Hace tiempo que existe la sensación entre antiguos seguidores del cine de Tim Burton de que se ha vuelto un acomodado que ha convertido sus últimas películas en un pálido reflejo de sus grandes virtudes para aprovecharse del repentino tirón comercial del que gozaba su obra. Sólo así se puede unos explicar que rodase trabajos tan insustanciales como ‘Alicia en el País de las Maravillas’ (Alice in Wonderland, 2010) o ‘Sombras Tenebrosas‘ (Dark shadows, 2012), pero no pocos tenían muchas esperanzas depositadas en que ‘Frankenweenie‘ supusiera el regreso del mejor Burton, algo comprensible si tenemos en cuenta que toma como base un cortometraje realizado por él mismo antes de rodar película alguna. Sin embargo, este regreso a sus raíces no ha conseguido situarse a la altura de los mejores trabajos del responsable de grandes trabajos como ‘Ed Wood’ (1994) o ‘Eduardo Manostijeras’ (Edward Scissorhands, 1990). Veamos el porqué.
Una de las claves de las últimas decepciones de Tim Burton es que éste se centraba en recargar al máximo el aspecto visual de sus obras, algo muy de gusto de cierto tipo de fan, el mismo que se ha gastado toneladas de dinero en merchandising de otros trabajos suyos. Sin embargo, eso es algo que ha quedado desterrado en ‘Frankenweenie’, donde la máxima es la sencillez en lo visual y el intento de recrear esa aura de magia que imprimió no sólo a alguno de sus primeros trabajos, sino también al cortometraje de título homónimo que rodó en 1984. Resulta curioso que el ‘Frankenweenie’ original fue recibido con horror por parte de Disney, donde despidieron a Burton por malgastar dinero de la compañía para hacerlo, mientras que el corto sufrió un ostracismo casi total hasta que la carrera de Burton como cineasta despegó con fuerza.
Lo primero que hay que desterrar a la hora de hablar de ‘Frankenweenie’ son las posibles comparaciones con la excepcional ‘Pesadilla Antes de Navidad‘ (Nightmare before Christmas, Henry Selick, 1993) y la estimable ‘La Novia Cadáver‘ (Corpse bride, 2005), ya que la utilización de la animación en stop motion funciona más como modo de diferenciación del cortometraje original y mero acercamiento estético al toque estilo que como un intento meditado de conectar con sus dos precedentes más directos. Sí que procede una comparación con el corto original, que es donde surgen las primeras dudas con ‘Frankenweenie’, ya que no aporta nada suficientemente jugoso como para justificar su existencia individual, mientras que como nueva versión está siempre un par de pasos por detrás del material original. Quizá el problema sea que Burton está curtido ya en mil pantallas, algo que le ha hecho perder esa, por llamarla de alguna manera, inocencia de sus inicios, algo que intenta replicar de forma desesperada aquí, sólo consiguiéndolo a ratos.
Sabéis que no soy muy amigos del 3D, pero conviene pararse un momento a hablar de ello al ser ‘Frankenweenie’ tanto la primera película en blanco y negro como el primer film en stop-motion que ha sido estrenado en IMAX 3D. Personalmente, tuve la ocasión de ver la película en su versión tridimensional y, como suele ser habitual, os recomiendo ahorraros el dinero extra, ya que es algo que únicamente llega a percibirse en un par de escenas concretas, donde sí añade algo de relieve visual, siendo un poco triste que ni siquiera consiga alcanzar el nivel que lucía la notable ‘Los Mundos de Coraline‘ (Coraline, Henry Selick, 2009), que consiguió jugar mucho mejor con el 3D (y eso que el 3D del de antes) antes de que ‘Avatar’ (James Cameron, 2009) diera comienzo al boom que ojalá llegue a su fin lo antes posible.
Uno de los aspectos más disfrutables de ‘Frankenweenie’ es su naturaleza de gran homenaje del cine de terror de la Universal, hacia el cual hay multitud de referencias, desde la más evidente y trabajada hacia ‘Frankenstein‘ (James Whale, 1931) hasta otra un poco más gratuita hacia ‘La Novia de Frankenstein‘ (The Bride of Frankenstein, James Whale, 1935), pero no es la única muestra de amor hacia un tipo de cine en desuso, pues las monster movies japonesas protagonizadas por aberraciones como Godzilla o Gamera también tienen su papel destacado en el relato, más específicamente durante el tramo final de la misma, donde funciona mucho mejor su planteamiento que la forma de solucionar esta subtrama.. Sin embargo, ‘Frankenweenie’ no se limita a ser un agradable juego referencial, pues el inquebrantable amor de un niño hacia su perro, y las dificultades para aceptar la pérdida emocional por la muerte del ser querido son los ejes sobre los que se vertebra el relato. Para convertirlo en largometraje se añaden otros personajes de gusto burtoniano (la niña rara y su gato, el amigo envidioso y otros cuantos chavales más) que están lejos de ser un estorbo, pero sí que su mera presencia quita algo de fuerza a la relación entre el protagonista y su perro Sparky.
Pensando en lo que he escrito hasta ahora, podría parecer que ‘Frankenweenie’ me ha parecido un remake pobre que falla a la hora de ampliar la historia, pero lo cierto es que Burton consigue encontrar un buen punto de equilibrio en el que la película puede que jamás llegue a brillar con fuerza, pero tampoco hay grandes bajones, ni tramas que realmente den la sensación de que sobran. Además, se van incluyendo ciertos detalles aquí y allá que consiguen dotar a la película de un toque encantador que la convierten en una cinta muy entretenida a pesar de no estar a la altura del cortometraje, quedando tan claro que ‘Frankenweenie’ no necesitaba convertirse en un largometraje como que el resultado es compacto y disfrutable. Sé que puede sonar a un sinsentido, pero eso es lo que es ‘Frankenweenie’.
En definitiva, ‘Frankenweenie’ es un agradable cruce entre el homenaje al cine de terror de la Universal (y las monsters movies japonesas de los años 50 y 60 del siglo pasado) y la esencia de la obra del propio Burton, pero el conjunto deja un regusto agridulce, ya que no logra superar al cortometraje del que parte, ni añadir nada nuevo particularmente estimulante. Hay destellos de brillantez aquí y allá, apuntes que rozan la genialidad (la broma a costa de ‘Hello Kitty’) y la sensación de que Tim Burton no ha vuelto a echar mano del piloto automático, pero quizá hubiera sido mejor usarlo en una historia completamente nueva.
Otra crítica en Blogdecine: ‘Frankenweenie’, autocomplacencia y homenaje
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