La no tan larga espera ha llegado a su fin. Netflix ha estrenado hoy los dos últimos episodios de 'Stranger Things 4', dando así cierre a una temporada que había elevado su apuesta por el terror sin que ello supusiera sacrificar nada de lo que la convertía una de las series más adictivas de los últimos años.
Todo hacía pensar en un carnicería provocada por Vecna y lo cierto es que el enfrentamiento con este siniestro personaje se ha dejado sentir con fuerza en Hawkins. La serie apuesta un in crescendo continuado hasta alcanzar cotas más propias de un gigantesco blockbuster que de una serie de televisión, pero también es verdad que le falta la última dosis de arrojo para llevar 'Stranger Things' a otro nivel.
Tensión creciente
Al igual que en anteriores entregas, 'Stranger Things 4' separa a sus protagonistas en diferentes grupos para hacer frente a la amenaza con la que están lidiando. Eso lleva a que algunos personajes acaben teniendo más importancia y peso que otros, pero lo cierto es que los Duffer saben integrar muy bien momentos más íntimos sin que eso suponga una ruptura en el ritmo y aportando además esa dosis necesaria de humanidad para recordarnos por qué nos importa tanto lo que pueda sucederles.
En ese punto la tensión también juega un papel fundamental, a menudo para recordarnos lo felices que podrían ser sus protagonistas si todo sale bien. Obviamente, poco tardan en recordarnos que es poco probable que eso suceda, ya que algo que estos dos episodios hacen muy bien es ir avivando la sensación de peligro, y no solamente a través de la intimidante presencia de Vecna.
Ahí tenemos el principal gancho, pues tanto el séptimo episodio como buena parte del octavo van encaminados hacia es inevitable confrontación. Los planes rara vez salen como los hemos planeado y eso lleva a que todos los personajes principales tengan que enfrentarse a situaciones límite.
De nuevo, 'Stranger Things' vuelve a demostrar ser capaz de un gran uso del montaje paralelo en esos momentos en los que parece no haber vuelta atrás. Personalmente creo que acaba calando la idea de que muchos personajes simplemente quedan inutilizados, pues al final solamente Once puede hacer que la balanza quizá se decante del lado de los héroes. A fin de cuentas ella es la que tiene unas habilidades similares a Vecna.
Muchas virtudes pero también alguna pega
Es entonces cuando la temporada 4 de la serie de Netflix toca techo y tampoco creo que hubiese pasado nada si la serie acabase ahí. Sin embargo, ese no es el plan de los Duffer, lo cual provoca alguna que otra decisión cuestionable -no diré en qué sentido por eso de evitar los spoilers por completo- que allana un poco el interés de la season finale antes de dejarnos con la miel en los labios con ese potentísimo cliffhanger. Se ha dicho que probablemente haya un salto temporal antes de la quinta temporada pero lo que sucede ahí pide a gritos saber qué sucederá en cuestión de minutos, no de meses o años.
Además, este tramo final de temporada también luce a otro nivel en lo visual. Ya el Volumen 1 era un paso adelante decidido, fruto sin duda de su descomunal presupuesto -se habla de 270 millones de dólares-, pero aquí tocaba ir un paso más allá, y hacerlo además sin caer en esquizofrenias digitales o en saturaciones innecesarias. Ninguna pega que ponerle a los episodios por ese lado, ya que además es el respaldo adicional necesario para que esa vertiente épica se adueñe del relato pero como principal gran complemento y no como una excusa para el todo vale.
Eso sí, aquí ese toque terrorífico asociado a Vecna baja un poco el nivel. En parte se debe a que ya sabemos mejor quién es y qué es lo que quiere, pero también porque sus métodos de acción son los mismos y ya no impresionan tanto como la primera vez. Que no se entienda eso como hacer de menos al personaje, pero aquí también queda esa sensación que decía antes de que a la serie le ha faltado dar ese último paso adelante. Que lo hará en la quinta tampoco lo dudo.
En resumidas cuentas
El final de 'Stranger Things 4' ha sido todo lo épico que esperábamos y quizá más, también ha manejado muy bien a sus personajes, ha dado el do de pecho en lo visual y sentado la base para una temporada final que promete ser de vértigo. Esperemos que allí los Duffer se atrevan a dar ese salto al vacío definitivo que la serie necesita para pasar de ser muy buena -sin duda, una de las mejores de Netflix del año- y adictiva a ese otro nivel que pocas series alcanzan. En su mano está.
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