‘Baskin’ (íd., 2015) es una de las películas que concursan en la sección de óperas primas del FKM, Festival de Cinema Fantástico da Coruña. Se trata de la película que Can Evrenol dirigió después de una larga trayectoria como cortometrajista. El origen del film, cómo no, está en un corto homónimo, de cierto éxito en su paso por diversos festivales. Con mucha ayuda —sobre todo familiar— y esfuerzo, incluso sin permisos de rodaje, el director logró hacer algo diferente que se aparta de los típicos films de terror turcos.
El propio director ha declarado que la percepción, desde fuera, del cine de terror turco es, por norma general, el no tomarlo en serio. Evrenol ha querido apartarse de la temática que suelen bañar esos films, y rendir tributo a los films de terror que él veía en VHS. Una vez más, el cine de terror ochentero es el eco de un film que propone un descenso a los infiernos que se desinfla un poco según avanza.
La premisa del film es sencilla, quizá demasiado. Un grupo de policías se encuentran descansando en un bar de una zona apartada. Se relajan de sus obligaciones, conversando como lo harían cuatro hombres entre alcohol, esto es haciendo bromas y charlando sobre el único tema que parece interesarnos, el sexo. Reciben una llamada de socorro de otra patrulla y deciden ir a ayudarles, encontrándose con una terrorífica sorpresa. El mismísimo infierno.
Evrenol saca un enorme provecho de la escenografía, y del lugar. Al respecto está la anécdota de que no tenían permiso de rodaje. El equipo vivía con miedo de ser descubiertos, ya que algunas de las secuencias poseen un alto contenido sangriento, y sobre todo sexual. También por estar realizadas en zonas “conservadoras” de la ciudad. Esto añadía un punto de estrés al rodaje, que quedó reflejado en pantalla. No hay más que ver las demasiado desagradables secuencias finales. Una orgía de sangre muy nerviosa.
Buena atmósfera, demasiada casquería
Además del tributo a los ochenta —a punto de convertirse en un género en sí mismo— Evrenol rinde también tributo a esas cintas francesas de terror, estilo ‘Calvario’ (‘Calvaire’, Fabrice Du Welz, 2004) o ‘Frontera(s)’ (‘Frontiére(s)’, Xavier Gens, 2007). La segunda mitad de ‘Baskin’ compite en dureza con las citadas. Los amantes del gore, de lo desagradable, de la casquería, pueden pasárselo en grande. El resto puede retirar la mirada de la pantalla, algo que Evrenol consigue que hagamos al menos un par de veces.
Lo cierto es que esa parte final, la catarsis definitiva del terror, la orgía sangrienta en la que se juega al “más asqueroso todavía”, es demasiado larga e incluso rompe un poco la muy adecuada atmósfera que Evrenol estaba construyendo. Con muy adecuado uso del scope, y la iluminación —homenaje a Nicolas Winding Refn— el director turco va preparando esa casi eterna set piece, mientras juega con la percepción del espectador a base de cambios narrativos con el espacio-tiempo. Un relato que termina siendo cíclico, aunque eso no pase del mero artificio.
Uno de los aspectos más llamativos de ‘Baskin’ es, sin duda, el aspecto del considerado Padre. Una especie de mesías del terror que aparece en la segunda mitad, y al que Evrenol intenta sacarle el máximo partido. Lo cierto es que el aspecto físico se debe a un defecto genético del actor Mehmet Cerrahoglu, en su debut en el cine. Su tratamiento, a lo Coronel Kurtz en ‘Apocalypse Now’ (íd., Francis Ford Coppola, 1979) es de lo mejor del film. La filosofía barata sobra.
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