‘Restless’, guapos enamorados
“Tenemos tan poco tiempo para decir todo lo que queremos. Tenemos tan poco tiempo para todo”. Hiroshi (Ryō Kase)
Puede sorprender que el nuevo trabajo de Gus Van Sant no se haya colado en la sección oficial del Festival de Cannes 2011, que no sea uno de los 20 títulos que aspiran a la Palma de Oro (galardón que ya logró el cineasta en 2003 con la sobrevaloradísima ‘Elephant’). Pero no se trata de ningún desaire del festival, en realidad han hecho un gran favor al estadounidense reservándole el honor de inaugurar la más modesta sección “Un Certain Regard” (un breve acto que tuvo lugar ayer). Y es que, como ya se podía adelantar por el tráiler, el Van Sant de ‘Restless’ (‘Sin descanso’) no es ese supuesto innovador del lenguaje cinematográfico, sino el convencional, el comercial, el que intenta llegar a todo el mundo. Aun así, vuelve a mostrar interés por una historia relacionada con la muerte y sobre adolescentes poco corrientes. Asimismo, vuelve a apostar por gente que no había actuado antes en una película, aunque en este caso no puede decirse que haya tomado un gran riesgo; el protagonista masculino del relato está interpretado por Henry Hopper, ni más ni menos que el hijo de Dennis Hopper.
‘Restless’ parte de una serie de historias cortas escritas por el también primerizo Jason Lew, compañero de estudios de Bryce Dallas Howard en la universidad de Nueva York; la actriz, que le animó a unir las piezas y convertirlas en un guion, es una de las productoras del film, junto a su padre, Ron Howard, a través de la compañía Imagine Entertainment. La trama gira en torno a dos muchachos solitarios con una especial, aunque diferente, relación con la muerte, lo que les permite afrontarla de una manera atípica. Enoch (Hopper) es un chico huérfano que tiene un amigo fantasma, un piloto japonés de la II Guerra Mundial llamado Hiroshi (Ryo Kase), y acostumbra a presenciar funerales de absolutos desconocidos; en uno de ellos conoce a Annabel (Mia Wasikowska), que en un principio dice ser voluntaria del hospital, concretamente en la sección de enfermos de cáncer. Al volver a verse, y conocerse un poco mejor, Annabel admite que en realidad es una paciente enferma, quedándole apenas tres meses de vida. Enoch lo acepta con normalidad e inician una relación sentimental. No obstante, pasa el tiempo, la chica empieza a sufrir ataques y el chico a desesperarse. ¿Cómo decir adiós a su única compañera, a la persona que ama?
Filmado en Portland, el hogar de Van Sant, la mayor baza de este melancólico y acaramelado drama romántico juvenil reside en sus dos protagonistas, la cada vez más solicitada Mia Wasikowska (‘Alicia en el país de las maravillas’) y el debutante Henry Hopper. Por separados no están tan acertados, principalmente por la constante preocupación en mostrar lo guapos y encantadores que son estos dos jóvenes, pero lo cierto es que como pareja funcionan, se les ve muy compenetrados, hay química entre ellos; al parecer, buscando esto, Van Sant recurrió a una técnica de Terrence Malick consistente en rodar tomas con los actores en silencio, sin pronunciar los diálogos, buscando la expresión física y la reacción del compañero. En cualquier caso, la inspirada interacción de los enamorados no consigue salvar la película, demasiado cursi y tediosa, filmada sin entusiasmo, repleta de lugares comunes, explicaciones prescindibles y frases que no logran ser tan divertidas ni profundas como se pretende. Puede emocionar al público adolescente y al que empezó a ver cine romántico ayer.
‘Habemus Papam’, el discurso del Papa
La primera película de la jornada de hoy, proyectada a la fantástica hora de las 8:30 de la mañana, era ‘Habemus Papam’ (o ‘We Have a Pope’), el esperado nuevo trabajo del italiano Nanni Moretti, otro ganador de la Palma de Oro (en 2001 por ‘La habitación del hijo’). Compite en la sección oficial de esta 64ª edición de Cannes pese a que ya se fue estrenada en cines y os puedo decir que oí muchas carcajadas (había un tipo a mi lado que empezó a reírse y no paró hasta el final) y fuertes aplausos en la sala; no obstante, conviene aclarar que entre los asistentes había invitados, no solo prensa. Personalmente, no me sentí cautivado por este relato, lo encontré algo hueco (repite escenas buscando el mismo efecto) y descafeinado, menos incisivo de lo que esperaba. Tuve la sensación de que a Moretti le interesaba jugar con algunas ideas pero no ha logrado encajarlas con precisión, quedando una narración llena de baches, descompensada. Aunque hay mucho subrayado y metraje prescindible en ‘Habemus Papam’, también es justo reconocer que tiene escenas divertidas e ingeniosas; es de esas películas que ves con media sonrisa, sin llegar a entusiasmar pero tampoco aburrir del todo. Y el desenlace es espectacular, muy contundente. Ojalá lo vieran muchos y se dieran por aludidos, el mundo sería un lugar mejor.
Escrita por Nanni Moretti, Francesco Piccolo y Federica Pontremoli, ‘Habemus Papam’ arranca con un gran funeral por la muerte del Papa, y la reunión del Cónclave para elegir al sucesor, manteniendo en vilo a millones de personas. La cámara de Moretti observa con curiosidad la vieja ceremonia, repetida con exactitud y entusiasmo por los cardenales, que deben permanecer reunidos hasta que haya un nuevo pontífice. El problema es que ninguno de ellos quiere serlo. Tras varias fumatas negras, por fin hay un candidato que consigue la mayoría suficiente. Melville (Michel Piccoli) acepta con gratitud el cargo, pero cuando están a punto de ser anunciado a la multitud que se ha reunido en la plaza de San Pedro, se derrumba, no soporta la responsabilidad de dar un discurso como nuevo Papa. La situación es tremendamente delicada para el Vaticano, la gente espera ansiosa el nombre del elegido, los medios extienden rumores, los cardenales no pueden salir al exterior… pero Melville se niega a dar la cara. Para intentar llegar a una solución, se llama al terapeuta mejor considerado de Roma, el profesor Brezzi (Moretti).
A partir de la llegada de Brezzi uno piensa que ‘Habemus Papam’ va a convertirse en una especie de temprano remake italiano de ‘El discurso del rey’, ahora con un Papa estresado, pero es solo un amago, nunca se establece una relación entre ambos personajes. Tras un desesperado intento por arreglar la situación, el Papa es llevado al exterior, y éste aprovecha un despiste de su escolta para salir corriendo. Mientras todos se comen las uñas, y Brezzi organiza el primer torneo de voleibol del Vaticano, Melville intenta descubrir qué le ocurre, el origen de su crisis. Cien minutos no son demasiados, pero Moretti consigue que lo sean, prolongando el relato de manera innecesaria (un minutillo de los cardenales jugando tiene gracia, pero se extiende tanto que la pierde) y equivocada, pasando de puntillas por el proceso de elección del Papa, tan simplista que resulta insatisfactoria; asimismo, no se saca mucho jugo a la presencia del psicólogo entre los cardenales, que son retratados poco menos que como escolares con cuerpos de ancianos. De no ser por la conclusión, la película estaría condenada al olvido, destinada a adornar las estanterías de los seguidores del director italiano y entretener a espectadores con un rato aburrido que rellenar. Salvo que Piccoli sea premiado por su estupenda interpretación, no creo que ‘Habemus Papum’ entre en el palmarés.
Juan Luis Caviaro desde Cannes, 13 de mayo de 2011.
PD: Mañana os hablaré de una de las películas más raras y suicidas que he visto en toda mi vida. La firma Kim Ki-duk.