraordinariamente utilizada por el escenario —una gran casa llena de antigüedades— y un uso del sonido espeluznante, consigue una atmósfera terrorífica en la que incluso se codea en formas con M. Night Shyamalan. Pero lo más imponente, sorprendente, cautivador y fascinante de esta película es sin duda la inmensa voz en off de una Vanessa Redgrave que hiela la sangre y que nos acompaña durante toda la película recalcando con inteligencia el siempre importante punto de vista en la narración. Podríamos señalar algunos efectismos de cara a la galería, y detalles argumentales que provocan demasiadas preguntas que evidentemente quedarán sin respuesta, pero el resultado global es bastante bueno y recomendable.
Tras la proyección, fiestón en el ya clásico Bristol a base de ginebra, licor café y cerveza. Me encuentro en el fetival, para mi sorpresa, con un amigo que hacía exactamente 22 años que no veía, desde nuestros tiempos de estudio. El ponernos al día sobre nuestras respectivas vidas fue una conversación de lo más interesante y productiva. El puto paso del tiempo, joder, inexorable y juguetón, compañero sin piedad. Llegamos a la conclusión de que nos encanta.
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