Hace nada os hablaba de ‘Soga de arena’ (‘Rope of Sand’, 1949), una de las películas menos conocidas de William Dieterle, director alemán que, como muchos otros, huyó del nazismo yendo a parar a Hollywood —dónde si no—, lugar en el que filmaría alguna de sus mejores obras como ‘El hombre que vendió su alma’ (‘All That Money Can Buy’, 1941) o la imprescindible ‘Jennie’ (id, 1948). Hoy volvemos sobre esa época en la que el director se codeó con el Film Noir, con ‘Ciudad en sombras’ (‘Dark City’, 1950).
Dieterle había trabajado como actor en el cine mudo alemán —‘Fausto’ (‘Faust’, F.W. Murnau, 1926) es una buena prueba de ello—; allí adquirió sendos conocimientos sobre iluminación tenebrista, y más tarde aplicó elementos del expresionismo alemán a sus cintas, siempre con claro-oscuros muy marcados. En el presente film, que supuso además la primera interpretación principal de Charlton Heston, el director mezcla el Film Noir, y sin abandonar el género, añade terror al mismo.
(From here to the end, Spoilers) Heston da vida a un vividor de nombre Danny que vive como puede trabajando en un casino ilegal con varios socios. Las continuas redadas de la policía le llevan a cuestionarse la rentabilidad de un negocio fuera de la ley que siempre andan golpeando. Mientras decide su futuro se presenta una oportunidad en forma de hombre de negocios que lleva una importante suma de dinero consigo, y busca una partida de póker para pasar el rato. Una oportunidad que Danny no va a dejar escapar.
Un relato oscuro
Dicha partida supone uno de los momentos álgidos de la película, inteligentemente metida tras una concisa y directa presentación de personajes. En ella, vemos poco a poco el carácter amoral de muchos de los presentes, esos rostros ambiguos que develan su verdadera naturaleza al espectador cuando vemos lo que cada jugador hace con sus cartas. El novato ha picado, ha ganado dinero y volverá al día siguiente, comprobando que sus anfitriones no tienen piedad, al menos en el juego.
‘Ciudad en sombras’, que hace honor continuamente a su título —no hay un solo personaje moralmente ejemplar en el film, a excepción quizá del policía, quien en cierto momento ya no le preocupa el destino de Danny—, acomete su primer gran punto de inflexión tras despojar de todo el dinero, que en realidad no es suyo, al recién llegado. Una secuencia llena de tensión, con imponentes primeros planos que describen sin artificios las intenciones del pequeño grupo de estafadores.
Y cuando uno creía que la película no podía ofrecer ninguna otra situación a la altura de la comentada partida, la cinta de Dieterle da un giro brusco y contundente que ante todo guarda una enorme coherencia con ese tratamiento oscuro de la historia. En una cabriola en la que no cuesta nada entrar, el director cambia por completo el tono de ‘Ciudad en sombras’ y convierte un Film Noir en una película de suspense y terror. A partir de ese momento Danny y los suyos temerán por sus vidas al aparecer alguien muy importante en el pasado de la víctima.
Suspense y terror
El hermano del timado, que aparece muerto en la habitación de su hotel, irá buscando uno a uno a los ladrones que camelaron a su hermano y le robaron todo su dinero. Pero en lugar de mostrarnos el aspecto de dicho personaje, Dieterle opa por ocultar su rostro, y mostrar únicamente un prominente anillo que lleva en su mano derecha. Durante más de la mitad del metraje no veremos el rostro del nuevo “malo” de la película, que actúa casi como vengativa conciencia de los personajes centrales.
De esa forma, cualquiera podría ser un asesino que les acecha, varias son las secuencias en las que el mismo está presente sin que los demás lo sepan. Estimable es el instante en la habitación del personaje de Ed Begley; una excelente planificación más la interpretación de Begley, que debe interactuar con un peligro invisible, hacen de ese momento uno de los mejores de un film que, como ‘Soga de arena’, posee un punto de locura muy bien controlado. Como si sus personajes no razonasen en un momento dado y se enfrenten a la vorágine de acontecimientos con un temor casi irracional.
Hay algunos bajones de ritmo un poco incomprensibles, cuando Danny se muda a Las Vegas —en realidad está huyendo—,o conoce a la viuda del hombre al que timaron —una entregada Viveca Lindfords— por quien llega a sentirse atraído, cuestionándose así su extraña relación con Fran —la morbosa Lizabeth Scott, cuyo personaje afecta a la narración más que ayudar, sobre todo en sus números musicales—, pero ‘Ciudad en sombras’ termina siempre remontando el vuelo en pos de su violenta historia.
Cine un poco desconocido en todo caso de un director que en aquellos años estuvo en la lista negra de cierto senador cabrón. Quizá por ello, sus relatos criminales tenían cierto sabor pesimista y oscuro, con una muy breve salida para la esperanza al final de un largo túnel lleno de desgracias.
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