La 54ª edición del Festival Internacional de Cine de Gijón arrancó el pasado viernes de forma bastante tibia en su Sección Oficial, según la crítica, con títulos como la holandesa 'Layla M' de Mijke de Jong o la francesa 'Le ciel attendra' de Marie-Castille Mention-Schaar. Por suerte, la audiencia de Gijón tenía la sección Gran Angular en la que ya se han podido ver algunos de los títulos más comentados del año.
Títulos como 'Mimosas' de Oliver Laxe, 'La tortuga roja' de Michaël Dudok de Wit, 'Swiss Army Man' de Dan Kwan y Daniel Scheinert o 'The Neon Demon' de Nicolas Winding-Refn -de estas dos últimas ya os hablaré más adelante-, alabados -u odiados- por la crítica y galardonados en festivales internacionales de todo el mundo.
Sin embargo, otros títulos de la Sección Oficial han captado más la atención como la esperada y polémica 'El nacimiento de una nación' ('The Birth of a Nation', Nate Parker) o la gallega 'Sicixia' de Ignacio Vilar. Yo, por mí parte, he arrancado 'mi primer Gijón' con la hispano-uruguaya 'Migas de Pan' de Manane Rodríguez. ¡Comenzamos!
'Migas de Pan' de Manane Rodríguez
En 2011, un grupo de 28 ex-pressas políticas uruguayas realizaron una denuncia colectiva contra un grupo de agentes estatales -aún por aquel entonces ocupando sus cargos, algunos hasta habían subido de categoría- que, entre 1984 y 1983, por las numerosas torturas y violaciones que sufrieron durante su encarcelamiento en la dictadura. La realizadora uruguaya afincada en España desde hace años Manane Rodríguez, toma los testimonios de estas mujeres para crear un durísimo retrato en 'Migas de Pan', su quinto largometraje.
Para relatarlo, Rodríguez construye a Liliana -la promesa argentina Justina Bustos-, una joven madre que lucha contra el regimen y que es secuestrada y torturada junto a varios de sus compañeros durante varios meses, para después ser trasladada a la cárcel. La película profundiza en el tema de la memoria histórica y en la necesidad de no olvidar -estos sucesos no salieron a la luz hasta hace muy pocos años-, y su cruda puesta en escena cumple con el cometido.
La película arranca con una Liliana madura -a la que da vida la siempre maravillosa Cecilia Roth-, que en 2011 vive en Galicia y es una famosa fotógrafa. Regresa a Montevideo para asistir a la boda de su hijo, del que le quitaron la custodia cuando era niño y ella estando presa. El regreso a su Uruguay natal y el reencuentro con su hijo y sus viejos compañeros de la resistencia, hacen que Liliana recuerde aquellos horribles sucesos.
El problema surge cuando la trama intenta personificar esa ignorancia sobre el tema y la situación en el personaje del hijo de Liliana, alejado de su madre desde su infancia y con la que nunca llegó a construir una verdadera relación y ni él, sentirá el mínimo interés por su madre. Una relación de la película se olvida y termina solucionando a trompicones y donde no terminamos de entender el cambio, el viaje del hijo.
Lamentablemente, 'Migas de Pan' se queda en la superficie y en la celda de las chicas y la tortura y el lamentable estado en el que se encontraban y termina ofreciendo su mensaje final -la importancia de conocer el pasado- de forma tan apresurada, que resulta forzado. Sin embargo y a pesar de su crudeza, Rodríguez no cae en la sensiblería o el victimismo y se muestra firme al mostrar la determinación de esas mujeres que lucharon -y siguen luchando- por que se descubra la verdad.
'Paradise' de Andrei Konchalovski
El ruso Andrei Konchalovski se alzaba el pasado mes de febrero con el Oso de Plata al Mejor Director en el Festival de Cine de Berlín por 'Paradise', un durísimo y potentísimo retrato sobre el Holocausto nazi y que se convierte, de momento, en una de las grandes películas de la Sección Oficial de este Festival de Cine de Gijón. Viendo su último trabajo -a falta de haber visto la anterior 'El cartero de las noches blancas' (2014)-, sorprende que haya firmado títulos hollywoodienses como 'Tango y Cash' ('Tango & Cash', 1989).
Y es que en 'Paradise', Konchalovski consigue apabullar con su puesta en escena: un envolvente blanco y negro rodado sobre películas de 35 mm y 16 mm -el director decide mostrar los fallos y ruido provocados por el final de la película- y coronado con unos cuidadísimos y bellísimos encuadres que sugieren y provocan más que muestran, lo que múltiplica su nivel de crudeza.
La película nos cuenta la historia de tres personas cuyos caminos se cruzan en los terribles tiempos de la II Guerra Mundial. Olga es una aristócrata rusa emigrante y miembro de la Resistencia francesa que es metida en un campo de exterminio nazi; Jules, es el colaborador francés que interroga a Olga y Helmut, un oficial de las SS, que vivió una noche junto a Olga antes de la Guerra.
Parece díficil, casi imposible, hablar sobre el Holocausto nazi sin repetirse o banalizarlo, y perderse en el melodrama como ha pasado las cientos de veces que el tema se ha tratado en el cine. Y es que quizá, el cine contemporáneo lo haya utilizado más como fuente de historias que como reflexión sobre la historia y la urgente necesidad de conocer hasta donde es capaz de llegar el ser humano en su lucha por lo que se cree justo y la libertad.
Por suerte, hay excepciones como 'Paradise' -o la también reciente 'Son of Saul' de László Nemes- que van más allá y profundiza en cada uno de estos tres personajes, de ideologías diferentes y sus motivaciones, fortalezas y miedos que les hacen tambalear y dudar, que los sintamos realmente humanos, en ese entorno tan hostil y alejado de toda señal de humanidad. Destacable es, además, la interpretación de los actores que los dan vida, Christian Clauss (Helmut), Philippe Duquesne (Jules) y sobre todo, Julia Vysotskaya (Olga) y su inquisitiva mirada.
Su gran y última fortaleza es la forma en la que la película está estructurada. La historia de los tres personajes -aunque la del francés llega a desaparecer un poco- se intercala con entrevistas en las que miran a cámara a modo de interrogatorio y con las que completan su historia. El espectador no conocerá hasta el final de la película la identidad del entrevistador, cuya revelación será el broche final perfecto de esta reflexión sobre el ser humano y el absolutismo.
'Radio Dreams' de Babak Jalali
Dentro de la sección Rellumes, nos topamos con el segundo largometraje del iraní Babak Jalali, 'Radio Dreams' que nos acerca a un grupo de emigrantes persas en California y sus enormes esfuerzos de propagar y mantener su cultura y su lengua farsi en Estados Unidos a través de una emisora de radio llamada PARS Radio. La película, cuya premisa incial de hablar sobre el síndrome del emigrante de una cultura tan particular y de cuya existencia en Estados Unidos conocemos tan poco, resulta algo larga al notarse sus intentos de estirar su trama al máximo.
'Radio Dreams' transcurre en un único día: el día en el que la primera banda de rock afgana ha viajado hasta San Francisco -ciudad donde se encuentra la emisora- para tocar junto a la mítica banda Metallica, que ha prometido acudir al programa, tocar con los chicos y ser entrevistados por el programador de la emisora Hamid Royani -al que da vida Mohsen Namjoo, llamado el Bob Dylan iraní por el New York Times-.
Royani y sus compañeros de emisora, un variopinto grupo de personajes, pasan el día preparando la llegada de la mítica banda con los nervios a flor de piel y diferentes opiniones en cuanto a lo que la emisora debería ser: para unos, una fuente de ingresos, para otros como Royani, un medio para difundir la cultura de su lejana patria. Lamentablemente, la espera se les hace demasiado larga a ellos y a nosotros, que perdemos la esperanza de que la película mantenga los toques de humor surrealista que terminan siendo muy aislados.
Dotada de unos toques de humor surrealistas y algo aislados -ojalá fuera toda la pe
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